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Ciudades del mundo

Lujo y esplendor mediterráneo en Niza

El impresionante paseo marítimo vertebra la capital de la Costa Azul, una ciudad que ha hecho de la ostentación un estilo de vida.

Niza
Niza

Una bella joven camina con dificultad y cuidado extremo por la arena de una de las playas que rodean la villa de Saint-Tropez, ubicada en el golfo del mismo nombre en la mediterránea y célebre Costa Azul francesa. Es un radiante día de sol y la muchacha va perfectamente equipada: pamela, gafas de sol gigantes, camiseta de marca de lujo, una minifalda dorada a juego con un bolso de un buen tamaño y... unos vertiginosos zapatos de tacón de aguja. Parece un tópico descomunal, pero estampas como ésa constituyen el día a día en la Riviera francesa y, por supuesto, en su capital turística, Niza, la ciudad más importante del departamento de Los Alpes Marítimos. Desde Cap Sicié, a unos kilómetros de Marsella, hasta Mónaco, pasando por localidades como Saint-Tropez, Cannes o Antibes, toda la cornisa de la Costa Azul disfruta de las bondades del clima mediterráneo. Pero es en Niza donde las virtudes llegan a su máxima exposición. La ciudad balneario vive volcada al mar, protegida de los vientos por las cimas de los contrafuertes alpinos, a sólo 50 kilómetros, y al oeste por el macizo boscoso del Esterel.

Lo primero que conviene aclarar es que Niza no es exclusivamente un escaparate. Niza es una ciudad real, habitada, como lo demuestran los tenderetes que cada mañana se extienden en las calles del Mercado de las Flores y Mercado de las Antigüedades. En ellos, los nizardos pueden adquirir todo lo que necesitan para el día a día: pan, fruta, verduras, carne, pescado fresco y, por supuesto, también flores. Se trata de un espacio abierto, de casas antiguas y pequeños negocios, ubicado en el antiguo parque de Cours Saleya.

En los locales de las calles adyacentes, se alternan las tiendas con los inevitables recuerdos fabricados en serie en todo el mundo con otros comercios más sofisticados, que ofrecen especialidades regionales. Destacan el aceite de oliva, denominación de origen Cailletier, una variedad sabrosa de las que se pueden disfrutar con cuchara, y el vino de las colinas de Bellet, que hace de Niza la única gran ciudad del mundo con un caldo denominación de origen (1941); se trata además de la plantación más antigua del mundo, ya que data del siglo VI antes de Cristo.

A tiro de piedra de esta agradable zona se encuentra la colina del Castillo, con la torre Bellanda, que en el siglo XIX sirvió de refugio para el músico francés Hector Berlioz, mientras componía su ópera El rey Lear. Se puede subir en ascensor, pero la caminata por las escaleras es, además de sana, apta para todos los pulmones. Una vez arriba, el ejercicio recompensa, aunque en los días soleados entren ganas de bajar inmediatamente, porque lo que se contempla desde allí es una maravillosa vista de la bahía de Anges, con su mar de intenso color azul.

A lo lejos, se extienden las suaves colinas con sus retorcidas carreteras, las mismas que las que el galante ladrón de guante blanco Robie El Gato (Cary Grant) empleaba para zafarse de la gendarmería francesa en Atrapa a un ladrón (1955), el inolvidable clásico que Alfred Hitchcock rodó para cautivar a la bella Grace Kelly, que se enamoraría, sí, pero de la Costa Azul.

De vuelta a la ciudad, la playa se presenta acogedora. El visitante oirá hablar de las playas, en plural, pero en realidad no es más que una. Lo que ocurre, y esto empieza a ser una práctica habitual en el Mediterráneo, es que el paseo de la famosa Promenade Des Anglais está dividido en 15 playas privadas que pertenecen en su mayoría a los hoteles del paseo. El precio oscila entre 12 y 21 euros, según la temporada. Aunque sea muy apetecible divertirse paladeando un refinado cóctel al refugio de una sombrilla, tampoco es imperativo pagar el peaje, hay espacio público suficiente entre los cantos rodados, que no arena, porque la playa de Niza, privada o pública, tiene unos guijarros que pueden llegar a ser del tamaño de una pelota de fútbol sala. Mucho ojo con los niños que, con demasiada frecuencia, juegan a tirar piedras al agua.

En la superficie, el viajero puede quedarse deslumbrado por los Ferrari o los Porsche que circulan alegremente por la ciudad. O dejarse llevar por las tiendas de lujo de Cartier, Façonnable, Longchamp y compañía. Pero ¿qué es eso comparado con el placer de pasear, andando o en bicicleta por el Paseo de los Ingleses, La Prom a la orilla del mar? Numerosos bancos metálicos desplegados a lo largo del paseo permiten hacer un alto en cualquier momento y contemplar, por ejemplo, una puesta de sol.

El paseo termina en el aeropuerto y en el parque floral Phoenix, una síntesis de jardín botánico y zoo, un lugar perfecto para relajarse y pasar una agradable tarde leyendo un libro entre árboles exóticos, iguanas y guacamayos.

Pero no se puede ir a Niza y quedarse sin visitar los fantásticos pueblos de los alrededores, tanto los de la costa como en el interior. Para ello, lo mejor es alquilar un vehículo y hay que reservarlo antes de partir, porque si intenta hacerlo in situ se puede llevar una sorpresa desagradable: oferta escasísima y a precio de oro. Es la Costa Azul.

Guía práctica

Cómo irIberia ofrece tres vuelos diarios directos a Niza, la duración del recorrido es aproximadamente de 1 hora y 50 minutos. Air Europa, Swiss, Air France y SN Brussels Airlines también tienen conexión diaria Madrid-Niza, si bien todos los trayectos son con escala. Desde Barcelona, la oferta se amplía con las aerolíneas Vueling y Alitalia. Hay que decir que el billete a la capital de la Costa Azul no suele ser precisamente económico, por lo que muchos viajeros optan por la alternativa de viajar a Marsella, a 190 kilómetros de distancia, donde proliferan las promociones low cost y luego desplazarse por carretera, tren o barco hasta la ciudad azul. En este caso, la recomendación es no pasar en Marsella más tiempo de lo indispensable y partir de inmediato por una agradable ruta costera, en la que podrá disfrutar de paisajes merecedores de un cuento de hadas.Moverse por la ciudadNiza tiene 350.000 habitantes, pero el tráfico se concentra en el Paseo de los Ingleses (Promenade des Anglais), denso y electrizante a cualquier hora del día, que recorre la bahía de Anges. Niza cuenta con un extensa y renovada flota de autobuses urbanos, completada con una red de tranvía, hay abonos para una semana a 16 euros. Los amigos de los circuitos organizados deben acudir a los jardines de Albert Premier, epicentro de la actividad turística. Desde allí, unos trenecillos hacen el recorrido completo a cinco euros por persona. Otra opción es descubrir la ciudad en calesa, las tarifas oscilan de 6 a 16 euros por pasajero. Una propuesta sugerente para admirar el perfil mediterráneo de Niza son las salidas en barco que organiza Trans Côte d'Azur. Consultar tarifas en el tel.: +33 (0) 492 00 42 30 o en la web www.trans-cote-azur.com. O bien ¿por qué no admirar la región a vista de pájaro? Azur Hélicoptère propone vuelos a Cannes o Saint-Tropez desde 300 euros por trayecto.Alojamiento y ocioLa ciudad realmente cuenta con alojamientos para todos los bolsillos. Desde pensiones donde se puede encontrar cama incluso por menos de 20 euros hasta darse el capricho de una habitación en el mítico Hotel Negresco o en el imponente Palais de la Mediterranee, ambos alrededor de 300 euros por noche en la tarifa más barata. El glamour lleva las letras del Casino Ruhl (Promenade des Anglais, 1), donde lo suyo es probar suerte en el black jack o la ruleta francesa, después de cenar en el exclusivo La Dolce Vita. El siguiente paso puede ser una copa en el popular Chez Wayne (Rue de la Prefecture, 15), el pub más famoso de toda Niza, y para completar la noche, nada como un baile en el ecléctico Blue Boy Enterprise (rue Spinetta, 9), abierto hasta el amanecer.

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