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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Recuperación lenta y con incertidumbres

Aunque lentamente, los engranajes de la economía mundial vuelven a funcionar. El FMI, la OCDE, la Reserva Federal y el BCE, entre otros organismos, constatan señales de recuperación y mejoras en la mayor parte de las economías. Eso les hace mostrarse más optimistas sobre el final de la crisis, y previsiblemente en breve tiempo volverán a rectificar -ahora al alza- sus pesimistas previsiones de hace pocos meses.

Es cierto que las sorpresas de signo positivo son cada vez más frecuentes en el campo macroeconómico. Sin embargo, no sobran las llamadas a la cautela. Existe consenso, como decidió la pasada semana el Eurogrupo, en diferir la retirada de los estímulos fiscales al menos hasta dentro de un año, cuando se prevé que la recuperación esté apuntalada. En este sentido, el FMI ha dado un acertado paso más: su director gerente, Dominique Strauss-Kahn, advirtió el viernes de que las medidas de estímulo para combatir la crisis deben ser retiradas sólo cuando el desempleo descienda.

Esta crisis sólo se habrá superado cuando se gane la batalla al desempleo que, con sus enormes costes económicos y sociales, persistirá incluso cuando los mercados financieros y la producción se estabilicen. Y para ello urgen reformas para impulsar la productividad a través del incremento de la flexibilidad laboral y de la competitividad.

La renovada estabilidad no debe ocultar, sin embargo, lo frágil de la recuperación. Porque si la recesión económica ha tocado fondo, la crisis no ha finalizado y hay importantes incertidumbres por resolver. Es importante la cautela de los Gobiernos antes de revertir sus respuestas, pero también que se mantenga la coordinación de las políticas internacionales, que ha sido una parte esencial de la respuesta para combatir la peor crisis financiera y económica desde la posguerra. Del mismo modo, serán esenciales las estrategias de salida de esas políticas de ayuda.

Se habrá perdido el tiempo si no se ha aprovechado para efectuar reformas positivas en el funcionamiento de la economía, además de mejorar los mecanismos de control y supervisión y limitar, en resumen, el riesgo de nuevas exuberancias especulativas en los mercados.

El optimismo creciente, sin embargo, va por barrios. El primero es que se debe a una mejor perspectiva para los países emergentes. Estos lideran la salida de la recesión global, con crecimientos fuertes en China e India, y un Brasil que empieza a asomar la cabeza. Mientras, Rusia sigue como el peor alumno de la clase. El deterioro de esta última ha sido más fuerte por su dependencia de cotizaciones de petróleo y gas, y también de la financiación exterior en medio de la sequía de crédito global. Pero su recuperación llegará cuando el grueso de las potencias vuelvan a acelerar.

EE UU, la mayor economía del mundo, está preparado para despegar. Contra lo que muchos observadores pronosticaban, aún no tiene sustituto como locomotora. Cierto que con una larga serie de incertidumbres, pero los datos confirman que EE UU ya está en la vía para volver a crecer, impulsado por los extraordinarios estímulos inyectados por la Administración Obama. Eso último hace que haya expertos, como el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, que temen una abrupta caída tras cierta recuperación. Sin embargo, si el consumo y la inversión toman confianza, EE UU impulsará pronto el crecimiento. Esta vez, además, se podrá contar con Japón, la segunda economía mundial. Allí, el histórico triunfo del Partido Democrático es una inflexión que ofrece expectativas para el fin de una macrocrisis que, salvo cortos periodos, se extiende desde los noventa. Sus datos de producción industrial invitan al optimismo.

Tanto la zona euro como el resto de la UE prevén salir de la recesión este tercer trimestre. Con noticias mejores de lo esperado en las dos mayores economías, Alemania y Francia tirarán del resto. Reino Unido e Irlanda se quedan rezagadas al acusar los excesos del mercado de la vivienda, igual que una España cuya economía permanece descolgada del optimismo en todas las previsiones internacionales.

El mundo va a salir de esta crisis con nuevas áreas de crecimiento, y con un reequilibrio global que requerirá sólidas acciones gubernamentales. Serán eficaces si van acompasadas con una actividad privada renovadamente regulada.

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