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Columna
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La elección de Japón

Tras dos décadas de estancamiento económico, los votantes japoneses parecen dispuestos a a dar una oportunidad al cambio. Las encuestas de opinión sugieren la victoria del opositor Partido Democrático de Japón (PDJ) el próximo 30 de agosto.

El PDJ piensa que hay dos políticas del partido en el poder que son contraproducentes. La primera es la facilidad con la que los burócratas sénior consiguen puestos de responsabilidad en grandes compañías privadas después de su jubilación. La segunda es la sustancial proporción de gasto del Gobierno dedicado a la infraestructura rural -un 6,5% del PIB en su máximo de 2001-.

Esas políticas funcionaron hasta 1990, pero perdieron eficacia tras la explosión de la burbuja financiera japonesa. Hasta ahora, sólo los leves cambios del mandato de Junichiro Koizumi entre 2001 y 2006 dieron señales de cierto resurgimiento económico.

El PDJ quiere prohibir a los burócratas veteranos el paso al sector privado, recortar el gasto en infraestructuras y redistribuir el ahorro para transferir rentas a las familias con niños y a los pensionistas.

Una reorientación de la economía hacia el consumo doméstico y un alejamiento de las exportaciones y las infraestructuras podrían suponer un estímulo significativo al crecimiento. También ayudaría subir los tipos para incentivar el ahorro.

El problema es la deuda del Gobierno, que según estimaciones del FMI llegará al 217% del PIB a finales de 2009. Los tipos bajos y las altas tasas de ahorro han ayudado a manejar la deuda, pero Japón necesita urgentemente reducir la cifra.

La deuda total, no la composición del gasto público, es la cuestión central de la economía japonesa. Y aún no se sabe si el PDJ tiene la respuesta.

M. Hutchinson

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