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Los mercados, un año después

Doce meses en punto muerto en Wall Street

La regulación para evitar un caso como el de Lehman está por llegar.

No funcionó nada. Se apretaron todos los botones pero ninguno respondió. John Mack consejero delegado de Morgan Stanley, ha dicho recientemente que vio "el abismo", un vacío que se abrió bajo los pies de la banca y el sistema financiero hace un año. Fue una fecha en la que en Nueva York se vivió el fin de semana más excepcional de la historia financiera contemporánea. Merrill Lynch cerraba su venta relámpago a Bank of America y Lehman Brothers, un banco que habría sobrevivido la Gran Depresión desapareció con una gran polvareda hecha en su sede y que ha generado unos intensos lodos en el entramado financiero y económico mundial.

La entidad, presidida por Richard Fuld, era un banco muy apalancado y con una importante cartera de derivados de crédito y apuestas inmobiliarias cuyos ejecutivos aseguraban que estaban siendo objeto de ataques especulativos. Pero Lehman hizo lo que las canoas cuando se acercan a una cascada: verse abocadas a acelerar irremediablemente su caída. Los reguladores, por su parte, aseguran que no pudieron salvarlo.

El banco no era el mayor de Wall Street pero estaba muy interconectado y no se controló su desaparición. Su bancarrota afectó al mercado de los pagarés a corto plazo y se abrió una edad del hielo en la industria del crédito que agravó la crisis económica. En un abrir y cerrar de ojos se pasó de la era de la llamada "Gran Moderación" a la de la "Gran Recesión" y aún se espera que llegue la siguiente, "La Nueva Normalidad". Es decir, un escenario distinto al que permitió la situación que ahora se sufre.

Es algo que se espera pero que aún no ha llegado porque la prioridad de Washington y otros Gobiernos en el resto del mundo, ha sido controlar los daños y parar la caída financiera y económica. Volver a encauzarla es un segundo paso y la regulación que establezca esta nueva normalidad está en punto muerto. Solo ayer Barack Obama volvió a resucitar un debate que ha languidecido a la sombra de otros que también consumen a Washington.

Entre tanto, la banca y el mundo de la inversión han visto como ha cambiado el paisaje. Ya son más de 90 los bancos pequeños que han caído, han desaparecido importantes jugadores medianos (Wachovia y Washington Mutual) y en Wall Street hay menos competencia tras la desaparición de dos de los gigantes, junto a bancos cada vez más grandes cuando con esta crisis no hace más que repetirse que no debe haber entidades de demasiado tamaño o interconectadas en exceso. Además muchas de ellas han recibido y reciben fuertes ayudas directas o implícitas (como el aval) del Estado además de beneficiarse de la liquidez barata emitida por la Fed. El llamado "agravio moral" (moral hazard) generado en esta crisis no solo no se ha resuelto sino que corre peligro de consolidarse. El Nobel de Economía, Joseph Stiglitz lo confirmaba ayer desde París. No se ha resuelto el problema fundamental de la crisis "en EE UU y otros países los bancos demasiado grandes se han hecho mayores. Los problemas son mayores que en 2007".

De hecho, así es. Para permitir la absorción de los bancos en peligro por parte de sus competidores, el Gobierno abolió temporalmente la regla que impide que un banco controle más del 10% de los depósitos del país. Ahora J.P. Morgan Chase, Bank of America y Wells Fargo tienen uno de cada 10 dólares en depósitos. Junto con Citigroup, estas tres entidades son emisores de la mitad de las hipotecas del país y controlan dos de cada tres tarjetas de crédito, según datos oficiales de los que informó The Washington Post. Mientras, las comisiones, no hacen más que subir.

Además de mantenerse el potencial de riesgo sistémico, el mercado de derivados sigue sin estar regulado y estos instrumentos de contención de riesgos transformados en bombas de relojería siguen moviéndose en el mercado, eso si, a un nivel mucho menor. También ha vuelto un moderado crecimiento del apalancamiento y los empleados de los bancos de inversión vuelven a hablar de que sienten la presión de nuevo para generar beneficios "de donde sea".

Un año más tarde, la tarea de instalar la Nueva Normalidad está por hacer.

La misma Chequera

El empleo en industria financiera ha caído un 8%, menos que en otras áreas en EE UU y muchos consejeros delegados mantienen sus puestos. Las compensaciones están superando la crisis y en Goldman Sachs hay 30.000 empleados que pueden acabar este año cobrando 700.000 dólares.

Obama da un toque de atención a la banca

El presidente de EE UU, Barack Obama, se desplazó ayer hasta el corazón financiero de Nueva York para defender una reforma financiera que ha ido perdiendo la sensación de urgencia que se generó tras después de la caída de Lehman. La propuesta fue presentada en junio pero el avance ha sido lento y ha estado a la sombra de la reforma del sistema sanitario. Desde el Federal Hall, un edificio histórico frente a la Bolsa de Nueva York, Obama alertó a los que "ignoran" las lecciones de Lehman y dijo que "las prácticas antiguas que nos han traído esta crisis no se pueden mantener" e instó al Congreso para que los cambios regulatorios del sistema financiero estén listos este mismo año. Consciente de que se ha generado complacencia y de que algunos operadores ya están preparando su oposición a muchas de sus iniciativas, recordó que "el hecho de que muchos han vuelto a ellas subraya la necesidad de un cambio inmediato". Obama dijo que la ausencia "de una legislación con sentido común es lo que ha hecho inevitable la intervención". En los próximos meses, varios comités intentarán sacar una regulación que cree una agencia de protección al consumidor, un regulador sistémico, una redefinición de las tareas de la SEC y el regulador de los mercados de futuros y una regulación para el mercado de derivados.

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