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Desplomado, sí, pero ¿barato?

Miguel Rodríguez - 24/02/2009

La liquidez se ha convertido en un artículo de lujo. Con el contrasentido añadido de que son los activos más líquidos los que más están sufriendo la depreciación, al ser el vehículo a través del cual los agentes del mercado se van desapalancando. Es decir, que si hay que vender forzosamente, lo primero que se vende es lo más líquido, como es obvio.

La liquidez se puede definir como la capacidad de vender un activo sin que se produzca una merma significativa en su valor. Pero en esta época de destrucción del sistema financiero (as we know it) también hay definiciones y paradigmas que han dejado de funcionar o de tener sentido.

Porque en estos momentos la Bolsa es, efectivamente, uno de los activos más líquidos del sistema financiero, pero no está tan claro que las ventas se estén produciendo sin una merma significativa en el valor de los activos. Más bien al contrario: si muchos venden y pocos compran los precios impepinablemente caen; sucede siempre que se pincha una burbuja especulativa.

Eso en lo que se refiere al funcionamiento del mercado como tal. Luego habrá que añadir otros factores como el riesgo de quiebras y nacionalizaciones o la valoración del mercado según las expectativas futuras de evolución de beneficios y dividendos.

Los mercados se han desplomado, pero no por eso tienen por qué estar baratos. En una nota publicada ayer, Bloomberg destaca que más de la mitad de las empresas del S&P 500 han suprimido o reducido el dividendo en el último trimestre; otro triste récord de los que va dejando esta crisis. Según la agencia, aunque el índice cotiza a su nivel más bajo de los últimos 24 años con respecto a los beneficios esperados, si se tiene en cuenta para la valoración el flujo de caja que recibirá el accionista, la renta variable estadounidense se encuentra un 46% sobrevalorada.

Nos queda el consuelo de que, por el momento, los inversores que quedan han relegado a un segundo plano el análisis fundamental.

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