El compromiso con Latinoamérica
CUMBRE IBEROAMERICANA. Las empresas españolas presentes en América Latina parecen haber sido las paganas de las tensiones surgidas en la reciente cita de Santiago de Chile. Los autores analizan el compromiso de las compañías españolas con sus inversiones en la región, así como los ecos derivados de la cumbre.
Se ha celebrado recientemente, en Santiago de Chile, la XVIII Reunión de Presidentes de Organizaciones Empresariales Iberoamericanas, coincidiendo con la Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno. Como primera conclusión de la Declaración de Santiago se ha acordado 'asegurar un crecimiento económico perdurable que garantice el desarrollo humano sustentable y la capacidad del Estado para implementar políticas y programas con este fin'.
La primera parte de esta conclusión recoge bien a las claras la postura que desde siempre se ha defendido, desde las organizaciones empresariales, de que solamente se puede conseguir un crecimiento sostenible y sostenido si éste se basa sobre el desarrollo de las iniciativas de los individuos y su capacidad de asumir riesgos y crear riqueza y empleo.
Las empresas españolas en América Latina han ido para quedarse, no para especular
Esto es precisamente lo que subyace tras los buenos resultados económicos y sociales que desde hace una década viene ofreciendo España al resto del mundo. Y esto es también lo que los empresarios españoles y sus organizaciones han querido transmitir en sus relaciones internacionales.
Coincidiendo con la incorporación de España a la Unión Económica y Monetaria, y la vuelta a escenarios de mayor estabilidad macroeconómica, las empresas españolas han hecho una apuesta decidida en su búsqueda de nuevas oportunidades de inversión y de creación de riqueza y empleo, dirigiendo su mirada hacia zonas del mapa donde las similitudes y la cercanía son mayores.
Desde esa fecha se inicia un fuerte proceso inversor y de transmisión de conocimiento y de tecnología en la mayor parte de los países de Latinoamérica, con independencia del color del Gobierno y del grado de desarrollo del país. Esto ha permitido que desde entonces las inversiones netas se hayan multiplicado por seis, pasando de 9.079 millones de euros en 1997 a 54.346 millones en 2006.
En estos años las empresas españolas han contribuido de manera destacada a crear una senda de progreso que ha permitido a esta región disfrutar de tasas de crecimiento del PIB superiores al 4,5%. Están aportando creación de empleo estable, mejora de la base tecnológica, formación de los recursos humanos, apoyo al tejido empresarial de las pymes de cada país y seguridad en los sectores estratégicos para el desarrollo económico.
Todo esto se consigue porque la implantación de nuestras empresas en América Latina responde, en general, a decisiones estratégicas de largo plazo, es decir, son empresas que han ido para quedarse, no para especular. En realidad, muchas empresas españolas llevan ya tanto tiempo invirtiendo y trabajando en América Latina que ya se pueden considerar empresas latinoamericanas tanto o más que empresas españolas.
Adicionalmente, las empresas españolas han dado trabajo a muchísimos inmigrantes latinoamericanos que han llegado a España en los últimos años; el número de residentes en España se sitúa por encima de los dos millones de personas, de los cuales casi el 70% están ocupados.
Con estos datos, está fuera de toda duda razonable cuestionar los objetivos, el apoyo y el compromiso de las empresas y ciudadanos españoles con el desarrollo sostenido de Latinoamérica. En cambio, no parece que se esté cumpliendo la conclusión mencionada anteriormente en lo relativo a 'asegurar la capacidad del Estado para implementar políticas y programas con el fin de asegurar un crecimiento económico perdurable que garantice el desarrollo humano sustentable'.
Para ello, los Gobiernos deberían poner más énfasis en crear un marco jurídico, social y económico estable para que las empresas sigan creando empleo y, de esta manera, posibiliten la obtención de ingresos públicos para poder financiar políticas redistributivas y de cohesión social. La libertad debe ser la línea a seguir, libertad económica y de competencia, libertad de empresa y sólidas instituciones democráticas.
Por el contrario, el riesgo está en las corrientes populistas. Por encima de todo se debería evitar entrar en polémicas innecesarias que cuestionen el trabajo y los esfuerzos de las empresas españolas y sus organizaciones, cuyas actuaciones se ajustan a la legislación vigente, demasiado cambiante y poco transparente para lo que sería deseable.
En todo caso, estas reflexiones deben servir para dejar bien claro el compromiso de los ciudadanos españoles y sus empresas en el desarrollo de Latinoamérica. Desde las empresas y sus organizaciones representativas, y especialmente desde la CEOE, con su presidente Gerardo Díaz Ferrán a la cabeza, seguiremos realizando esfuerzos para generar riqueza e impulsar un trabajo digno y productivo.
Resultado obligado terminar subrayando que una vez más ha quedado demostrado que la Monarquía es un activo fundamental para España, para defender nuestros intereses y para ser nuestro mejor embajador. Reiteramos, por tanto, nuestra lealtad y respeto a la Corona.
Arturo Fernández Álvarez
Presidente de CEIM (Confederación Empresarial de Madrid, CEOE)