El papel del dólar en la actual crisis
La visión ortodoxa dominante tiende a asociar las inestabilidades cíclicas a factores exógenos, y por lo tanto naturales e inevitables, mientras que los economistas de la Teoría de los Ciclos Endógenos, heterodoxos, entre los cuales me encuadro, consideran que la inestabilidad es intrínseca a la dinámica del sistema capitalista, de manera que debe de ser estabilizado y humanizado a través de una regulación pública. Los mercados no pueden ser abandonados a su suerte, especialmente el sistema financiero, ya que no son capaces de autorregularse.
Bajo la discrepancia entre ciclos exógenos o endógenos, subyace en realidad la diferente percepción de si la economía está en equilibrio o en constante desequilibrio. La evidencia empírica del análisis de ciclo apoya las ideas de desequilibrio y ciclo endógeno. Una de las lecciones de la crisis actual es que las bases teóricas de la ortodoxia dominante deben de ser revisadas.
El origen de la crisis actual se encuentra en los elevados niveles de sobreendeudamiento del sector privado de la mayor parte de las principales economías desarrolladas, muy especialmente Estados Unidos, de manera que cuando el colateral que apoya esos niveles de deuda colapsa, se inicia un desapalancamiento que implica demanda insuficiente, excesos de producción, necesidad de reducir deuda, destrucción de capital y desempleo. Es muy importante entender que en esta situación las empresas reaccionan infrautilizando medios de producción, destruyendo capital, y aumentando productividad vía desempleo, de manera que la crisis se retroalimenta.
Con el fin de evitar los errores de política económica de la Gran Depresión, se están implementando políticas económicas agresivas no ortodoxas en los países desarrollados, que van desde la política monetaria de tipos de interés cero y expansión cuantitativa, hasta la participación de los Tesoros de diversos países en la recapitalización de bancos, entrando como accionistas, y/o concediendo avales sobre el valor de los activos, o sobre la financiación de la compra de activos tóxicos por parte de inversores privados.
La implementación de todas estas medidas de política económica ha evitado el colapso de la economía mundial, pero ello no garantiza una recuperación razonable en los próximos años. El riesgo de que la recesión continúe más allá de lo que prevén los organismos internacionales, y de que, posteriormente, tengamos un crecimiento muy bajo, a la japonesa, es muy alto. No se está atacando el origen de la crisis: el brutal sobreendeudamiento del sector privado, que no se reduce, y al cual se está añadiendo el endeudamiento del sector público. En Estados Unidos la deuda sobre PIB ha pasado del 368% en el último trimestre de 2008 al 375% en el primer trimestre de 2009.
En este contexto de fuerte sobreendeudamiento del sector privado, la política monetaria es ineficiente, y el efecto de las políticas fiscales es limitado. Bajo este análisis, para compensar el desapalancamiento del sector privado, es preferible que los estímulos para la demanda doméstica procedan de las exportaciones.
Se necesita un mayor gasto agregado de las economías emergentes BRIC (Brasil, Rusia, India y China), que puedan crecer más vía componentes autónomos. Pero aquí surge un problema: los países BRIC reclaman una nueva moneda reserva supranacional que supere al dólar, con el fin de balancear el mundo, ya que consideran que la credibilidad de Estados Unidos como emisor de moneda reserva está cada vez más en entredicho, y la probabilidad de una devaluación repentina del dólar, que les perjudique, aumenta conforme pasa el tiempo. Por el contrario, Estados Unidos, por razones obvias, no quiere abandonar el papel del dólar como moneda reserva.
Juan Laborda. Estratega jefe de Abante Asesores