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Columna
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Nuevos talentos para la crisis

La nueva realidad impuesta por la crisis ha cambiado las prioridades a la hora de gestionar laboralmente a las personas, según el autor. Sin embargo, en su opinión, el talento, la formación y la experiencia continuarán siendo reclamados por las empresas en estos tiempos de dificultad

La crisis ha modificado bruscamente la realidad de nuestro mercado laboral. Si hace apenas un año las empresas competían por reclutar trabajadores, regresamos ahora a la imagen en sepia de las colas de los desempleados ante las oficinas del Inem. En 2009 superaremos la cota del 15% de tasa de paro, una cuantía inconcebible para la octava potencia mundial que decimos que somos. Volvemos a ser el farolillo rojo del desempleo en una UE cuyo desempleo medio no superará el 8%.

Esta nueva realidad, unida a las dificultades que atraviesan muchas de nuestras empresas, condicionará la manera de gestionar laboralmente a las personas. Ha sido apreciable el giro que han experimentado los departamentos de recursos humanos de las empresas. El vendaval de la crisis ha arrastrado algunos de los paradigmas que parecían consagrados durante los años de bonanza para traernos una dura realidad que parecía olvidada en el baúl de los recuerdos junto a las chaquetas de pana y las trencas de capucha. Nos cuentan que en muchas empresas han tomado fuerza los halcones que habían estado relegados por los ejecutivos palomas.

Las prioridades han cambiado y vuelven con sus recetas de mano dura. Si antes se hablaba de incentivos, ahora se habla de producción y de reducción de costes. La obsesión por disminuir la rotación del personal se ha mudado por el afán de adelgazar plantilla con el fin de adecuar la empresa a una demanda que cae mes a mes. Si antes se contrataban especialistas en liderazgo y motivación, ahora se reclutan profesionales para negociar los ERE y despidos. Muchos de los responsables de recursos humanos han sabido adaptarse a los cambios. A otros se los llevará también el vendaval.

La línea estratégica de relación con otras empresas también ha cambiado. El perfil del directivo que buscaba socios o joint ventures para acometer proyectos, se verá eclipsado por los talentos del corsario que adquiere compañías en apuros por un precio muy inferior al del valor que tendría en unas condiciones habituales de mercado. Será muy difícil que un consejo de dirección apruebe nuevos gastos o inversiones. Por eso, ascenderán aquellos que logren dirigir unidades autofinanciadas. Podríamos poner otros muchos ejemplos de algunos nuevos tipos de talentos que las empresas están requiriendo. La mayoría de ellos -y es normal que así sea- se alinearán con la imperiosa necesidad que tenemos de ganar competitividad, esto es, producir más calidad a menor coste.

Pero la gestión de personas -aunque sea en empresas en crisis- no puede limitarse a unas tijeras para recortar ni a un dedo para señalar la puerta de salida. Está demostrado que el miedo no suele ser el mejor motor para la eficacia y la productividad. Tampoco las empresas se podrán relajar pensando que tienen una cantera de mano de obra barata e infinita. Los condicionantes demográficos están fuera del albur de los ciclos económicos. Cada año se incorporarán menos jóvenes al mercado de trabajo, por lo que algunos oficios no será fácil cubrirlos, al tiempo que el talento, la formación y la experiencia continuarán siendo reclamados por las empresas que deseen hacerse más competitivas en estos tiempos de dificultad.

También algunos perfiles paloma serán reclamados. Muchas empresas van a tener que trabajar en situaciones difíciles. Más que nunca, agradecerán la aptitud de aquellos trabajadores que intenten insuflar entre los compañeros optimismo realista, del tipo 'las cosas están difíciles, pero saldremos reforzados de ésta'.

La crisis también genera nuevas demandas por parte de las empresas y los consumidores. Un talento muy requerido será el de aquellos directivos que intuyan esas nuevas necesidades y que sepan crear productos o servicios para satisfacerlas. La templanza resulta fundamental contra la sensación de pánico y derrotismo que ha anidado en las entrañas de muchos negocios. Necesitaremos a personas que sepan ver el rayito de luz al final del túnel.

Muchas empresas tienen clientes que no pueden cursar su pedido porque no tienen liquidez para el gasto o la inversión. Sin embargo, muchas de ellas disponen de suficiente solvencia en activos de gran valor. ¿Cómo resolver esa paradoja? Los que sean capaces de transformarla en negocio tendrán años muy prósperos por delante. La vida fluye. Ahora caemos y después volveremos a subir. Los responsables de recursos humanos sabrán adaptarse a las mutaciones de los tiempos.

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