La crisis golpea a Nueva York, el templo del consumo
La ciudad de los rascacielos se rinde a la difícil situación económica y teme por su futuro.
El negocio está lento', admitía en voz baja una de las empleadas mexicanas de uno de los muchos establecimientos de la ciudad especializados en manicuras y pedicuras a precio asequible. Era sábado por la mañana y en este local del SoHo no solo no había que esperar turno, como de costumbre, sino que además muchas de las empleadas estaban desocupadas. 'No es sólo aquí, está lento en todos los sitios', explicaba en spanglish para dar a entender que el negocio flojea.
Así es. El negocio, todos los negocios viven momentos difíciles y en la ciudad no solo se teme que la crisis sea grave, sino que ademas durará mucho tiempo.
Cuando los problemas comenzaron por el sector hipotecario subprime, la orgullosa urbe miró para otro lado con indiferencia. Pero ahora que estas hipotecas de alto riesgo han envenenado un engranaje financiero debilitado por el exceso de riesgo, la ciudad de los excesos ha visto moverse el péndulo vertiginosamente.
Según la oficina del Interventor del Estado, Thomas DiNapoli, hasta diciembre de 2008 se habían perdido 19.200 empleos en el sector financiero y los ingresos de este sector que supone el 20% de los ingresos por impuestos para el Estado de Nueva York y el 12% para la ciudad, se han reducido. DiNapoli calcula que la caída del 44% de los bonus (18.400 millones de dólares) y los malos resultados de la banca son un revés de 1.000 millones de dólares para las arcas del Estado y unos 275 millones para las de la ciudad. Dado que los bancos no esperan volver a las cifras de negocio del pasado reciente, el ajuste será duradero.
Políticos, empresarios y ciudadanos quieren evitar pensar en que se puede volver a los difíciles años setenta, pero o la innovación, el espíritu emprendedor, el optimismo y el dinero se imponen, o Nueva York, una ciudad víctima de su dependencia del sector financiero, puede tardar en retomar el lustre que tuvo hace apenas un año.
A día de hoy las huellas de la crisis no hacen que más que aflorar. Es evidente en el comercio. El tráfico en las tiendas ha descendido en una ciudad caracterizada por el consumo y ni las señales de 'rebajas', 'oferta especial', 'drástica reducción de precios' consiguen atraer a unos ciudadanos y visitantes que hasta ahora han sido rápidos a la hora de sacar la tarjeta de crédito. En muchas zonas comerciales se ven cada vez más locales vacíos y no sólo en las de clase media o baja.
Según el International Council of Shopping Centers, de todas las categorías de cadenas de tiendas, las de lujo sufrieron el año pasado la mayor caída de ventas, un 7,5% con respecto al año anterior; cuando desde 2004 hasta 2007 sacaba cuerpos de ventaja en márgenes al resto del comercio. Fortunoff, especializada entre otras cosas en joyería de lujo, suspendió pagos recientemente. El paisaje comercial se repite en otro de los negocios que caracteriza a la ciudad: el sector inmobiliario. En la zona más exclusiva de Madison Avenue hay casi dos docenas de locales vacíos con el cartel de 'se alquila'. Sus ocupantes han cerrado o bien se han ido a otras zonas con alquileres más bajos.
El inmobiliario se ha despedido de su techo. Los alquileres comerciales y residenciales están bajando y aunque hace sólo cuatro meses se negociaban contratos al alza, ahora se hacen a la baja. Las ventas de pisos han caído un 9,4% en el último trimestre y los precios suben a un ritmo muy bajo. Hay un segmento en el que bajan: el del lujo.
Lo que sigue subiendo es el coste del seguro médico y dado que cada vez hay más paro, es de esperar que siga elevándose, puesto que menos asegurados tienen que pagar la misma infraestructura y costes en los que incurren los no asegurados.
El tesoro cultural de la ciudad también está sufriendo dado que el mecenazgo se ha venido abajo con la crisis. La âpera tiene en marcha una campaña para captar contribuciones, el Metropolitan Museum ha congelado las nuevas contrataciones y el de Historia Natural está cancelando algunos de sus programas. Otros museos más pequeños han dejado de imprimir guías. Sólo los empresarios de Broadway están desafiando a la crisis y aunque recientemente se han cancelado varias obras, está previsto que se estrenen 19 en los próximos tres meses. Al menos, el show continúa en la ciudad que nunca duerme.
Presupuestos que son un disgusto
Enfermeras y médicos de Nueva York protagonizan una campaña de televisión para mentalizar a la opinión pública de que si se aprueba el presupuesto que ha propuesto el gobernador demócrata David Paterson para el Estado, muchos de ellos perderán su empleo y la calidad del servicio disminuirá. Paterson está obligado por la Constitución a cerrar unas cuentas en equilibrio y ahora tiene un déficit de 1.700 millones de dólares (1.323 millones de euros) para el actual ejercicio y 15.400 (12.030 millones de euros) para el 2009-2010. Antes de esperar a que se concrete una ayuda por parte de Washington en el estímulo fiscal, Paterson ha propuesto subir impuestos y tasas (sobre todo en educación) y reducir gastos. De hecho, el gobernador se refiere a este periodo como una 'horrible calamidad'.Y las cuentas dejan a la ciudad entre la espada y la pared. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, está siendo muy crítico con Paterson porque le obliga a hacer más recortes de los que inicialmente tenía pensado. Bloomberg teme que haya que despedir a 14.000 profesores.El alcalde, que a su vez lidia con un déficit de 5.000 millones de dólares (3.900 millones de euros), anticipa subidas del impuesto de ventas y despidos de trabajadores del sector público.