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Tribuna
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Productos de inversión innovadores

En momentos de caída de la demanda como el actual, una de las principales soluciones es ampliar la oferta de productos. La autora considera que en el caso de los servicios financieros, y en especial de los fondos de inversión, este es el mejor camino para captar clientes

Decía Pablo Picasso que para que surja una creación, es necesaria una destrucción previa. Sin llegar a hacer de la cita una declaración de intenciones, no podría estar más de acuerdo. Y en el mercado financiero, y mucho más en el mundo de los fondos de inversión, la necesidad de crear es ahora signo de supervivencia.

La 'destrucción' picassiana podemos equipararla en nuestro mercado con la sensación de campo de batalla que ha quedado desde el estallido de la crisis de crédito. En el primer semestre, solamente encontrábamos rentabilidades positivas acumuladas en año en algunos hedge funds, algunas materias primas, y muy escasos mercados de acciones como el brasileño. También el cruce del yen frente a euro dejaba saldo positivo. Y claro está, la habitual y socorrida periodificación de los tipos de interés, que además, han ido incrementando su rentabilidad nominal. Con estos mimbres, está siendo especialmente difícil para un gestor de activos componer una cesta que, preservando niveles de riesgo aceptables, supere la rentabilidad del mercado monetario. De ahí la sensación de desolación, o de destrucción figurativa.

Pero como hemos dicho, son estas situaciones las que movilizan el ingenio, y es en momentos de distress en los mercados cuando surgen las oportunidades de generar nuevos y creativos productos. Un ejemplo claro lo encontramos en los fondepósitos.

El producto parece poco complejo, y de hecho, la posibilidad de lanzar estos fondos existe desde hace tiempo. Pero ha sido la ampliación en el diferencial del euríbor (reflejo de la crisis) lo que ha llevado a algunas gestoras pegadas a las necesidades del cliente a aprovechar el momento para ofrecer productos de mayor valor añadido a través de fondos, con dos ventajas respecto a otros vehículos: la fiscalidad favorable del traspaso de fondos, y la diversificación. Esto, sin olvidar el mejor control del riesgo cuando la selección es hecha por profesionales y no solo cuenta el tipo remunerado sino el emisor garante del mismo.

Y de lo sencillo, a lo sofisticado. Otras ventanas de oportunidad creativa nacen de la previa destrucción en mercados tan amplios y con tanto recorrido como, por ejemplo, la deuda subordinada bancaria. Esta deuda es un recurso vital para los bancos porque permite captar financiación en el neto patrimonial, contribuyendo a mejorar los ratios de capital sin necesidad de emitir acciones, y además, incrementando el ROE.

Con la delicada situación de balance por la que atraviesan algunas de las mayores entidades financieras, esta deuda está siendo extremadamente castigada en el mercado, con spreads ampliándose a máximos históricos, y creando por tanto ese nicho de oportunidad (rentabilidades cercanas al 9% a tres años).

Si nos ceñimos a los bancos más solventes y de mayor tamaño, el riesgo de default de estas emisiones es muy remoto, toda vez que además ha quedado patente en estos meses que el 'too big to fail' (demasiado grandes para dejarles caer) se aplica: Northern Rock, landesbanks alemanes, Bear Stearns, ventanas de liquidez extraordinarias de Bancos Centrales…

Evidentemente, a mayor complejidad creativa, más necesario es que el perfil del inversor se eleve: tanto su capacidad de aceptación del riesgo, como su capacidad de entendimiento del producto.

Pero si hay algo claro, es que adaptarse al entorno es una ventaja diferencial, y en el caso de los fondos de inversión, esto pasa por generar producto nuevo, adaptado a cada perfil, incluso en momentos de adversidad clara, que sin duda, pasarán.

Ya decía el Principito (o más bien Antoine de Saint-Exupery) que lo que embellece al desierto es que en alguna parte… esconde un pozo de agua.

Ana Rivero Fernández. Directora de Estrategia Santander Asset Management España

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