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Tribuna
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Después de lo urgente queda lo importante

Solucionado lo más urgente con el plan de rescate anunciado por el Eurogrupo, ha llegado el momento, según la autora, de sanear los balances, restablecer el mercado de capitales y estabilizar los mecanismos de fijación de precios, algo que llevará su tiempo.

Tras el respiro proporcionado por la acción coordinada por el Eurogrupo anunciando un plan de rescate de los mercados financieros, llegan el momento de reflexionar sobre cómo habrá de implementarse, en el corto y en el medio plazo, un plan que es coordinado y flexible para atender a la singularidad de los sistemas financieros de cada uno de los países europeos.

Lo primero que hay que decir es que a la vista está que los problemas con los que se han encontrado los sistemas financieros de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia o Islandia, con quiebras e intervenciones desesperadas, se encuentran muy alejados de la realidad de nuestro país, donde ninguna de nuestras entidades ha tenido que ser salvada in extremis. Esa es la mejor prueba de la solidez de nuestro sector financiero que ha resistido una situación de estrés inimaginable sin apenas trastorno alguno.

Dicho de otro modo, el plan europeo proporciona un airbag importante ante situaciones que han estado muy cerca del colapso global y que, creo firmemente, no se producirán en nuestro país.

La aprobación e implementación de estas medidas supondrá, en el mejor de los casos, una cierta estabilización de los mercados imprescindible para proceder a resolver los auténticos problemas que, no se olviden, siguen ahí. Las medidas aprobadas por el Eurogrupo y traspuestas a la realidad y necesidades de cada país no pueden convertirse en un placebo que nos haga suponer que el mal está erradicado.

Se presume que el sector financiero utilizará esos recursos para inyectar dinero barato en la economía y para proporcionar créditos a empresas y familias. Y eso me preocupa porque anticipa presiones que, de materializarse, podrían fragilizar a bancos y, sobre todo, a cajas de ahorros.

El dinero ha pasado a ser un recurso muy escaso y, por ello, muy caro de conseguir, no hay más que ver las agresivas campañas de las entidades financieras para captar pasivo, por lo que en una larga temporada los tipos de interés estarán más altos que en la fase de expansión precedente, cosa que, disculpen, no es muy mala si sirve para fondear los balances de las entidades y motiva el ahorro de las familias y las empresas y favorece su desapalancamiento.

Las entidades financieras españolas no pueden sino trasladar a sus precios de activo la negativa percepción existente sobre los fundamentos de la economía española y que ha motivado un encarecimiento de la financiación de los recursos que prestan en nuestro país. Esa percepción negativa se manifiesta, por ejemplo, en el repunte del diferencial respecto al bono alemán a 10 años que es de 45 puntos básicos, frente a los 25 de Francia, cuando en los buenos tiempos estábamos a la par.

Conviene también recordar que las entidades financieras españolas han tenido que endeudarse para financiar la demanda de crédito de empresas y familias y que esos recursos han sido captados a través de emisiones en los mercados de capitales ya que el ahorro de esas empresas y familias no cubría la fuerte demanda.

Son más de 200.000 millones de euros hasta 2012 los que se han inyectado en la economía en forma de inversiones de esas empresas y familias y ahora es preciso pagar. No lo olvidemos: el dinero barato ha estado en el origen de esta crisis.

Igual de preocupante es la presión sobre las entidades financieras para que incrementen la concesión de créditos ya que puede suponer una relajación en la valoración adecuada del riesgo. Otro de los motivos de la actual situación.

Las cantidades fijadas en los planes de rescate no son partidas finalistas; si se hubiera pretendido eso el mecanismo adecuado en nuestro país hubiera sido el ICO. Convendría no repetir los mismos errores. Se ha atajado la hemorragia, ahora hay que estabilizar al enfermo y darle el tratamiento adecuado.

Ha llegado el momento del saneamiento de los balances y para eso todavía pasará tiempo. Después habrá que restablecer el mercado de capitales y estabilizar los mecanismos de fijación de precios y, más tarde, recapitalizar las entidades.

En ese camino, un hito fundamental será el redimensionamiento del sector y de las entidades que lo componen a través de fusiones en las que no hay que descartar ningún escenario.

La otra gran tarea que se abre ante nosotros es la de establecer mecanismos, criterios e instituciones de supervisión global, reduciendo los agujeros de supervisión que también están, en parte, en el origen de esta crisis.

Esta última es una tarea a la que hay que ponerse de inmediato ya que, creo, algunos de los criterios de Basilea II han saltado por los aires y resultaría de poca ayuda para evitar otro cuasi colapso global que se tardarán otros 10 años en producir nuevas normas.

Parece que Zapatero y Rajoy se van a sentar a hablar de pensiones y de reformas estructurales y que, en paralelo, hablarán los agentes sociales. Espero que una vez hecho lo urgente se acometa ahora lo importante.

María Jesús Paredes. Socia directora de IG Consultoría

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