Las auditorías a la Fed, un paso más cerca
Ben Bernanke comparecerá ante el comité de banca del Senado el 3 de diciembre para defender su candidatura como máximo responsable de la Reserva Federal. No hay ninguna duda de que Bernanke será aprobado por el Senado, como manda la ley, y repetirá en el puesto. Pero de lo que tampoco queda ninguna duda es de que su comparecencia será controvertida ya que, además, de reexaminar el papel de la Fed en la crisis, dará ocasión de discutir si las actividades de la autoridad monetaria deben ser auditadas por el Congreso.
Es una posibilidad que se discute en el Legislativo y que es una revolución pues se teme que pueda acabar con la independencia de la institución.
El control mediante auditorías a la autoridad monetaria es una propuesta legislativa que su autor, el miembro de la Cámara de Representantes Ron Paul, ha defendido infatigablemente desde los años ochenta y que nunca ha prosperado. Hasta ahora.
El promotor del control al banco central cuestiona que éste decida sobre los tipos
Paul es un republicano tejano considerado el máximo exponente del libertarismo (quienes patrocinan un estado con poder limitado). Su interés por intensificar el control de la Fed ha encontrado ahora, durante la discutida gestión de la crisis financiera, un terreno fértil en el que prosperar. El secretismo de las intervenciones del banco central a la hora de comprar titulizaciones hipotecarias, conceder préstamos blandos a la banca e inundar de liquidez el sistema sin dar explicaciones o datos, han abierto el camino. La semana pasada el comité se servicios financieros de la Cámara de Representantes votó a favor de una propuesta que permitirá al Congreso solicitar auditorías de los programas de préstamos de la Fed, los acuerdos con otros bancos centrales y, lo más crucial, de las decisiones sobre tipos de interés. La GAO, un órgano interventor el Congreso, se encargaría de ellas.
La reforma de la regulación debe aprobarse en comité en su integridad, la semana que viene, y luego pasará al pleno de una cámara en la que la mayoría, demócratas incluidos, la apoyan. En el Senado también hay simpatías por la medida. En la sede de la Fed se está a la defensiva. Bernanke ha tenido que pulir sus dotes políticas para alertar de que si esa iniciativa se convierte en ley, la Fed estará expuesta a una presión política difícil de obviar. Desde la sede del banco central se advierte que estas auditorías socavarán la independencia de la institución y amenazarán gravemente su credibilidad a la hora de combatir la inflación.
Paul defiende que sólo se podrán pedir auditorías sobre política monetaria seis meses después de cada decisión. Es algo contra lo que han levantado la voz, además de Bernanke, sus predecesores, Paul Volcker y Alan Greenspan. Este último cree que si la GAO opina sobre si una decisión es correcta o no, las deliberaciones del comité abierto de la Fed se verán influidas en el futuro.
El legislador tejano, defiende que él solo aboga por una mayor transparencia de esta institución a la que acusa de confundir independencia con secretismo y de carecer de la autonomía que defiende ya que actúa en connivencia con el Gobierno y no hay pruebas de que no escuche a Wall Street.
El fin de la Fed
Paul puede haber conseguido apoyos para este paso pero su agenda es más ambiciosa. Su animadversión por la Fed la ha dejado reflejada en un best seller que tituló End the Fed (Acabar con la Fed). Ayer, en una entrevista en la cadena CNBC, admitió que no cree que el banco central deba decidir los tipos de interés. Paul, médico de formación, afirmaba que la Fed va a autodestruirse por que está destruyendo el dólar.
Los apoyos que tiene en el Congreso no son cerrados. Barney Frank, el legislador demócrata al frente del comité que tiene la iniciativa de la reforma, intentó eliminar la auditoría sobre la política monetaria y en el Senado hay legisladores de ambos partidos, que están escandalizados de que se acabe con la ley de 1978 con la que se impidió que las operaciones de política monetaria y de préstamos pudieran estar influidas políticamente.
Habrá oposición a la medida de Paul y curiosamente, uno de los que votará en contra será el propio Paul. El legislador dice estar en contra de la reforma de regulación financiera que se está diseñando y que él, en conciencia, no puede votar por ella pese a que, por fin, se le haya escuchado. Pero, con o sin él, su iniciativa, sigue adelante.