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Columna
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Confusión en AIG

La última idea de Washington es cargarles impuestos a los beneficiarios de los bonus pagados por American Internacional Group (AIG). Los recientes 165 millones de dólares en bonus, que serán descontados de las ayudas a AIG, han causado con razón la ira de la ciudadanía y de los políticos. Pero la iniciativa de cargar impuestos corre el riesgo de generar más incertidumbre en el mercado.

Las circunstancias del compromiso de AIG para con los bonus de la primavera pasada, cuando estaba empezando a revelarse el daño que acabaría requiriendo 180.000 millones de dólares, merecían claramente una investigación. Y también se debería tener en cuenta si la compañía hubiese podido evitar legalmente pagarlas en su totalidad.

Pero cargar nuevos impuestos se aplicarían a las primas superiores a los 50.000 dólares pagadas a partir de enero de 2009 a los receptores de los bonus para recuperar los pagos, tal y como proponen ahora algunos políticos estadounidenses, sería un error (además de un uso cuestionable de la potestad impositiva). En primer lugar, porque pondría nerviosos a los electores que estaban ya preocupados por la aparente tendencia de la Administración Obama de cambiar -e incluso retroactivamente- las normas del ámbito financiero sobre la marcha.

Consideremos por ejemplo a los usuarios potenciales del billón de dólares del Term Asset-backed Securities Loan Facility, un programa gubernamental de EE UU que pretende conseguirle crédito a los consumidores haciendo más fácil a los bancos la venta de los préstamos que éstos contratan a los inversores. Imaginemos que ganamos 'demasiado' dinero, ¿quién nos asegura que el Gobierno no nos lo quitará? Avivar este tipo de incertidumbre es precisamente lo que necesita evitar el equipo de Obama.

Después de todo, el presidente de EE UU y el Congreso tienen muchas otras cosas en las que pensar. Cómo maximizar la significativa aportación de los contribuyentes a AIG es uno de los temas críticos. En términos generales, la evaluación de las actuales estrategias del regulador y el diseño del mejor sistema posible para el futuro debería estar en la lista de los legisladores.

El estatus de AIG como ejemplo de exceso financiero y de mala gestión de ayudas públicas le hace difícil a cualquiera actuar calmadamente. Pero eso es precisamente lo que se debe hacer si se pretende que tengan éxito los esfuerzos de Obama para estabilizar el sistema financiero y la economía.

Por Richard Beales

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