_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El anacronismo de Volkswagen

Anacrónico no es un calificativo que se asocie con los fabricantes de automóviles. Pero el mayor grupo de Europa, el alemán Volkswagen, basa su estructura accionarial en una desfasada ley de 1960 que otorga unos derechos excesivos al capital público en detrimento del privado. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea, en una sentencia dictada ayer, ha fallado que esa norma, conocida como ley Volkswagen, es incompatible con el Tratado de la UE y debe ser abolida o anulados los artículos que violan el derecho comunitario.

Como consecuencia, Berlín deberá suprimir el límite del derecho de voto al 20% del capital social de la compañía y la exigencia de que las decisiones más trascendentales se tomen con el respaldo de, al menos, el 80% del accionariado. Ambas provisiones, como ha interpretado el tribunal, sólo pretenden preservar los privilegios disfrutados por el Gobierno regional de Baja Sajonia y el Gobierno Federal de Alemania, cuya participación en el capital de la empresa ascendía al 20% (aunque el Estado ya ha vendido su parte).

Los jueces comunitarios, como ya ocurriera con las acciones de oro de España, Francia, Holanda o Reino Unido, han desechado las 'razones de interés general' invocadas por Alemania para justificar esos blindajes. En el caso de Volkswagen, quizá cabía la disculpa del 'contexto histórico' en que se adoptó la ley tras la Segunda Guerra Mundial. Pero, aun así, en una UE creada precisamente para superar esa conflagración, las restricciones a la libre circulación de capitales son un anacronismo además de, en este caso, una ilegalidad.

La sentencia pone fin al riguroso control de la empresa por las autoridades alemanas que han disfrutado, durante 47 años, de derecho de veto sobre las principales decisiones de la compañía, desde el establecimiento o traslado de unidades de producción hasta la creación de filiales o la adquisición de otras empresas. El mercado decidirá ahora quién debe ser el propietario y su principal accionista, el fabricante alemán Porsche, parece dispuesto a aprovechar la oportunidad.

Más información

Archivado En

_
_