La crisis despierta de su apatía a los accionistas minoritarios
El activismo societario es más importante fuera de España.
Los expertos han puesto nombre al fenómeno de falta de interés que los accionistas minoritarios demuestran a la hora de participar en las juntas, o incluso de informarse sobre las actividades de los gestores: apatía racional. Como tienen la convicción de que no van a poder influir en la marcha de la sociedad, ni siquiera lo intentan.
Además, en la mayoría de ocasiones se trata de accionistas-inversores cuya prioridad no es el funcionamiento de la empresa ni su buen gobierno, sino obtener beneficios. Sin embargo, la reducción de éstos como resultado de la crisis ha comenzado a despertar a algunos accionistas de su letargo.
"La explicación que me parece más lógica es también la más sencilla, -argumenta consejero del bufete Cuatrecasas y miembro del Foro Europeo de Gobierno Corporativo-. El accionista es abstencionista cuando las sociedades marchan bien y la situación económica es buena, pero cuando hay una crisis, los errores y los desmanes en la gestión no son perdonados tan fácilmente, y los accionistas actúan", explica Garrido, que participó en la elaboración del Código Unificado.
Dos accionistas de Sos han sumado sus títulos para lograr el preceptivo 5% y añadir puntos al orden del día de la junta
El asociado de Garrigues Manuel Sánchez Álvarez es de la misma opinión: "El activismo accionarial actual en algunas empresas viene provocado, fundamentalmente, por el agudo contraste que existe entre las dificultades económicas de dichas empresas -que han hecho caer en picado la rentabilidad para los accionistas- y las remuneraciones de sus administradores, que se muestran inmunes a las dificultades. No es casual que la CE haya dado un paso en estos momentos, en la línea de hacer más trasparentes y controlables las remuneraciones de los administradores".
Pero como señalan los expertos, el activismo accionarial es mayor fuera de nuestras fronteras. Ahí están los recientes casos de la junta de Air Lingus. Tanto en esta como otras empresas se había convertido en puro trámite el que el consejo consiguiera autorización de la junta para emitir sin derecho de suscripción preferente. En este caso no ha sido así. También los gestores de BP se encontraron el mes pasado con el voto negativo de buena parte de los accionistas a su propuesta de remuneraciones para el consejo. Lo mismo, y también en relación con el sueldo del consejo, le sucedió a Xtrata, a Heineken, a KPN, o a Shell, que ha recibido el voto en contra de más del 50% de los accionistas.
Cultura de la propiedad
"La cultura de la propiedad está cambiando", argumenta Gianfranco Gianfrate, mánager de Hermes Equity Ownership, una gestora de fondos que es accionista de unas 8.000 empresas.
Y aunque en España el movimiento accionarial es más reciente y menos combativo, ya se han empezado a dar muestras de que la mentalidad está cambiando y hasta las ONG han comenzado a participar en las juntas. La pionera en esta práctica fue Setem, que en 2001 se presentó en la junta de Inditex y que posteriormente ha hecho acto de presencia en las del BBVA o Adolfo Domínguez. También Intermón Oxfam ha participado este año en la junta de Repsol gracias a la cesión de acciones de inversores españoles -unas 81.000- y a la de fondos norteamericanos, como el Boston Common Assets Management.
Pese a todo, como recuerda José María Garrido, el activismo accionarial "requiere que haya inversores con participaciones relativamente elevadas. No se trata de revueltas de pequeños accionistas minoritarios, sino de uno o varios accionistas fuertes que actúan contra los gestores". Es lo que ha pasado en el grupo Sos, donde dos accionistas han sumado sus acciones para superar el 5% preceptivo que permite añadir puntos al orden del día. Su propuesta consiste en ejercer la acción social de responsabilidad contra todos los miembros del consejo.
El Gobierno prepara una ley para fomentar el activismo
El Consejo de Ministros analizó en febrero el informe de una propuesta normativa que tiene por objetivo fomentar el activismo de los minoritarios. Entre otras cosas la futura ley tratará de que se eliminen los obstáculos que dificultan el voto, como la supeditación de su ejercicio al bloqueo de acciones durante un tiempo determinado antes de la junta. También se pretende que pueda delegarse o ejercitarse directamente el voto a distancia mediante correspondencia postal, electrónica o cualquier otro medio, siempre que se garantice la identidad del sujeto que participa o vota.Además, los estatutos sociales deberán regular aspectos como la transmisión en tiempo real de la junta, la comunicación bidireccional, también en tiempo real, para que los accionistas puedan dirigirse a la junta desde lugar distinto a su lugar de celebración, y un mecanismo para ejercer el voto antes o durante la junta sin necesidad de nombrar a un representante que esté físicamente presente allí.