Adiós al banco que desató la crisis 'subprime'
La venta de Bear Stearns a JPMorgan, aprobada el pasado jueves por la junta de accionistas del banco presidido por James Cayne, pone fin a una agónica muerte anunciada, que marcó el inicio de la crisis subprime en Estados Unidos. Después de que esta entidad comunicara en el mes de abril de 2007 la quiebra de dos de sus más importantes fondos de inversión, una avalancha de entidades financieras de primer orden mundial se han sumado al goteo de pérdidas.
El cómputo en estos momentos asciende a 291.800 millones de dólares, sin embargo, algunos analistas vaticinan que en poco tiempo las pérdidas podrían elevarse a 400.000 millones de dólares, incluyendo las provisiones de las aseguradoras. Esto ha generado una necesidad importante de capitalización del sistema financiero mundial, que ha tenido que recurrir a países emergentes como China, Singapur y a algunas naciones de Oriente Medio para captar fondos que les permitieran continuar su actividad y generar confianza en los inversores.
Pero igual que Bear Stearns inició el proceso que degeneró en la crisis de liquidez y posterior, desconfianza del sistema, hay quienes ven en la venta de esta entidad a JPMorgan, el comienzo de la recuperación. Las palabras del presidente de Bear Stearns en la junta de accionistas llegaron a conmover a empleados e inversores. 'Me disculpo personalmente por lo que ocurrió' dijo James Cayne, de 74 años, a los accionistas. 'Es un día triste'' según un análisis publicado por Bloomberg.
En Europa, la crisis ha afectado a todas las bancas excepto a la española
El final de 85 años de trayectoria
En la junta, el 84% de los accionistas de Bear Stearns votaron a favor de la adquisición. Hasta el 9 de mayo, JPMorgan tenía un 49,5% de la entidad, valorada en 2.300 millones de dólares, y que llegó a ser el quinto banco de inversiones en Estados Unidos. Ahora, la Reserva Federal ha anunciado que asumirá el próximo 26 de junio el control de una cartera de 30.000 millones de dólares en activos de Bear Stearns, completando un acuerdo al que llegó hace dos meses con el responsable ejecutivo de JPMorgan, James Dimon, para facilitar la venta.
La operación tendrá que afrontar a partir de este momento las demandas legales de los accionistas que han solicitado más de los 10 dólares por acción pagados por JPMorgan. Entonces, el único vestigio que quedará de Bear Stearns será su sociedad minorista de valores, que mantendrá la marca y operará como una entidad individual de la división de gestión de patrimonios de JPMorgan. Se pone así el punto y final a una entidad fundada en 1923 por Joseph Bear y Robert Stearns, y establecida en el número 100 de la avenida Broadway, que sobrevivió sin problemas a la Gran Depresión de 1929, pero que no ha podido con el colapso de las hipotecas basura que tantos disgustos ha causado a sus competidores estadounidenses y europeos.
Tras Bear Stearns en Estados Unidos, llegó Northern Rock, la entidad británica especializada en hipotecas que en septiembre de 2007 vio como una oleada de clientes se acercaba a sus sucursales para pedir el reembolso de sus depósitos tras anunciar fuertes pérdidas por el contagio de las subprime. En aquel momento, según aseguran expertos financieros, había suficiente liquidez en los sistemas, pero el alarmismo generó una falta de confianza y la retirada de dinero, que agravó a la banca más expuesta a este tipo de títulos.
Una vez que el Banco de Inglaterra interviniera en la crisis con múltiples inyecciones de liquidez para salvaguardar a Northern Rock, Merrill Lynch, el gran coloso de la banca de inversión estadounidense, anunciaba las primeras pérdidas trimestrales en sus 93 años de historia. En el caso de Citigroup, la descapitalización fue de 24.600 millones de dólares; en Merrill Lynch, fue de 24.500 millones; UBS, 19.500 millones de francos suizos. Por su parte, el banco francés BNP comunicó pérdidas por 1.200 millones de euros; 4.200 millones en Credit Suisse; 3.875 millones en HSBC y 4.400 millones en el banco alemán de propiedad pública IKB.
Los bancos centrales acabaron con su purismo y salieron a la ayuda de los afectados. Afortunadamente ningún español estaba en este grupo, a pesar de que algunos medios de comunicación extranjeros, han querido salpicarles. Les acusan de acudir al Banco Central Europeo a solicitar fondos, pero lo hacen igual que en otros momentos. Lo malo es que sólo el Banco de España lo publica, algo que no hacen en otros países.