Obama llega con la misión de cambiar el ciclo de la historia
Estados Unidos abre de par en par la puerta al intervencionismo para atajar la recesión.
El carácter templado que ya ha demostrado. Un equipo que se ha ganado el respeto -aunque no la total adhesión- incluso de sus opositores. Un país con una economía muy flexible. Una mayoría cómoda aunque no del todo suficiente en el Congreso y una gran popularidad entre los ciudadanos de un país que, en general, tienden a ser optimistas si se les da la más mínima oportunidad y no suelen caer en el cinismo.
Esos son los principales elementos en el haber de Barack Obama, el primer hombre negro que asume la presidencia de EE UU. Y con ellos tiene que hacer frente a la situación económica más difícil desde la II Guerra Mundial generada, como dice el financiero George Soros, 'por el propio sistema' y en el contexto de una crisis mundial.
La fecha para la histórica toma de posesión es el 20 de enero aunque por la actividad que Obama ha tenido desde que ganó las elecciones pareciera que llevase ya meses en la Casa Blanca.
El aún presidente electo no ha dejado de decir durante la transición que el país sólo tiene un presidente y que él no lo es. En materia de política exterior, desde luego, así ha sido pero en la práctica, en cuestiones económicas, Obama y su equipo económico han sido un muy activo gobierno en la sombra. No sólo han diseñado un plan de estímulo fiscal sino que han empezado a negociarlo con el Congreso. Además ha solicitado a los legisladores, a través de George Bush, la autorización para hacerse con los 350.000 millones de dólares del segundo tramo del TARP, el plan de salvamento para la banca.
Otro presidente que tuvo una situación difícil como ninguna en sus manos, Franklin D. Roosevelt, tuvo que esperar hasta marzo (casi cinco meses) para tomar posesión y durante la transición se fue a navegar mientras la Gran Depresión hacía estragos. Pero en esta época en la que muchas industrias sufren lo que los economistas llaman punctuated change, es decir, un cambio que repentinamente se acelera y les lleva al agujero, Obama se ha tenido que dar prisa.
El mismo viernes, un día después de acordar con los demócratas en el Congreso un estímulo fiscal para los próximos dos años por valor de 825.000 millones de dólares (626.408 millones de euros), defendió públicamente esta medida en un acto con trabajadores en Ohio. Es la mayor cantidad nunca gastada por un Gobierno para reactivar una economía en recesión, de esta cantidad, 550.000 millones se dedicarán a inversiones y gastos y 275 millones a recortes fiscales a empresas y particulares.
Si se acepta la teoría del historiador Arthur Schlesinger de que los ciclos de la política económica americana se definen como 'un continuado cambio en la implicación nacional entre el interés público y el privado', la legislatura del primer presidente negro no solo hará historia por cerrar el círculo de lucha racial abierto en la Guerra Civil sino que también cambiará el ciclo.
La dotación de este masivo programa de intervención pública responde a una situación muy crítica para una economía que habría cerrado el último trimestre de 2008 con una contracción del crecimiento del 6%, según las previsiones de Nouriel Roubini, el economista más pesimista y también más acertado del país.
'Nuestra previsión es que el gran estímulo fiscal y monetario termine con la recesión técnica en la segunda mitad de 2009, sentando las bases para una recuperación lenta que mantenga la tasa de paro en una trayectoria al alza y los tipos básicos cerca del 0% hasta el final de 2010. Con todo, mantenemos una enorme incertidumbre'. Es el análisis de los economistas de Goldman Sachs, Jan Hatzius y Andrew Tilton, que resumen con su perspectiva el consenso de unos analistas que asumen que no se puede avanzar sin estímulo por mucho que las arcas del estado estén exhaustas. Obama va a heredar de George Bush un déficit presupuestario de 1.18 billones de dólares (891.000 millones de euros), el 8,3% del PIB.
Motivos para las previsiones sombrías no faltan. En un país que depende del consumo, el empleo está en caída libre y el paro ya ha alcanzado el 7,2% en unas estadísticas que son optimistas. El crédito se ha secado y por ejemplo las ventas al por menor de diciembre (en plena temporada) han caído un 2,7%, casi tres veces más que lo previsto. Y por su puesto la vivienda, la zona cero de la crisis, sigue buscando un suelo que los más pesimistas creen que se alcanzará cuando los precios caigan más del 35% con respecto a su pico (de momento, lo han hecho un 25%).
A todo esto, hay que sumarle un sector financiero que todavía no deja de hacer aguas ni de reclamar de la ayuda del Tío Sam. Ben Bernanke, el presidente de una Fed que ha puesto a funcionar todos las herramientas de la autoridad monetaria hasta límites nunca vistos, afirma que ningún estímulo fiscal será suficiente si no se estabiliza el sistema financiero. 'La historia demuestra concluyentemente que la economía moderna no puede crecer si su sistema financiero no opera de forma efectiva', dijo la semana pasada en Londres.
Una corta luna de miel
Desde su elección, Obama ha conseguido tranquilizar a la derecha incluso a costa de defraudar a la base de izquierdas que le ha llevado a la Casa Blanca. La inclusión de un paquete de rebajas fiscales responde sobre todo a la necesidad de conseguir los votos republicanos para que el Congreso apruebe un estímulo fiscal que dedicará 90.000 millones a infraestructuras. El paquete también incluye una crítica transferencia a los estados de 87.000 millones (66.080 millones de euros) que hacen frente a un progresivo y alarmante deterioro de sus cuentas públicas. California, de hecho, está a un paso de la insolvencia.
De momento, Obama ha conseguido mantener la luna de miel que se inició con su elección pero a medida que va tomando decisiones empieza a hacerse evidente que la calma no durará.
En una reciente columna en The New York Times, el influyente premio Nobel de Economía Paul Krugman dijo que el estímulo no es lo suficientemente agresivo (ni en tiempo ni en dinero) e incluso recordó una cita de Larry Summers, uno de los asesores de Obama, quien dijo que en esta crisis 'hacer muy poco supone un riesgo mucho mayor que hacer demasiado'.
El progresista Krugman considera que los recortes fiscales, incluso a las familias (500 dólares al año por contribuyente) son ineficaces para la crisis actual. Es una visión compartida por Christian Menegatti, economista jefe de RGE Monitor, la firma análisis de Roubini. 'Creo que el paquete de estímulo no es lo suficientemente grande'. Según los cálculos de RGE, no podrá suplir una caída de la demanda privada que se calcula que sea de un billón de dólares entre el segundo trimestre de 2009 y 2010. Con todo, Menegatti explica que los recortes fiscales 'tienen el mismo efecto que el cheque de 600 dólares que mandó Bush, el 20% se dedicó a consumo y el resto a ahorro'.
Un estudio del plan, hecho por los asesores de la Casa Blanca Jared Bernstein y Christina Romer atestigua que el estímulo va a crear más de tres millones nuevos de empleos. El problema es que el ritmo de destrucción de puestos de trabajo es tal que el paro no bajará del 7% y admiten que los efectos en la economía desaparecerán rápidamente si el sector privado no retoma su papel.
Menegatti y otros economistas confían en que 'las autoridades sean más agresivas de lo dicho hasta ahora'.
Después de todo, Obama ya da muestras de haber seguido a Roosevelt, quien en los 100 primeros días puso en marcha el New Deal y afirmaba que 'hay que probar cosas, si no dan resultado, se admite y se ensaya otra'.