Los países asiáticos descubren la Ruta de la Seda financiera
Asia invierte 25.000 millones en seis meses en la banca occidental.
Cuando Marco Polo comenzó a relatar en Europa las maravillas de la Ruta de la Seda, allá por el siglo XIV, poco podía imaginar que 700 años más tarde ese flujo de capitales y mercancías entre Oriente y Occidente iba a vivir una segunda juventud.
La versión contemporánea de este canal comercial, por el cuál transitaron durante siglos ámbar, marfil, especias y seda sigue igual de transitada, aunque ha sustituido las materias primas por los títulos de compañías financieras.
A lo largo de 2007, la inversión de Asia en la banca de Europa y Estados Unidos ha alcanzado niveles nunca vistos. En menos de seis meses, más de 25.000 millones de euros han fluido de las arcas públicas de los Emiratos Árabes, las nuevas compañías cotizadas chinas, o los fondos soberanos de Singapur, para recomponer los balances de los bancos occidentales.
La primera pista de ésta nueva Ruta de la Seda se produjo en marzo de 2006. Entonces, Temasek Holding -el brazo inversor del Gobierno de Singapur-, desembolsó 2.300 millones de libras esterlinas (3.300 millones de euros) para hacerse con el 11,5% del capital del británico Standard Chartered.
Lo que entonces pasó inadvertido, al ser interpretado como un movimiento aislado, se ha convertido en un auténtico torrente de capitales asiáticos hacia grupos financieras. La primera oleada masiva comenzó a mediados de 2007. En junio, un fondo soberano del Ejecutivo chino -China Investment Corporation (CIC)-, invirtió 3.000 millones de dólares (2.240 millones de euros) en la firma de capital riesgo Blackstone. A partir de aquí, comenzó el aluvión.
Viendo el interés chino por las finanzas occidentales, los directivos de Barclays llamaron a la puerta de China Development Bank, cuarto banco del país, para que les apoyara a reforzar la opa sobre ABN Amro. La entidad, controlada por Pekín, desembolsó 2.200 millones de euros para tomar el 3,1% del tercer banco de Reino Unido. Temasek Holding, de Singapur, invirtió otros 1.400 millones.
Uno de los rivales de Barclays en la opa por el holandés ABN, Fortis, también recurrió a capital asiático para aliviar la carga financiera de la adquisición. La aseguradora china Ping An compró en Bolsa el 4,2% del grupo belgaholandés por 1.810 millones de euros.
El club de los 900.000 millones
Las explicaciones para esta avalancha inversora son variadas, pero una hay realidad incuestionable en todas las operaciones: el excedente comercial. 'Un grupo de ocho economías, entre las que se encuentran China, Hong Kong, Arabia Saudí y Singapur, acumulan un superávit por cuenta corriente de 900.000 millones de dólares, y necesitan invertirlo en el extranjero', explica Julian Callow, economista jefe de Barclays.
Estos inversores, que han tenido tradicionalmente una querencia por la renta fija de Estados Unidos, buscan diversificar la exposición de su cartera a determinados sectores y divisas, y han encontrado una oportunidades de oro en instituciones financieras occidentales, comenta este experto.
Cuando esta vocación por la banca de Europa y Estados Unidos comenzaba a aflorar, surgió la crisis subprime y la capitalización bursátil de las primeras firmas financieras se desplomó. Entonces, los intereses se alinearon: Asia quería invertir a buen precio y Occidente necesitaba liquidez para recomponer sus maltrechos balances.
En octubre, Bear Stearns buscó una alianza con el chino Citic Securities, que compró el 6% del capital, tras registrar pérdidas. En noviembre, un fondo soberano de Abu Dhabi, adquirió el 4,9% del gigante Citigroup por 7.500 millones de dólares, convirtiéndose en su primer accionista (el primero es el príncipe saudí Ali Walid). Quince días más tardes, un vehículo inversor de Singapur se hizo con el 9% de UBS, otro de los grandes damnificados de la tormenta financiera.
El último capítulo de esta nueva Ruta de la Seda tuvo lugar el miércoles, aunque probablemente no sea el definitivo, cuando China se convirtió en el primer accionista de Morgan Stanley tras invertir 5.000 millones de dólares.
Las claves del nuevo flujo inversor
El superávit por cuenta corriente de buena parte de las economías asiáticas ha provocado que muchos de estos países busquen nuevos sectores dónde invertir.La baja rentabilidad de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, así como la mayor preparación de los equipos gestores en Asia, ha convertido a la industria financiera en uno blanco muy atractivo.Otros sectores, como el energético o el armamentístico, están vedados para los fondos soberanos asiáticos, algo que no ocurre con el bancario.La crisis de las hipotecas subprime ha provocado que la capitalización bursátil de muchas firmas de Europa y Estados Unidos se desplome. Algunas de ellas han tenido que recurrir al capital asiático para salir del atolladero.