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Tribuna
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Las plegarias atendidas

Todas las reuniones internacionales adolecen de falta de concreción y están llenas de buenas intenciones. En algunas ocasiones (durante los ciclos alcistas) además, el triunfalismo y la autocomplacencia edulcoran agendas de liturgias atemporales en las que los temas más procelosos, aunque también presentes, se dejan para las conversaciones off-the-record.

En esta ocasión, la gravedad de las crisis y los últimos acontecimientos financieros suponen una agenda densa, árida, y en la que no faltan los temas de interés, ya sea por la importancia de la recuperación económica, o bien la novedad de las medidas intervencionistas necesarias. De hecho, los titulares hablan de una refundación del modelo capitalista, habida cuenta de las fisuras existentes.

En este contexto, los países reunidos, si quieren salvar su reputación deberán arrojar luz sobre estos aspectos.

¦bull; Reconocer que hacen falta serios ajustes estructurales en la economía mundial. La mayoría del crecimiento de los últimos años era antinatural. Los déficit comerciales de EE UU, Gran Bretaña y España financiaron un consumo excesivo, demasiadas viviendas, pero apenas empujaron el sector manufacturero. Entretanto, monedas artificialmente intervenidas como la china, apoyaron sus exportaciones fuera de las reglas del juego. Además de ello, la financiación asequible explosionó los precios de las commodities, enriqueciendo a países como Rusia o Irán. Pero los buenos tiempos no fueron condescendientes con los fabricantes de automóviles. En la mayoría del mundo, las finanzas y la propiedad inmobiliaria vivieron un cuento de hadas y estos excesos deben ser corregidos si queremos salvar la recesión.

¦bull; Deberá clarificarse la salida del credit crunch, y no prolongar la crisis innecesariamente. Para lo cual hará falta un compromiso internacional de apoyo al sector financiero (in-and-out). La parte de entrada ya se ha explicado, pero deberá estar más coordinada. El valor total de los programas internacionales de ayuda de bancos centrales y Gobiernos excede varios billones de dólares y existen síntomas de que el sector financiero ya ha pasado lo peor, pero su recuperación todavía es demasiado lenta, razón por la cual se necesita más apoyo. Debido a ello, el G-20 deberá ayudar a las economías y bancos en dificultades, pero también deberán presionar al sector financiero para que conceda más créditos. La operación salida será posterior, pero deberían irla diseñando, ya que cuando la recesión termine, los Gobiernos habrán prestado o tomado participación en numerosas entidades crediticias. Este papel intervencionista de los Gobiernos (no deseado) será el desafortunado resultado de la insuficiente supervisión y regulación de las transacciones financieras. Pero una regulación forzada inadecuada (tenemos el ejemplo de la Sox) no supondría una mejora en la situación. Deberían existir, pues, calendarios de salida para la venta de las participaciones y préstamos en manos de los Gobiernos.

¦bull; Los líderes deberían hacer algo natural en manos de los políticos: ofrecer concesiones a los votantes. Estímulos fiscales, ya sean recortes de impuestos o más gasto público, como suplemento a las ayudas aportadas al sector financiero. La perspectiva de ayuda generosa desde los Gobiernos reduciría el spread existente entre consumidores y compañías, lo cual ha causado que se reduzca el consumo, empeorando la situación. Aunque el tono de este déficit público es muy importante, abrir la mano en exceso al apoyo público es arriesgado, y puede conducir hacia crisis cambiarias y mayor inflación, empeorando la foto todavía más. Recordemos que para financiar este déficit y los programas de apoyo al sector financiero, EE UU ya tiene previsto emitir 1,5 billones de dólares de deuda durante 2009, el 30% del total comprometido.

¦bull; Aunque ausente en la cumbre, Barack Obama debe haber tomado nota de las deliberaciones y conclusiones, ya que va a tener que liderar la reorientación del sistema financiero mundial. El modelo previo, con poca regulación, cuyos movimientos eran inducidos por flujos de capital fuera del alcance de los Gobiernos, así como una política monetaria laxa, ha fallado estrepitosamente. Ha llegado el momento de cambiar de modelo. Según George Soros, esta superburbuja financiera que ha estallado tiene su origen en la sustitución del conocimiento por la conjetura. Detrás de la apariencia empírica de los mercados financieros sólo había instinto y emociones, y detrás de las decisiones de los Gobiernos no ha habido la vieja obsesión de la Ilustración por la verdad, sino una cierta manipulación posmoderna y el empeño político por permanecer en el poder. De ahí que, en definitiva, esta reunión del G-20 pudiera ser lo que Soros denomina una falacia fértil: una mentira que crea ilusiones, pero mentira al fin y al cabo.

Sin embargo, la cumbre ha mostrado apoyo unánime a ofrecer una rápida respuesta a la crisis global, y la necesidad de tomar medidas que apuntalen el crecimiento, mejorar la regulación de los mercados financieros y dar mayor voz a los países emergentes. Se abre, pues, una puerta a la esperanza, siempre y cuando se concreten en mayor medida, quizás en reuniones futuras, herramientas útiles de coordinación y calendarios.

Isabel Giménez Zuriaga. Directora general de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros

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