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Relevo en la Casa Blanca
Tribuna
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Histórico triunfo para una nueva América

El triunfo de Barack Obama da comienzo a una nueva era, a un nuevo siglo XXI, diferente al que comenzó el 11 de septiembre de 2001, a un siglo lleno de terribles interrogantes, pero al mismo tiempo de esperanzas y de aliento para todos los estadounidenses y para todos los habitantes del planeta.

El 44o presidente de EE UU es un afroamericano y un intelectual que estudió en Harvard, que ha publicado dos excelentes libros con apuntes personales y que tan sólo tiene 47 años. Su nombre es Barack Hussein Obama, y hasta hace tan sólo cuatro años, en el que fue elegido senador por Illinois, era un completo desconocido en la política estadounidense. Como destaca el New York Times en su editorial de ayer, el fenómeno Obama supone una catarsis nacional que vuelve a dar alas al sueño americano y va a permitir un cambio político, social y económico enorme en un país tan rico en matices como EE UU, un país destinado a marcar la historia de la humanidad desde hace 200 años.

Obama ha recibido un enorme poder. De un lado ha recibido un apoyo masivo de toda la población, un 52% de los votos. Ha ganado en la mayoría de los Estados indecisos, muchos de ellos con tendencia histórica hacia el Partido Republicano. Por otro lado, ha conseguido una mayoría cómoda en el Cámara de Representantes y en el Senado. Y para ello no ha necesitado a los grupos de presión, ni a grandes contribuyentes. Obama no le debe su triunfo a nadie, y por ello, con una clara mayoría va a gobernar sin ataduras, con mucho más poder del que haya tenido ningún presidente reciente de EE UU.

Con ese poder en las manos, el presidente electo se ha puesto ya a trabajar. Los equipos de transición están empezando a diseñar lo que va a ser la nueva era. El mundo necesita acciones rápidas y un claro liderazgo. EE UU también. Dos guerras, amenaza terrorista, cambio climático y, sobre todo, la necesidad de atajar cuanto antes la crisis financiera y de ponerle nuevas reglas al capitalismo.

Obama tendrá que reinventar la relación entre el capital y el Estado, entre el capital y la sociedad, y reinventar las relaciones financieras internacionales. Tendrá que estar dispuesto a liderar un nuevo Bretton Woods, un nuevo orden financiero internacional, cuyos trabajos preparatorios se inician a mediados de este mes con la reunión del G-20, pero que puede llevar años en dar sus frutos. Deberá llevar a cabo una limpieza moral del sistema y su revitalización, tendrá que encajar una recesión sin precedentes, y fijar nuevas reglas con las potencias emergentes, especialmente China e India. Tendrá que aumentar los impuestos a un nivel sin precedentes y rebajar el gasto público.

El modelo de relación entre el sistema financiero y las entidades regulatorias y supervisoras marcará la forma en que el mundo va a entender a partir de ahora el papel del Estado en la economía. Y, estoy seguro, saldrá de todo ello con un balance positivo, pues EE UU tiene todavía un enorme recorrido por la flexibilidad de su sistema productivo y por su liderazgo mundial en tecnología y ciencia, pero el trabajo que le espera al presidente Obama va a ser formidable.

Aunque aún faltan 76 días para que Obama tome posesión del cargo de presidente de EE UU, el 20 de enero de 2009, la agenda del presidente electo va a ser igual o más complicada que la del presidente saliente. Haber sido elegido presidente de la mayor economía mundial en estos momentos que vivimos no permite dilaciones. Va a tener que dar pasos muy certeros, pronto, para inyectar confianza al sistema. Lo primero que hará, sin ninguna duda, es determinar quién va a ser el nuevo secretario del Tesoro. Tanto el último titular de la era Clinton, Larry Summers, como Timothy Geithner, presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, suenan con fuerza. Ambos son personas extremadamente capacitadas para el cargo. Por su parte, Warren Buffett, el oráculo de Omaha, mentor económico de Obama uno de los hombres más ricos del mundo, ha manifestado públicamente que se implicará en las decisiones del nuevo Gobierno que afecten a la crisis economía. Y aunque Buffett ha recomendado que se mantenga en su cargo durante un año al actual secretario del Tesoro, Henry M. Paulson Jr., Obama ha dicho en numerosas ocasiones que le quiere a él al frente del Tesoro. Si Warren Buffett pone su considerable fortuna en un blind trust y acepta el cargo, cosa improbable pero posible, el mensaje de esperanza que se dará, no sólo a las personas de todo el mundo, sino también a los mercados, será formidable.

Jaime Malet. Presidente de la Cámara de Comercio Americana en España

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