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Libros

Guía para perplejos, pero sin complejos

El sudoku presupuestario de 2010 no se habría resuelto con un blindaje de última hora del Concierto Económico vasco ni con un descomunal programa de gasto en infraestructuras turísticas para Canarias si las reformas elementales que proponen García y Anchuelo para superar un modelo productivo edificado sobre arena estuviesen ya en vigor. Estos dos profesores de Economía Aplicada de la Universidad Rey Juan Carlos I han escrito una obra con un doble valor: describen en un lenguaje sencillo y descifrable qué ha ocurrido con la economía española y mundial y por qué, y proponen una imprescindible selección de reformas para que esto no vuelva a suceder. La economía edificada sobre arena es una amena guía para perplejos, tal como la definen sus autores, de lo acontecido en los últimos años en los países ricos, en España más que en ninguno, que han vivido por encima de sus posibilidades, agarrados a un endeudamiento descomunal. Pero dado que no es la primera vez que pasa, aunque nunca en estas proporciones, piden que no se llore por lo sucedido: "Es hora de estar a la altura de las circunstancias y realizar los cambios económicos, institucionales y políticos que no supimos afrontar mientras estábamos adormecidos por una falsa prosperidad. Afortunadamente el pueblo español suele estar muy por encima de sus dirigentes y sabrá despertar".

Con equidistancia doctrinal, pero sin los pelos en la lengua que edulcoran el lenguaje cuando se plantean asuntos espinosos, los autores reclaman doce reformas, doce, que exigirían remover la mismísima Constitución, pero sin las cuales consideran causa perdida recuperar la autoridad del Gobierno en materia económica, garantizar la unidad de mercado en España o rescatar un sistema educativo de calidad reconocible. Reclaman un giro radical en la educación, "formidable instrumento para garantizar la igualdad de oportunidades, la movilidad social y la productividad creciente"; en el sistema de innovación, con un programa "de retorno de los investigadores en el extranjero"; en la energía y el medio ambiente, sin esquivar la generación nuclear, y en el mercado de trabajo, suavizando las diferencias entre los asalariados fijos y los temporales.

Echan en falta una plena integración de la inmigración, una atención correcta al envejecimiento y su financiación y una profesionalización de la justicia. Y, por último, y para garantizar la unidad de mercado e igualdad entre los ciudadanos de todos los territorios, reclaman reformas que refuercen el poder real del Gobierno central, modificando la financiación autonómica, la burocracia administrativa, la gestión de las televisiones regionales privatizándolas incluso y la de las cajas de ahorros. Pero todo ello no será posible si no "mejora la calidad de la democracia", con una reforma electoral con listas abiertas.

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