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Los efectos de la cumbre de Pittsburgh

Hacia un nuevo orden global sin hoja de ruta clara

El G-20 acuerda reforzar la regulación financiera y vigilar las políticas macro, pero sin calendario definido

Hacia un nuevo orden global sin hoja de ruta clara
Hacia un nuevo orden global sin hoja de ruta clara

Las enfermedades económicas son muy contagiosas. Se requiere, por lo tanto, que la salud económica de cada país sea preocupación de sus vecinos, cercanos, y distantes". Este era el mensaje que envió el presidente de EE UU, Franklin D. Roosevelt, cuando dio la bienvenida a los delegados de los países participantes en la conferencia de Bretton Woods en 1944. Ya en otro siglo, se ha empezado a escribir un nuevo capítulo en la historia de la cooperación internacional guiada por la misma preocupación que Roosevelt citó antes de que se gestara el nacimiento del FMI y el Banco Mundial.

Esta vez fueron los países del G-20 (Argentina, Arabia Saudí, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, EE UU, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Reino Unido, Sudáfrica, Turquía y la UE) los que se han encargado de ello. Reunidos el jueves y viernes pasado en Pittsburgh, los representantes del 85% de la economía mundial han acordado sentar, de forma más o menos precisa, las bases para una coordinación a nivel económico que además pasar por la reforma del sistema financiero global, un pacto que imperfecto o no, solo podía nacer en un periodo de crisis. Creado en 1999, el G-20 fue hasta noviembre de 2008 un grupo a nivel ministerial sin apenas relevancia en una escena mundial en la que el club que brillaba con luz propia era el G-7, el de los países más ricos. Pero con economías pujantes como las de China, Brasil o India, y dada la situación generada tras la explosión en cadena del sector financiero, estaba claro que el radio de acción tenía que ampliarse. Ese fue el motivo por el que el presidente George Bush convocó en noviembre al G-20 en Washington a la primera cumbre de jefes de Gobierno.

En su tercera y última reunión en menos de un año, este grupo decidió la semana pasada autoerigirse como foro de compromisos económicos y financieros en detrimento del G-7, cuyo papel se minimiza. Se avanza, así pues hacia un orden más global pero aún imperfecto como recordó el presidente ruso, Dimitri Medvedev al decir que en el mundo "hay más de 20 economías".

En la práctica, hay que esperar a ver cómo se concretan promesas que, en su mayoría, no son compromisos vinculantes y que en algunos casos aún tienen que llenarse de contenido específico en siguientes cumbres de ministros que aún no tienen un gran recorrido como órgano decisorio de semejantes cuestiones. La primera se celebrará en noviembre.

Pero si las promesas sobre el papel se cumplen, el acuerdo logrado en Pittsburgh puede poner el rumbo a un nuevo orden global ya que tiene el potencial de endurecer la regulación financiera a nivel internacional, ampliar el seguimiento de algunos productos financieros complejos y redefinir las relaciones económicas de unos países que han pactado que es necesario que exista un crecimiento mundial sostenible y equilibrado.

Este último punto ha sido una victoria para el Gobierno de Barack Obama. El presidente de EE UU ha hecho suya la bandera que durante años ha agitado el FMI pidiendo la resolución de unos desequilibrios mundiales que han sido la primera chispa que ha detonado la bomba, financiera primero y económica después. China y Alemania tienen que dinamizar su consumo y depender menos de las exportaciones, EE UU tiene que rebajarlo y subir la tasa de ahorro. Los primeros y quienes son como ellos tienen que reducir su superávit y EE UU, definitivamente, tiene que reducir su profundo déficit.

Hay algunos pasos que se están dando automáticamente con la crisis como la subida de la tasa de ahorro estadounidense, que ahora ronda el 5% cuando en los años del boom inmobiliario era negativa, pero se van a necesitar políticas activas como una fiscalidad más tendente al ahorro para que una vez que se vaya saliendo de la crisis se mantenga esta línea.

Uno de los motivos por los que los miembros del G-20 han accedido a esta iniciativa de Washington es porque no hay sanciones en caso de incumplimiento, no obstante, por primera vez se accede a que haya una monitorización de cada país por parte del resto, asesorada por el FMI. Es una novedad que puede funcionar ya que políticamente puede ser vergonzante para un Gobierno, democráticamente elegido, incumplir sus compromisos internacionales en este punto. En noviembre dará sus primeros pasos el llamado "marco para un crecimiento sólido, sostenible y equilibrado".

El comunicado de Pittsburgh decepciona en algunos puntos por la vaguedad de los compromisos. El G-20 se compromete a eliminar los subsidios a los combustibles fósiles, unos 300.000 millones de dólares, según dijo Obama en su discurso radiofónico de los sábados. ¿Cuándo? "A medio plazo". Se acuerda llegar a un acuerdo en Doha para la liberalización del comercio y sumar esfuerzos para que Copenhague y la cumbre sobre medio ambiente sean un éxito, unas palabras que suenan a vacías sobre el papel máxime cuando hasta el presidente de la Comisión Europea, José Durão Barroso, criticaba el jueves que a este paso "no habrá acuerdo ni en Doha ni en Copenhague".

Tampoco hay definición en el plazo que se van a tomar las potencias para retirar los estímulos a la economía, algo que se hará "cuando sea adecuado".

El resto de los plazos pueden parecer muy lejanos cuando de lo que se trata es de arreglar un sector, el financiero, que pasó de la crisis al borde del colapso en apenas una semana. Una de las reformas previstas, la de la determinación del capital de los bancos o los elevados de apalancamientos, sólo se pondrán en marcha cuando se asegure la recuperación económica y el objetivo es que se implementen en 2012, las cámaras de compensaciones para derivados OTC tampoco tienen por qué echar a andar hasta ese año y hay un plazo de un año para que se pongan las bases sobre cómo gestionar las crisis de las compañías que se consideren "muy grandes como para que puedan caer".

En el mundo de la regulación internacional no son fechas excesivamente largas, pero la sensación de urgencia sí que lo es.

BANCA. Un acuerdo difícil para regular el capital

Uno de los puntos más polémicos de Pittsburgh fue la necesidad ampliar el capital mínimo en el balance de la banca, mejorar la calidad de este y limitar el apalancamiento. El G-20 tiene hasta fin de 2010 para acordar reglas que eleven los requisitos de capital mínimo para dificultar la toma de riesgos excesivos y para que las entidades "estén mejor preparadas para afrontar un shock". La reglas entrarán en vigor por fases que culminan en 2012. El acuerdo es difícil. EE UU favorece la idea de elevar el capital llamado Tier 1 (de calidad) del actual 4% sobre los activos a un 8% o un 12%. A Washington no le gusta que el "capital híbrido", cierta deuda o impuestos retrasados, por ejemplo, formen parte de este capital y no le gusta Basilea II, el acuerdo adoptado por asiáticos y europeos, porque lo ve lleno de agujeros. Para los europeos, endurecer los requisitos de capital como sugiere EE UU podría obligarles a captar más dinero privado y diluir el valor de sus accionistas. Además se dispondría de menos recursos para hacer préstamos.Los economistas recuerdan que Lehman tenía un capital del 11,6% antes de caer y lo que ven positivo es limitar el apalancamiento.

INSTITUCIONES. Control sobre los "muy grandes para caer"

El riesgo sistémico con el que amenazan entidades "demasiado grandes, o interconectadas, como para que puedan caer" se trató en Pittsburgh. El acuerdo establece que las firmas sistémicamente importantes deben desarrollar "planes de contingencia internacionalmente consistentes de resolución". Las autoridades, por su parte, deben establecer grupos de gestión de crisis para las firmas más grandes e internacionalizadas y un marco legal para intervenir en tiempos de crisis. El G-20 dice que han de crearse herramientas para mitigar el daño de la caída de grandes firmas y el Consejo de Estabilidad Financiera debe proponer en octubre de 2010 posibles medidas para vigilarlas y, si es necesario, demandarles más capital, liquidez o reservas.Algunos economistas en EE UU dicen que si una entidad es muy grande como para caer, es muy grande para existir y proponen límites su tamaño y papel.

RETRIBUCIONES. 'Bonus': "Esto ya no puede ser como antes"

El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeld, no dejó de repetir la semana pasada en Pittsburgh algo parecido a "esto ya no puede ser como antes, como si no hubiera pasado nada" cada vez que mencionaba las compensaciones de los banqueros."La compensación excesiva en el sector financiero ha reflejado y animado un exceso de toma de riesgos", reza el comunicado. Pero no se han impuesto los límites a los bonus como quería Francia por la oposición de EE UU. Con todo, se ha puesto un cierto freno a los salarios desproporcionados al prohibir bonus multi-años garantizados, se pide que "una significativa parte de la compensación variable" se retrase para que se ligue a la evolución a largo plazo de la firma y puede haber obligación de devolver dinero.El G-20 pide a las firmas que adopten estas directrices y al Consejo de Estabilidad Financiera que proponga más medidas si es necesario en marzo de 2010.

PRODUCTOS FINANCIEROS. Una larga espera para los derivados

Han sido unos tipos de derivados de crédito los que pusieron frente al precipicio a un gigante como AIG. Solo la multimillonaria intervención de Washington impidió la catástrofe. No obstante, no se ha mostrado una excesiva prisa por poner puertas al campo a estos productos financieros que normalmente se intermedian con simples llamadas telefónicas.Pittsburgh estipula que todos los derivados estandarizados (algo que tiene que definirse) over the counter (OTC) se intermedien en mercados o plataformas electrónicas y que haya cámaras de compensación a finales de 2012 como tarde. Es decir, en tres años y tres meses desde el acuerdo del G20.De nuevo, el Consejo de Estabilidad Financiera, que tras la cumbre del G20 en Londres sustituyó al Foro de Estabilidad Financiera, vigilará si se necesita más transparencia en este mercado en el futuro.

REGULACIâN. La búsqueda de convergencia contable

El esfuerzo por una convergencia, cooperación o coherencia en el nuevo marco de relaciones financieras internacionales pasa por las normas contables.El G-20 dedica apenas unas líneas en su comunicado a esta materia de importancia capital y lo que hace es requerir a los reguladores contables internaciones a que redoblen sus esfuerzos "para conseguir un solo grupo de alta calidad de estándares contables globales en el contexto de sus procesos independientes". Se espera que el proyecto de convergencia se complete en junio de 2011.Casi todos los miembros del Comité de Estabilidad Financiera tienen programas para converger o adoptar los estándares del Consejo de Estandarización Contable Internacional (IASB) en 2012 salvo EE UU que tiene puntos de vista distintos en cuestiones como contabilidad fuera de balance o los métodos para determinar el valor justo de activos.

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