Gastos pegajosos
Los legisladores obtienen lo que piden: la lenta muerte de los bonus en Wall Street; lo que no es necesariamente bueno. Si el salario variable llegó a convertirse en un peligro hace unos años en el sector financiero, lo cierto es que tiene muchas virtudes. Pero ahora, los bonus están de capa caída por exigencias del Gobierno, muchas de cuyas políticas tienen un carácter populista. Por ejemplo, cerrar el grifo del TARP a aquellas entidades financiera que no limiten este tipo de compensaciones salariales a un tercio de los ingresos totales de sus ejecutivos.
En Inglaterra, las autoridades financieras han argüido que "la parte fija debería ser una proporción suficientemente alta del salario para permitir planes flexibles de bonus". El problema de estas reformas es que incentivan que los bancos incrementen el salario base, no ligado a rendimientos, para compensar la reducción de los bonus. Es lo que está pasando.
Morgan Stanley ha anunciado que la parte fija supondrá un tercio de los 800.000 dólares que reciben al año sus copresidentes o de los 750.000 dólares de sus directores financiero, administrativo o del departamento legal. Y no es la primera firma. UBS también ha anunciado que aumentará el salario base.
No hay duda de los excesos cometidos con los bonus en el pasado. Muchos ejecutivos de Wall Street los recibieron por ejecutar algunas operaciones que han pasado factura a los accionistas de sus firmas, pero también a los contribuyentes. Este tipo de planes de incentivos deben ciertamente ser abolidos.
Lo que no significa que los bonus sean demonizados. Idealmente, motivan y recompensan a los buenos gestores -y ayudan a generar valor para los accionistas- y permiten flexibilidad a las firmas para gestionar sus costes en tiempos de crisis.
Los salarios fijos, sin embargo, son pegajosos y difíciles de modificar. Una variación del porcentaje del fijo sobre el variable mina alguno de los mejores aspectos del modelo de Wall Street. Sería mejor que los reguladores se preocupasen de encontrar soluciones para ligar verdaderamente los bonus al desempeño eficiente -juzgándolo a lo largo de varios años- antes de elevar los salarios de los ejecutivos en detrimento de los accionistas y, una vez, de los contribuyentes.
Rob Cox