¿Se acabó la crisis?
Observo con cierta preocupación los mensajes cada vez más optimistas sobre el final de la crisis. Me refiero a la crisis económica internacional, puesto que cada vez parece más claro que uno de sus orígenes, la crisis financiera, sí podría estar siendo ya reconducida.
No se confundan: soy el primero que desea fervientemente superar la etapa actual de fuerte deterioro económico, cuyo reflejo más doloroso es el aumento del desempleo. Pero mi inquietud se centra sobre los mensajes excesivamente optimistas que pueden llevar a los agentes económicos a tomar decisiones precipitadas, cuando aún debe seguir primando la prudencia.
La restricción de crédito, que poco a poco se está superando gracias a las medidas extremas de las autoridades, seguirá siendo en los próximos meses un factor que limite una fuerte expansión del gasto e inversión. Los flujos de comercio internacional, que comienzan a recuperarse tras el desplome de la segunda mitad del año pasado, se enfrentan a las medidas proteccionistas de muchos países y a la limitada financiación. Por no hablar de la dificultad de determinar en estos momentos (y en el futuro cercano) un motor claro para la demanda internacional.
La parte positiva de todo esto es la disminución de los desequilibrios de comercio internacional. La negativa, que se haya logrado a través de un desplome del crecimiento económico. El ajuste de tamaño de los mercados financieros, materializado en parte en la propia banca, supone una restricción adicional para que las empresas encuentren financiación barata pese a los niveles casi nulos de los tipos de interés oficiales.
Frente a la mejora económica actual, el outlook a medio plazo sigue siendo incierto, según reconocen la mayoría de los organismos internacionales y bancos centrales. Y todo ello en un mundo donde los agentes económicos siguen digiriendo el elevado endeudamiento acumulado en los últimos cinco años.
Les pido disculpas si ofrezco una imagen demasiado negativa del actual escenario. No es mi intención. Sin duda cada vez hay más indicadores, de tipo cualitativo, que nos anticipan ya el final de la contracción tras el verano. Mientras, los datos reales certifican que el ritmo de deterioro se modera. Así, podemos discutir sobre el próximo suelo del PIB mundial, en mi opinión entre el segundo trimestre y el tercero de este mismo año. Aunque habrá países con crecimiento negativo hasta el próximo ejercicio.
La recuperación de los mercados financieros, apuntalados por las medidas de las autoridades, sin duda ha sido fundamental para este mayor optimismo. Ser optimistas, siempre que las bases sean sólidas, es básico para superar la crisis. Pero el exceso de optimismo sólo puede llevar a un rebote económico temporal que prolongue más tarde el deterioro económico. De esto saben mucha las autoridades japonesas, en estos momentos quizás las más escépticas sobre una recuperación rápida de su economía.
¿Qué hacer entonces? Lo fundamental, ser realista sobre la profundidad de la crisis económica actual. Algunas autoridades lo son. Me quedo en este sentido con una frase reciente del presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke: "Se han tardado años en gestar la crisis actual; se tardará mucho tiempo en que esté totalmente superada".
Naturalmente, no bajar la guardia. ¡Cuidado con revertir antes de tiempo muchas de las medidas extremas tomadas para soportar los mercados! Continuarlas con reformas estructurales que permitan una recuperación fuerte a medio plazo. Y limitar los movimientos excesivos de los propios mercados. Sé que es complicado, pero ya hemos comprobado con qué rapidez se pasa del pánico a la euforia. El camino opuesto es igual de sencillo. Ser más cautos en los mensajes es clave para evitarlo.
Frente a la 'mejora' económica actual, el 'outlook' a medio plazo sigue siendo incierto, según reconocen la mayoría de organismos y bancos centrales
José Luis Martínez Campuzano. Estratega de Citi en España