¿Cómo es una oficina con accesibilidad global?
Raúl Escudero esboza las directrices que han de seguir los nuevos espacios de trabajo y anima a los empresarios a no dejarse intimidar por la crisis y realizar los cambios pertinentes. Es un tema de responsabilidad.
A partir de 2010 todos los espacios públicos y edificios de nueva construcción deberán ser accesibles, según recoge la Ley 51/2003. Los edificios ya existentes, que sean susceptibles de una rehabilitación o ampliación, contarán con un plazo más amplio para poder hacerlo. Se entiende por accesibilidad global a los edificios adaptados a las distintas necesidades y capacidades de los usuarios. Todo ello con la finalidad de conseguir la igualdad de oportunidades y la no discriminación de las personas con discapacidad. Esta norma afecta también a los edificios de oficinas, sea cual sea su actividad, ya que la accesibilidad se refiere no sólo a personas ajenas y usuarios que tengan acceso a dicho edificio, sino también a los propios empleados.
Se terminan los plazos para el cumplimiento de nuestros compromisos, pero la accesibilidad continúa sin encontrar un espacio para el debate social, para la formación y la información, entre aquellos que promueven la ejecución o reformas de inmuebles, los usuarios, y los arquitectos y diseñadores. De hecho, no existe una disciplina ni una asignatura específica en los programas de formación de las escuelas de arquitectura que abarque este tema y prepare a los futuros técnicos para integrar los conceptos accesibles en sus proyectos. Los diseñadores de espacios hemos tenido siempre que adaptar nuestros diseños (hasta los más atrevidos) a las exigencias normativas y técnicas que han ido apareciendo a lo largo de la historia: qué decir de las escaleras de incendios, que al nacer suponían un problema estético en las fachadas y ahora las encontramos como ejemplos maravillosos por las calles de Nueva York. Así es como debemos enfocar la accesibilidad. En el caso concreto de las oficinas, donde el diseño e imagen corporativa juegan un papel fundamental, debemos lograr un equilibrio entre accesibilidad y buen diseño. Este es el reto para empresas y arquitectos.
La situación económica actual no parece la más adecuada para que las empresas asuman este tipo de reforma, pero la adecuación temprana a esta norma conlleva beneficios relacionados con la imagen de marca de la empresa y su inversión en responsabilidad social corporativa. Además, la fidelidad del trabajador, la complicidad con la cultura de empresa y la retención del capital humano se aprecia en empresas que han adaptado sus oficinas a esta normativa.
Una oficina accesible debe garantizar el acceso y desplazamiento de todos los usuarios, sea cual sea su minusvalía (motora, visual, auditiva), a cualquiera de los espacios del edificio, en condiciones de seguridad y comodidad; por lo tanto, se deben tener en cuenta desde aspectos relacionados con las vías de acceso al inmueble y la deambulación exterior, hasta aspectos relacionados con la arquitectura interior, el mobiliario, las circulaciones y los elementos que facilitan la orientación (visual, táctil y auditiva) dentro de ese espacio. Aunque la normativa es muy amplia, entre las características generales de un edificio accesible podemos mencionar varias. En cuanto a la iluminación del exterior y acceso al edificio de oficinas, se evitarán tanto zonas en penumbra como deslumbramientos. Los tiradores y sistemas de apertura en puertas deberán tener elementos de fácil aprehensión, pero son aconsejables las puertas automáticas. Las superficies de aceras y vías deben ser firmes y antideslizantes. Se debe dotar al edificio de accesos rasantes, evitando escalones y desniveles mediante ascensores y rampas.
En el interior, los acabados, el color de las superficies y la iluminación deben ser elementos diferenciadores que refuercen la percepción de los espacios y, por tanto, faciliten la orientación. Se debe tener especial cuidado con elementos ornamentales de señalética y papeleras que no puedan ser detectados por personas con discapacidad visual. Se logra una mejor orientación de los usuarios mediante el uso de rotulaciones a gran tamaño y una amplia gama cromática que diferencie las zonas de trabajo, zonas de ocio y las circulaciones. Se recomienda la instalación de interruptores accesibles y claramente diferenciados del color de la pared y detectores de presencia para la iluminación automática. Señalización con cambio de textura en inicio y fin de las escaleras. En ascensores, botonera en tamaño grande, entre 90 y 120 centímetros y con lectura en braille. Señalización acústica de llegada a planta.
En cuanto a los espacios de trabajo: en áreas de espera, mostradores en dos alturas para que tengan mejor acceso las personas en silla de ruedas. Se debe introducir un mobiliario adaptado. Los puestos de trabajo deben ser variables en altura y localizados de forma flexible, de manera que todos los empleados puedan encontrar en cualquier lugar del edificio un puesto de trabajo adecuado para desarrollar su actividad. También, es necesario incorporar elementos de uso cotidiano a dos alturas, tales como microondas y mostradores en zona de cafetería. Se evitarán bordes cortantes y picos en mobiliario y accesorios. En los cuartos de baño debe haber al menos un aseo con pavimento no deslizante tanto en seco como húmedo y un radio de giro de un metro libre.
Un edificio de oficinas con accesibilidad global debe concebirse como un proyecto integral que comprenda un mejor diseño de los espacios, los entornos y los servicios, así como su gestión, asegurando el confort de todos los empleados y usuarios.
Raúl Escudero. Director de proyectos de 3G Office