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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más oxígeno para las pymes

La escasez de liquidez en la mayoría de las entidades financieras y la desconfianza sobre el futuro de la economía han provocado que la banca endurezca sus controles de riesgo para conceder créditos. Enfrente, la mayoría de las empresas se encuentran con que no disponen de capital; en muchos casos, ni siquiera para afrontar sus operaciones de circulante. Como si de una pescadilla que se muerde la cola se tratase, la falta de financiación hace que muchas empresas acaben en concurso de acreedores, lo que deriva en más morosidad y mayor desconfianza del sector financiero. Es una ecuación conocida, pero de muy difícil solución.

Por eso, tras la aprobación el sábado el cuarto paquete de medidas anticrisis ya anunciadas -para el pago de hipotecas y adquisición de vivienda, además de parte de las previstas para combatir el paro- es esperanzador oír al presidente del Gobierno que no serán las últimas. Sin dar detalles, José Luis Rodríguez Zapatero dijo ayer que el Ejecutivo estudia la forma de facilitar crédito y financiación para las pymes. Es, ni más ni menos, que atender a una justificada demanda empresarial y un paso en el que debe jugar un importante papel el Instituto de Crédito Oficial (ICO). El presidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, dejó claro la pasada semana que el problema de las pymes es que bancos y cajas niegan los créditos necesarios y 'sin esta financiación, muchas terminan en concursos de acreedores'.

La manera de romper este círculo perverso es que las entidades abran el grifo del crédito. Sin embargo, para ello son necesarias dos premisas: recuperar la confianza en las empresas y la vuelta de la liquidez a la propia banca. Respecto a la primera, en nada ayudan las previsiones que anuncian recesión en las grandes economías avanzadas, incluida la española. Es lógico, ante este futuro, que bancos y cajas afinen sus controles al dar o refinanciar préstamos. Sin embargo, existe el peligro del exceso de desconfianza. Al menos, eso denuncian las patronales que se quejan de que el sector bancario no discrimina entre sectores con profundas dificultades -como el inmobiliario- y el resto.

El aumento del riesgo empresarial no parece, sin embargo, ser la causa principal de la escasez de crédito. No es lógico que empresas que llevan décadas trabajando con las mismas entidades financieras sean ahora puestas en duda. Eso hace pensar que el escollo reside en el incumplimiento de la segunda premisa: simplemente los bancos no tienen liquidez y buena parte del dinero que obtienen en los mercados internacionales lo dedican a cubrir sus necesidades de balance.

De aquí la relevancia del Fondo de Adquisición de Activos Financieros (FAAF). A priori, parece un instrumento adecuado para dar respuesta al acuciante estrangulamiento financiero de las pymes. Pero es preciso disipar las dudas respecto al fin último de los fondos que obtengan las entidades en las subastas de capital. La decisión de primar a aquellos bancos y cajas que faciliten nuevo crédito a empresas es un indiscutible acierto. Ahora, ha de asegurarse que se cumple a rajatabla. Para ello podrían tener preferencia las entidades que presenten fondos titulizados que agrupan créditos a las pymes. Sería una garantía aceptable de que el dinero circula hacia el sector productivo.

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