Un paso contra el secreto bancario
Esta semana el Gobierno de EE UU y el de Suiza, en representación del banco UBS, han llegado a un acuerdo para que la entidad aporte información a la administración fiscal americana sobre 8.000 o 9.000 de sus clientes que, aunque con cuenta en Suiza, tributan en EE UU. La Confederación Helvética ha cedido a regañadientes, pues el éxito de su poderoso sistema financiero se basa en la legalidad del secreto bancario. E ir contra él implica poner en peligro la estabilidad de unas de las actividades más lucrativas del país europeo. Pero es difícil seguir sustentando un modelo que da cobertura comercial al dinero procedente de otros países, y muchas veces eludiendo su obligación fiscal. Y Suiza, consciente de que soplan malos vientos para la confidencialidad y la opacidad tras aflorar varios fraudes a gran escala con la crisis, ha tenido que ceder en parte con el objetivo de salvar el todo.
La crisis de las subprime ha desatado la ira de los Gobiernos más poderosos, que consideran que el fracaso del sistema financiero se ha sustentado en parte en la opacidad que prestan los paraísos fiscales. El G-20 ha acordado ir acotando el secreto bancario, y Suiza, junto a otros paraísos fiscales, deberían disponer de tiempo para adaptarse, pero antes o después, tendrán que implantar la transparencia en sus entidades financieras.