Fuerza y ejemplo de Mercè
Tras una dura lucha y un brevísimo adiós, ayer nos dejaba Mercè Sala, una de las gestoras ejecutivas y políticas más sólidas que ha dado nuestro país.
Mercè Sala empezó a trabajar muy joven y no dejó de hacerlo hasta el último momento de su vida. Hace muy pocos días seguía escribiendo aún sus reflexiones, sobre los temas que conocía y le apasionaban: política, formación, transporte
La carrera profesional, social y política de Mercè Sala no entendió nunca de cuotas, a pesar de haber llegado muy alto en un mundo mucho más machista todavía que el de hoy, lo cual no significa que no haya sido toda su vida una luchadora incansable por el reconocimiento de la igualdad de derechos de la mujer. Me refiero a que creo que nadie le regaló nunca nada por el hecho de ser mujer y que todo cuanto consiguió y obtuvo fue por sus propios y sobradamente demostrados méritos.
Mercè Sala formó parte de aquellas promociones de economistas que, más allá de una gran solvencia técnica (que la tenían y mucha), mantuvieron, desde el primer momento, un compromiso con la sociedad. Un compromiso cuya proyección pública nunca quisieron ocultar, al contrario. Ella sabía que, de este modo, dicho compromiso se fortalecía y le exigía más, en tanto que devenía ejemplo a seguir.
Mercè Sala dio de sí todo cuanto pudo en todo momento. Lo mismo siendo concejal de Barcelona, presidenta del distrito de Sants-Montjuïc, que siendo presidenta del Consejo Social de la Universitat Pompeu Fabra, o cuando lo fue de Renfe, durante cinco años; o del Consejo de Trabajo, Económico y Social de Cataluña (CTESC), cargo que ostentaba desde febrero de 2006. Nunca pensó que un trabajo fuera más importante que otro, sino que actuó desde el convencimiento de que era necesario dar el máximo, en cada momento, en cada lugar, en cada responsabilidad.
Su sensatez y su sentido común, casi tan importantes en ella como su inteligencia y capacidad, le empujaron a actuar, política y públicamente, desde la plena consciencia de lo pasajero del poder, de la permanente obligación del político de saberse dónde está porque sus conciudadanos han confiado temporalmente en él la gestión de sus asuntos, de sus recursos. Reclamaba que el político huyera de la prepotencia y de la vanidad, dos de los peores enemigos del gobernante.
Mucho de lo que ha hecho, escrito y dicho Mercè Sala me ha servido y sirve para seguir entendiendo el ejercicio de las tareas de gobierno, no como un cargo, sino como una responsabilidad a la que hay que hacer frente con seriedad, con dedicación, con realismo y sabiéndose uno mismo ejecutor pasajero de una ambición colectiva que no es otra que el progreso y el bienestar de la colectividad a la que se sirve.
José Montilla. Presidente de la Generalitat de Cataluña