¿Nuclear?... Sí, por favor
La reciente cumbre entre Nicolas Sarkozy y Gordon Brown reabre el debate sobre la conveniencia de la energía nuclear en España, según el autor, que defiende las bondades de este tipo de alternativa desde un punto de vista ambiental, económico y de independencia del exterior
En el reciente encuentro franco-británico desarrollado durante la visita del presidente Sarkozy al Reino Unido se han abordado varias cuestiones ciertamente trascendentales. Entre otras, el posible replanteamiento de la financiación a la Política Agraria Común (PAC), o la voluntad de reforzar el control ejercido por los organismos reguladores de los mercados. Pero, sin duda, el tema estrella del citado encuentro ha sido -y así lo han reflejado todos los medios de comunicación- la decidida y conjunta apuesta de ambos gobiernos por la energía nuclear.
Si en la perspectiva de Francia estamos ante una ratificación e intensificación de lo que constituye una decidida estrategia de nuestro vecino, para el Reino Unido se trata de una rectificación en toda regla de la decisión de desmantelar sus instalaciones adoptada hace ahora tres años.
En todo caso, la apuesta realizada por el presidente Sarkozy y el premier Brown se sostiene sobre cimientos más que sólidos. De entre todas las energías conocidas, la nuclear es la que ofrece una mejor respuesta global a la agenda de retos del sector: suficiencia de la oferta; coste de generación; contaminación y cambio climático. Repasemos las tres cuestiones.
La demanda mundial de energía está creciendo a un ritmo elevado y las previsiones de todas las instituciones de prospección apuntan a que dicho ritmo se acrecentará conforme se incorporen a estándares de consumo masivo países con elevada población que aún no han llegado al mismo, como son China e India. En ausencia de terapias correctoras, el riesgo de insuficiencia energética mundial es más que una posibilidad. En todo caso, la insuficiencia es ya una realidad para muchos países -entre ellos España-, que sufren como consecuencia una cara y peligrosa dependencia energética. En el caso español, incluso alcanzando el desiderátum planteado por el subsector de las renovables -que en 2020, estas energías proporcionen el 20% del consumo nacional-, nuestra dependencia se habría agravado, toda vez que al ritmo previsto de su aumento, el 80% del consumo de 2020 será mayor que el 95% de 2007. Por ello, la solución nuclear aparece como la mejor respuesta para resolver el problema de la insuficiencia de energía.
El coste de generación es un factor condicionante en cualquier política energética. Como muestra podemos observar lo ocurrido en nuestro país respecto a la energía solar fotovoltaica. De una parte, se suceden las manifestaciones absolutamente favorables a su implementación realizadas por el Gobierno con su presidente a la cabeza. De otra, y debido a los ingentes recursos económicos que consume, los responsables de Industria neutralizan el apoyo verbal del presidente mediante la introducción permanente de incertidumbre regulatoria en el sector para frenar su desarrollo. Pues bien, el coste de generación de la energía nuclear, significativamente inferior a prácticamente todas sus alternativas, se convierte en una de sus evidentes ventajas comparativas.
Finalmente, la energía nuclear resulta completamente limpia en términos de CO2 -emisión cero-, lo que de nuevo la hace preferible frente al resto de opciones de generación. En el momento actual de intensa sensibilidad colectiva por el problema y las consecuencias del cambio climático, no resultaría comprensible -tampoco responsable- ignorar que la energía nuclear es una solución tan buena como la mejor para evitar los efectos atribuidos a dicho cambio. Es conocido que los inconvenientes aludidos por los refractarios a la energía nuclear pivotan alrededor de las cuestiones de seguridad. Al respecto, conviene recordar que ésta es modulable, dado que los límites exigibles pueden reforzarse tanto cuanto se quiera. Tampoco debe olvidarse que, en términos de seguridad, un solo país no puede lograr su desnuclearización. España es un ejemplo en ese sentido, pues aunque renuncie a la producción de energía nuclear, no puede evitar que en nuestra vecina Francia existan ya 60 centrales, y que este número vaya a seguir aumentando en el futuro. De ese modo, los españoles estamos soportando por proximidad geográfica el supuesto riesgo nuclear -fuera éste cual fuese-, sin obtener las ventajas derivadas en términos de producción de energía.
En este escenario, hay que constatar que el Reino Unido ha tardado tan solo tres años en rectificar su error antinuclear. Por el contrario y hasta ahora, España perdura en el error que hace veinticinco cometió Felipe González, que durante ocho no enmendó José María Aznar, y que en los últimos cuatro ha mantenido Rodríguez Zapatero.
En el encuentro, Gordon Brown ha anunciado la convocatoria de una cumbre de países no nucleares para el próximo mes de octubre, con el objetivo de plantear una rectificación colectiva. Como nación, no podemos desaprovechar esta oportunidad de rectificar el error de los últimos veinticinco años. España no puede permanecer por más tiempo anclada en el trasnochado andén del pasado mientras se nos aleja a alta velocidad el tren del futuro energético.
Ignacio Ruiz-Jarabo Colomer. Ex presidente de SEPI, presidente de PAP Tecnos y de EDG-Escuela de Negocios.