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Tribuna
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Progreso e inmigración

El fuerte ritmo de crecimiento que ha experimentado la inmigración en España ha cambiado los perfiles de nuestra sociedad y economía.

Algunos impactos de este proceso son muy visibles. Ha facilitado la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo en hogares donde los inmigrantes realizan tareas previamente asumidas por aquéllas. Este efecto se constata con el aumento de la población activa femenina desde los 6.287,10 en el IITR96, hasta los 9.338,90 en el IITR07.

Asimismo, la inmigración ha estimulado de manera clara la actividad y la ocupación. El número de afiliados a la Seguridad Social en septiembre de 2007 alcanzó los 2.036.582 (10,5% del total), mientras que en 1998 eran 262.771 (un 1,9%). De esta evolución se deriva una relevante aportación al crecimiento económico (casi un 8% del PIB). Además, muchos otros efectos se derivarán en el tiempo a medida que los hogares de inmigrantes se integren, se amplíen y sus miembros asuman nuevas funciones en el entramado social y económico de nuestro país. El fenómeno de la inmigración está plagado de oportunidades para todos, aunque conviene ser realista y apuntar, como se ha constatado en otras sociedades, la existencia de aspectos problemáticos que el proceso de integración conlleva.

La experiencia de otros países debería servirnos para que los efectos positivos cosechados hasta la fecha prevalezcan en el futuro. Para ello tenemos que actuar sobre lo que ya nos están mostrando los índices actuales.

La presencia de inmigrantes en los registros de desempleo se ha incrementado en los últimos meses. En septiembre de 2007 hay 170.581 parados extranjeros, un 8,5% del total, y se están registrando aumentos superiores al 20%.

Este aspecto puede parecer problemático, pero muestra la salud de nuestro sistema de bienestar. El aumento del desempleo es un fenómeno coyuntural, más o menos duradero, pero lo positivo es que los trabajadores inmigrantes que pasan a esta situación lo hacen con la misma cobertura de derechos que el resto de trabajadores. Este aspecto es importante si, como parece que sucederá en los próximos trimestres, una cierta desaceleración económica va a situar a los trabajadores más expuestos por su cualificación o el tipo de empleos que ocupan en riesgo de desempleo, algo que en la actual fase del mercado de trabajo afecta principalmente a los trabajadores extranjeros.

Sin embargo, estos datos parecen contradictorios con las manifestaciones alertando del déficit de determinados perfiles profesionales (ingenieros, controllers, mecánicos, técnicos de grúa y mantenimiento, camareros, teleoperadores, electricistas, entre otros).

Por ello es ineludible plantear ya medidas para, por un lado, garantizar la vuelta de estos trabajadores al mercado laboral y, por otro, establecer canales con garantías que faciliten el acceso a nuestro mercado laboral de aquellos perfiles que necesita nuestro tejido empresarial y que no tenemos. En ambos casos vamos a necesitar agilizar nuestro mercado de trabajo y dotarlo de elementos garantistas y eficientes, para evitar abusos. El redireccionamiento de los que ya están debería producirse en ramas de actividad en las que por ahora hay una escasa presencia de trabajadores inmigrantes, lo cual supondrá en muchos casos superar la barrera de la movilidad funcional.

En este caso, la formación de los trabajadores será un factor capital. Por lo tanto, será necesario contar con operadores que aporten una formación que genere una rápida empleabilidad y que cuenten con el suficiente conocimiento global del mercado de trabajo para movilizar capital humano hacia las necesidades reales.

Por otro lado, habrá que seguir trabajando en una inmigración ordenada, consensuada socialmente y ligada a las necesidades de nuestro mercado de trabajo. En este sentido, la contratación en origen es un mecanismo paradigmático, ya que garantiza al inmigrante desde la salida su integración laboral.

En ambos casos, las ETT (agencias de empleo en Europa) han demostrado ser un mecanismo eficaz y garantista. Llevamos mucho tiempo demostrando nuestro compromiso con el colectivo de inmigrantes que se dirige cada vez más a nuestras compañías buscando empleo sabiendo que encontrarán garantías y beneficios.

Desde el consenso previo con las organizaciones sindicales, nuestras empresas quieren reforzar más su compromiso con el mercado de trabajo para apoyar las mencionadas líneas de acción, las cuales son estratégicas para el progreso de nuestra economía.

Francisco Aranda Manzano. Presidente de Agett (Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal)

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