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Tribuna
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El futuro de nuestra economía

El peso de los sectores turístico e inmobiliario en la economía española pesa como una losa para una recuperación sostenible, según el autor, que considera que hay que apostar por actividades más productivas tal y como se hizo en Irlanda o en California

La para algunos llamada crisis y para otros denominada ralentización de la economía ha llegado. Ya hemos visto la entrada en situación concursal de Martinsa-Fadesa. Vemos como aumentan las familias españolas que probablemente no puedan afrontar sus créditos en corto y medio plazo, créditos que en algunos casos cubren sus viviendas. Pero el verdadero problema es que el modelo productivo español ya no será válido en el momento en que esta crisis -o como queramos llamarla- llegue a su fin.

Desde hace algo más de un año en que se destapara la crisis de las subprime -créditos de baja calidad- poco a poco la economía española se ha visto empujada al agujero que suponía un proceso de recesión basado en la falta de liquidez de los sistemas bancarios, la falta de confianza de inversores, el aumento de la inflación, sobre todo de aquellos productos que consideramos de primera necesidad como la leche, el pan, los cereales, frutas y verduras, etc., así como un estancamiento del producto interior bruto (PIB), proceso que se ha agudizado desde la primavera y al que los más optimistas le dan una duración de dos años.

Sin embargo, aunque es importante hablar de la crisis, de sus causas y de sus efectos inmediatos, cabe al menos hacer una reflexión sobre el modelo productivo español, el cual, como ha sido reconocido en innumerables ocasiones, se basa en dos sectores clave, el turismo y el sector inmobiliario.

El primero de ellos, enmarcado dentro del sector servicios, es el sector español que más aporta a la balanza de pagos, al incorporar las entradas de divisa en el país. De hecho, aunque las cifras del sector todavía son optimistas, con un crecimiento del 9% de turistas extranjeros, el gasto medio por turista ha disminuido, en términos nominales un 1% aproximadamente, lo cual, teniendo en cuenta la inflación del pasado año, ha disminuido notablemente, casi igualando el crecimiento del número de turistas.

Si además, a este efecto se suma el elevado tipo de cambio euro/dólar y al aumento del precio del petróleo en los mercados internacionales, la posición competitiva de España como mercado internacional de turismo frente a los destinos africanos del Mediterráneo -Marruecos, Túnez, u otros - y la zona de la ex Yugoslavia -con Dubrovnik a la cabeza- hace que la situación española en cuanto a turismo se refiere tenga en el futuro una tendencia a la baja, disminuyendo los ingresos actualizados por este sector.

En cuanto a la segunda actividad a la que se hacía referencia, la inmobiliaria, España es la economía europea donde este sector tiene mayor peso relativo a nivel de PIB, y donde además se ha producido el mayor crecimiento en las inversiones de nuestro país. Sin embargo, la gripe de las subprime se contagió a España, a pesar de tener un mercado hipotecario mucho más sólido que el de los países anglosajones, y ello ha desembocado en la entrada en situación concursal de Martinsa-Fadesa y lo hará si se cumplen las previsiones, de otras empresas del sector en el corto y medio plazo. Además, estas suspensiones de pagos motivarán que sus proveedores -en muchos casos pequeñas y medias empresas que tenían una dependencia muy importante de la gran inmobiliaria- tengan problemas de liquidez en este periodo de crisis.

Como se puede observar, los dos sectores que impulsaron nuestra economía en los años de bonanza (1996-2007) van a lastrar los crecimientos actuales y futuros de la misma, haciendo que el paro aumente y que la recaudación de impuestos caiga al descender los resultados de las empresas, como es de esperar.

España se enfrenta al reto de buscar nuevos sectores productivos que puedan impulsar nuestro PIB a los ratios que hemos tenido en la década pasada, como ya hicieron otros países y regiones como Irlanda o California, donde aparecieron negocios principalmente relacionados con la tecnología y sus aledaños.

Así, en Irlanda se apostó por reducir la tasa impositiva a aquellas empresas que se localizaran en el país y como ejemplo Microsoft, Dell y otras compañías tecnológicas se implantaron allí. En el caso de California, ante una carencia de modelo productivo, se lanzó el Valle del Silíceo -Silicon Valley- donde cientos de empresas de tecnología situaron su sede principal, tales como Google, Sun, HP, etc., gracias a la inversión del capital riesgo El fomento de empresas de tecnología, a través de la disminución de la tasa impositiva, puede ser una posible solución a esa carencia de modelo productivo.

Arjan Sundardas. Profesor del Instituto de Empresa y de la UAM

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