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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Geithner abre una vía al optimismo

El Gobierno de Barack Obama desveló ayer su plan más esperado, aquel que busca devolver a la normalidad el sistema financiero estadounidense y por extensión el internacional. De momento, el mercado recibió con frenesí el intento de EE UU -que ha quedado bautizado con el nombre del nuevo secretario del Tesoro, Timothy Geithner-. Todos los índices europeos y estadounidenses subían con fuerza, entre ellos el Ibex 35, que se anotó un alza del 3,14% y se quedó a las puertas de los 8.000 puntos. El petróleo también se dejó contagiar de la euforia y el Brent se pagó tres dólares más caro ante la esperanza de que la recuperación esté un poco más cerca.

El plan Geithner aporta, tras un primer análisis, la virtud de la novedad, ya que cambia el paso. En primer lugar, retoma la idea de sanear la banca mediante la adquisición de sus activos tóxicos, contaminados en su mayoría por las hipotecas de baja calidad -subprime- y poder sacarlos de los balances. Se abandona así el intento de aportar fondos a las entidades mediante la entrada pública en el capital, algo que se ha demostrado caro e ineficaz. Caro, porque la mayoría de los Estados llevan invertidas ingentes cantidades en un proceso que desemboca inexorablemente en la nacionalización de facto de la banca, algo que no despierta demasiado entusiasmo. E ineficaz, porque este dinero no se ha trasladado al mercado en forma de créditos a las familias y a las empresas, el fin último de todos los planes públicos de salvación financiera que han puesto en marcha numerosos Gobiernos.

La segunda gran novedad es que acude al capital privado para financiar el rescate y que el precio de los activos tóxicos se fijará en subasta. El plan consiste en crear un fondo financiado a partes iguales por capital público y privado que acudirá, a su vez, al mercado para apalancarse. Según las cuentas de Geithner, con una primera aportación pública de 75.000 a 100.000 millones de dólares obtendrá unos fondos de medio billón de dólares (367.000 millones de euros) para adquirir los fondos tóxicos de la banca estadounidense.

Sobre el papel, el plan es más barato y, posiblemente, eficaz que lo hecho hasta ahora. Sin embargo, depende de que los inversores estén dispuestos a comprar activos que, hoy por hoy, parecen incobrables. El propio Geithner ha apelado a su buena voluntad para que 'asuman algunos riesgos'. Y eso es mucho esperar, aunque para animarles haya ideado un sistema de avales que garantizan el capital invertido. Todavía está por ver la rentabilidad que ofrecerá el fondo, su verdadero atractivo; pero para ello hay que esperar a ver cómo se valorarán los activos tóxicos que salgan a la venta. Demasiadas incógnitas.

Al menos, Geithner podrá presumir de haber inyectado optimismo unos días antes de la reunión de Londres del G-20. Esos deberes sí que está en la obligación de llevarlos hechos.

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