Incertidumbres sobre la televisión móvil
La TV móvil está atrayendo el interés de la Comisión Europea, de los Gobiernos y de los posibles agentes económicos interesados en su mercado. Las consultoras hacen previsiones atractivas aunque muy variadas: desde 4.700 millones de euros en 2011 (Screen Digest), hasta 490 millones de euros de usuarios y 25.800 millones de dólares en 2010 (Gartner), representando la celular entre el 29% y el 58% del total. Esta enorme dispersión refleja los interrogantes presentes en este negocio. Veamos algunos.
Técnicos. Además del satélite, líder de TV de pago, hay cuatro modelos básicos de distribución concurrentes entre sí. Dos de difusión terrenal masiva, el segundo complementado con remisores celulares para mejorar su captación (en interiores, con menores umbral y consumo). Uno de distribución selectiva que usa exclusivamente la red móvil de tercera generación, ya en uso por Telefónica, Vodafone, etcétera. Y otro basado en la web (invite.com: Apple TV; Joost). El masivo celular requiere grandes inversiones en remisores (bastantes miles para una cobertura total). El selectivo requiere menos inversiones, da más autonomía a los operadores móviles para gestionar su negocio, pero puede atender a una menor demanda.
La Comisión Europea quiere apostar por una tecnología de difusión (DVB-H) en lugar de que decida el mercado (caso alemán), lo que podría limitar la oferta.
¿Se asumirá el riesgo de desplegar redes celulares sin testar suficientemente el mercado? ¿Cuántas? ¿Existe demanda de trashumancia para imponer una tecnología paneuropea? ¿Se podrán mantener en Europa las economías de escala? Todo incierto y dudoso.
Estructurales. La cadena de valor puede ser diferente según el modelo de distribución. El masivo y el de web podrían no necesitar a los operadores móviles (se podría consumir con dispositivos tipo iPod), por contra el selectivo no necesita a los difusores.
¿Optarán los operadores móviles por combinar más de un modelo? ¿Priorizarán el selectivo donde pueden maximizar su input? ¿Cómo se garantizará la neutralidad de programadores y ensambladores de contenidos, únicos presentes en todos los modelos, para no alterar los mercados? Parece muy posibilista la concurrencia viable de diferentes estructuras.
Regulatorios. Se exigen concesiones de frecuencias para los dos modelos de difusión (barrera de entrada), pero no existe armonización europea de los procedimientos de otorgación, ni hay acuerdos sobre frecuencias, ni en UHF (vacantes del apagón analógico, no simultáneo) ni en otras bandas (L) que facilitarían la integración de los mercados. Las posibles obligaciones impuestas a los agentes están indeterminadas (canales obligatorios y posibles premium, compartir infraestructuras, coubicación).
¿Serán posibles los operadores paneuropeos ante regímenes regulatorios distintos? ¿Interesan? Es más fácil que lo sean los operadores móviles con la distribución selectiva. ¿Podrían éstos preferir a los difusores por satélite si les ofrecen mejores condiciones? ¿Será equiparable el nivel de competencia en los mercados europeos? Resultará muy difícil sin armonización.
Demanda. Se anuncia como un nuevo modelo de TV, ni definido ni probado. La interactividad, disponible en otras plataformas, no ha cuajado. La TV personal, ídem. El consumo bajo demanda es limitado. Los perfiles de consumo (frecuencia, duración y momento) desconocidos y probablemente distintos (usuarios casuales de videoclips). Los contenidos más atractivos, comprables, están por identificar.
¿Sustituirá o sólo complementará a la convencional? ¿Cómo será la elasticidad al precio? ¿Cuál será el mercado potencial (usuarios móviles activos: 10%-20%)? ¿Será el terminal móvil un valor de mercado? Difícil de predecir.
Negocio. El modelo de negocio basado en el reparto de ingresos entre agentes requiere asociación o colaboración, pero los intereses y riesgos son muy dispares. Para los programadores supone extender su negocio, si procede, con producciones ad hoc. Para los difusores es otro negocio con ingresos por publicidad. Para los operadores móviles es un complemento para fidelizar y aumentar la rentabilidad por usuario, pero la inversión en subsidiar los terminales no garantizará el negocio (las cámaras o MP3 incorporados), y... ¿quien educará al mercado?
¿Habrá demanda suficiente para que todos los agentes alcancen su rentabilidad? ¿En todos los modelos de distribución? ¿Será negocio en sí misma o sólo marginal? ¿Cómo afectará a otras plataformas (TDT, cable, satélite, IP) que compiten por el tiempo de visión? Difícil hacer un plan de negocio creíble.
Parecen demasiadas incertidumbres para un negocio dirigido por la tecnología.
Emilio Lera Analista del sector tecnología de la información