_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Barings y Société Générale

Corría el año 2003 y cursaba un Máster en Análisis Financiero en la Universidad Carlos III de Madrid. Los mercados financieros habían dejado atrás las crisis financieras de los años 2001 y 2002 asociadas al desplome de la burbuja tecnológica, los escándalos contables de Arthur Andersen y Enron y la recesión animada por los atentados del 11 de septiembre de 2001.

En la asignatura de Gestión de Riesgos estudiábamos el caso típico de mala gestión del riesgo de crédito, ejemplificado por la caída estrepitosa del histórico banco británico Barings Bank, acontecida en 1995 por la mala gestión del joven trader Nick Leeson. En su edición del jueves, el diario financiero británico Financial Times hace buena cuenta y compara la catastrófica inversión de Nick Leeson con la del joven trader de Société Générale Jerôme Kerviel, quien en el año 2000 se graduaba con un Máster en Finanzas en la Universidad de Lyon 2.

La caída estrepitosa de Barings se asocia a la falta de control en la gestión de riesgos del banco británico que acarreó que el entonces joven Nick Leeson pudiese invertir masivamente en futuros sobre acciones del índice japonés Nikkei. Leeson, quien pasó seis años y medio en una cárcel en Singapur, rehizo su vida en Irlanda junto a su segunda mujer y tres hijos. Repetidas estrategias fallidas de Leeson en las que invertía en carteras de opciones que apostaban primero por poca volatilidad en el mercado japonés y posteriormente por la subida repentina del mismo le hicieron encadenar pérdidas significativas que logró esconder durante un tiempo utilizando cuentas secretas que pasaron desapercibidas por sus superiores en el banco. Barings, una de las instituciones bancarias con más tradición hasta la fecha, se fundó en 1762 y desapareció en 1995 por el infortunio e incapacidad de no haber detectado a tiempo las malas prácticas inversoras y la ausencia total de la gestión del riesgo de crédito de un joven ambicioso que pagó con años de cárcel las pérdidas millonarias que afrontaron los accionistas del otrora banco británico.

Un caso similar se dio en el desmoronamiento del hedge fund Amaranth en octubre de 2006, por culpa de nuevo de la apuesta equivocada en futuros sobre gas natural de su trader estrella Brian Hunter. Hunter, quien había ganado en el verano de 2005 mil millones de dólares con su estrategia sobre futuros, hizo perder al fondo de Connecticut dos tercios de su valor, lo que desencadenó la liquidación del mismo.

Lamentablemente para el accionista de Société Générale el caso se repite esta semana con las peripecias de un joven trader, Jerôme Kerviel, de tan sólo 31 años, que a diferencia de Leeson no cobraba un sueldo fijo significativo, ni una compensación variable ligada al éxito de sus inversiones. Un trader es naturalmente un tomador de riesgos que busca generar beneficio para el banco asumiendo riesgo en posiciones que compra para después vender. En a menudo estrategias especuladoras a corto, el trader de éxito vive intensamente hasta los 40 y se jubila anticipadamente con paquetes multimillonarios. El trader es una posición de necesario cumplimiento en un banco de inversión y permite la operativa de los mercados financieros. Un buen banco de inversión retendrá e incentivará de forma acorde al trader generador de beneficio, y prescindiendo de aquél que incurre en pérdidas. El trader no nace, se hace, y previamente a controlar posiciones de riesgo se forma típicamente durante dos o tres años como asistente en un trading desk, o mesa de negociación de valores.

El caso de Société Générale sorprende por la falta de detección de un fraude en una entidad financiera en un negocio, el bancario, cuya razón de ser es la buena gestión del riesgo financiero, sea éste de crédito, operacional o de divisas. Más detalles trascenderán de las operaciones financieras detrás del espectacular fraude que el pasado jueves salió a la luz.

Pero entretanto un banco comercial del tamaño e importancia de Société Générale debería recapacitar para averiguar cómo desde un puesto de importancia relativa un joven trader pudo ocultar numerosas operaciones especulativas que le han logrado etiquetar en menos de un día como el Nick Leeson del siglo XXI, en una comparación odiosa que recuerda a los banqueros la importancia de la buena gestión del riesgo de crédito.

El presuntamente culpable trader francés tiene suerte de haber delinquido en su Francia natal. Los ladrones de guante blanco también se merecen un castigo ejemplar. Kerviel quizás pase los próximos años en un centro penitenciario cerca de casa, al contrario que el rehabilitado Leeson, quien tras pasar seis años encarcelado en Singapur ha rehecho su vida al más puro estilo americano, con libro a la vista y venta incluido.

Jaime Pozuelo-Monfort Máster en Ingeniería Financiera por la Universidad de California-Berkeley y en Desarrollo Económico por la London School of Economics

Archivado En

_
_