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Columna
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Los cereales y la crisis ganadera

El alza de los precios de los cereales es una mala noticia para el sector ganadero en España debido a su elevada dependencia de los piensos, subraya el autor. Sostiene que la situación insostenible a la que se ve abocada la ganadería tendrá su reflejo en la inflación

La crisis de los sectores ganaderos es el aspecto más preocupante en el confuso escenario que viene viviendo el mundo agrario y alimentario en los últimos meses. El sector ganadero tiene en España unas características peculiares que le hacen especialmente vulnerable al alza en los costes de la alimentación, dada su elevada dependencia de los piensos. Las limitaciones climatológicas y de medio físico en nuestro país han obligado a desarrollar sistemas intensivos de producción en los que la alimentación animal se basa en el suministro de piensos. Incluso en sistemas mixtos y extensivos es inevitable complementar las raciones a lo largo de buena parte del año. Por esta razón no debemos festejar el alza en el precio de los cereales y de otras materias primas básicas en la elaboración de los piensos. Al fin y al cabo, no debemos olvidar que los cereales apenas representan un 7% en el valor de la producción agraria española, frente a un 38% de las producciones ganaderas.

La ganadería española ha experimentado un auge espectacular en las dos últimas décadas. Los sectores cárnicos han alcanzado un superávit comercial exterior de más de 1.000 millones de euros en 2006, gracias a un incremento continuo en la cabaña y a una mejora sustancial en la organización empresarial que ha permitido superar las diversas situaciones críticas que se han ido presentando a lo largo de los últimos 20 años.

La especulación ha sido provocada por el 'efecto llamada' de la nueva demanda energética para productos de alimentación

Sin embargo la situación actual es especialmente grave. El caso del sector lechero muestra la falta de flexibilidad: habrá que esperar hasta la revisión de la PAC en 2008 para iniciar un proceso de incremento en las cuotas lecheras que no finalizará hasta 2015, con su liberalización completa. Mientras tanto, los precios de la leche han subido en España (septiembre sobre septiembre) un 11,4%, al tiempo que se somete a fuertes multas a los ganaderos que incrementen su producción de leche.

No hace falta ser admirador de la sociedad norteamericana para envidiar su capacidad de adaptación a las circunstancias. Ante el fomento público en la utilización de etanol para mezclas con carburantes fósiles, las producciones de maíz han crecido espectacularmente esta campaña, un 26%, permitiendo que la producción mundial supere al consumo esperado, manteniendo los stocks fin de campaña a un nivel similar al año anterior. Seguramente ésta es la razón por la que los precios mundiales del maíz (Chicago Board) se situaban a principios de octubre en 93 euros/t, para entregas en diciembre, mientras el trigo cotizaba a 228 euros/t. La cebada no se podía obtener en la lonja de Toledo a menos de 221 euros/t, a pesar de la excelente cosecha de este año, mientras el maíz cotiza a 240 euros/t.

La incapacidad de la Unión Europea para adoptar decisiones rápidas no es algo nuevo. Pero se aprecia de un modo especialmente dramático cuando se presentan situaciones de crisis. Por ejemplo, ante la abundancia de maíz en el mercado mundial y los elevados precios en Europa es preciso saber que buena parte del maíz disponible en los mercados no puede importarse en la UE al proceder de variedades genéticamente modificadas, aun no autorizadas para su consumo. Para España, que ha importado 15 millones de toneladas de cereales en la campaña 2006/2007, la situación actual es muy comprometida. Se va a suspender la percepción de aranceles a la importación de cereales pero su elevado precio internacional, así como de los fletes, no permiten ser optimistas, aunque la inviabilidad económica de producir bioetanol a esos precios tenderá a corregir la situación actual.

Como respuesta a una situación insostenible para la ganadería, cabría pensar en una traslación del incremento de costes hacia el consumidor. En avicultura de carne, los precios anuales ya han subido el 11,3%. Pero no resulta tan fácil en sectores exportadores, con exceso de producción sobre el consumo interior, como en carne de vacuno y de porcino. En cualquier caso, ya se les tacha de especuladores por aprovecharse de la crisis para obtener beneficios desproporcionados. Pero la especulación la han provocado principalmente aquellos que vienen anunciando desde finales de la primavera una cosecha mundial escasa, frente a una demanda en fuerte crecimiento, lo cual es falso. La producción este año crece un 5,7% frente a un 2,8% del consumo. La especulación ha sido provocada por el efecto llamada de la nueva demanda energética para productos de alimentación, según interpretan todas las agencias internacionales de prospectiva.

En cualquier caso, la crisis ganadera española se reflejará en la inflación. Bien porque las empresas sean capaces de trasladar hacia delante los incrementos de costes, bien por la desaparición de explotaciones y la disminución de producción. Lo que no cabe esperar son milagros.

Carlos Tió

Catedrático de Economía Agraria. Universidad Politécnica de Madrid

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