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Columna
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Crisis

José Carlos Díez

La mayoría de indicadores señalan que la actividad económica se deteriora a una velocidad de vértigo y el debate público es si nos encontramos en crisis. La palabra crisis es tan antigua como el lenguaje, pero tiene diferentes acepciones. En el mundo occidental se asocia con el caos y cobra un sentido negativo, pero en China y Japón su uso implica oportunidad. Me encanta la definición de Wikipedia que asocia crisis a cambio y destaca que todo cambio implica incertidumbre. En economía, un aumento de la incertidumbre a corto plazo altera las decisiones de consumo e inversión y tiene mucha influencia sobre la evolución cíclica.

En España, tras varios años de placentero aunque desequilibrado crecimiento, la situación ha cambiado radicalmente. Muchas variables que nos habían permitido crecer, ahora ajustan de manera desordenada. El principal es el sector residencial. Los otros dos son importados: materias primas y restricción crediticia.

La restricción crediticia supone para una economía como una lumbalgia para el cuerpo humano. Da igual la fortaleza del individuo, el pinzamiento le impide desarrollar su actividad con normalidad. La restricción nos vino importada el pasado verano, pero afectó a un sector promotor residencial que llevaba más de un año con serias dificultades para vender sus viviendas, que tenía un elevado nivel de deuda y financiada a muy corto plazo.

La economía española crecerá próxima al 1,5% en 2008 y el crecimiento promedio del año próximo estará cercano al cero

El impacto sobre los balances bancarios, tanto por el lado del pasivo como por el activo, fue fulgurante y las entidades se vieron obligadas a frenar la concesión de créditos y protegerse de los problemas para captar pasivo, para hacer frente a sus propias renovaciones de deuda y al aumento de la morosidad. Los promotores frenaron en seco las iniciaciones, lo cual fue contagiándose rápidamente al empleo y otros sectores auxiliares y pusieron en marcha el mecanismo de ajuste. Con la economía en fase de desaceleración, la subida del petróleo y del euríbor de los últimos meses ha reducido la renta disponible efectiva de las familias y su gasto real, intensificando el ajuste.

Tras un crecimiento próximo al 1% trimestral anualizado en el primer trimestre, los indicadores anticipan que el crecimiento sigue cayendo. La lumbalgia se ha extendido y la economía ha sufrido un pinzamiento cervical, la huelga de transporte, que ha afectado a varios sectores, por lo que el crecimiento estará prácticamente estancado en el segundo trimestre.

Según nuestro escenario central, la economía española crecerá próxima al 1,5% en 2008, lo cual supone acabar en el cuarto trimestre del año con el crecimiento, tanto interanual como trimestral, prácticamente estancado. Los precios de la vivienda son rígidos a la baja en España, por lo que la demanda embalsada tardará en reaccionar y los promotores seguirán acumulando viviendas sin vender y frenando iniciaciones este año y el que viene.

Aunque el sector inmobiliario no residencial no registra un exceso de oferta significativo, la caída de la demanda de oficinas, de naves industriales y de locales comerciales, junto a la restricción crediticia, también provocará un descenso de los nuevos desarrollos. España acumula un diferencial de costes laborales significativo con nuestros socios y la salida natural de nuestras empresas industriales es exportar, pero necesitarán aumentar la inversión en bienes de equipo y software para incrementar la productividad.

En condiciones normales, lo descrito anteriormente habría llevado a un escenario central de previsión recesivo. Sin embargo, hay dos componentes que contrarrestarán el ajuste. El saneamiento de las finanzas públicas de la última década y nuestra pertenencia al euro permitirán a nuestro Gobierno hacer una política fiscal anticíclica, por primera vez en mucho tiempo. La devolución de impuestos compensará parte del impacto de la subida del euríbor y de la inflación sobre el consumo privado en el segundo semestre. Además, el gasto público mantendrá su dinamismo, especialmente en infraestructuras.

Por otro lado, la resistencia que están mostrando los países emergentes mantiene el dinamismo de las exportaciones europeas y españolas, especialmente de comercio intraindustrial. El turismo también mantendrá un crecimiento razonable, teniendo en cuenta la debilidad del consumo privado europeo y la fortaleza del dólar.

El crecimiento en 2009 dependerá principalmente de la evolución del precio del petróleo y, por lo tanto, la incertidumbre es máxima. El escenario central es que la resistencia emergente pierda fuerza gradualmente a lo largo del próximo año y permita una caída de los precios de las materias primas. Si esto se cumple, el BCE podría relajar su política monetaria y la caída del euríbor y de la inflación reactivarían el consumo privado, poniendo las bases para el siguiente ciclo expansivo. Nuestra previsión es que esto sucederá en el segundo semestre de 2009, por lo que el crecimiento en el promedio del año estaría próximo a cero.

No obstante, la espiral alcista de los precios de las materias primas ha forzado al BCE a reaccionar y los tipos del euríbor pueden seguir repuntando, lo cual tendría un impacto directo sobre el consumo e indirecto sobre el resto de componentes de la demanda interna. Esto hace que la probabilidad de que la economía entre en una fase recesiva es superior al 30%. Aunque no hay que descartar una caída del crecimiento chino que permitiría un descenso de los precios de las materias primas y una bajada de la inflación, reactivando el consumo antes de lo previsto.

Los precios del petróleo y del euríbor nos vienen dados, por lo que cuanto antes nos adaptemos, antes ayudaremos a relajar los músculos y desbloquear la lumbalgia. Lamentablemente, seguimos con la costumbre de mirar a papá Estado cuando tenemos problemas, pero esto es una crisis derivada de un proceso de endeudamiento privado y se tiene que resolver de manera privada. Al Gobierno hay que exigirle que gaste eficientemente, que haga frente a los compromisos del Estado de bienestar y que realice las reformas necesarias para garantizar que el ajuste no afecte a nuestro crecimiento potencial, el resto es cosa nuestra.

Para converger en renta per cápita con los países más avanzados es necesario resolver las dificultades cuando el entorno es desfavorable, algo que los españoles ya hemos demostrado sobradamente. Personalmente considero que estoy en permanente estado de cambio y de crisis y sigo la máxima del abad de Silos, 'intento ocuparme y no preocuparme'.

José C. Díez. Economista jefe de Intermoney

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