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OMC

La disputa industrial retrasa a 2008 el fin de la Ronda de Doha

Las conversaciones de la Ronda de Doha de la OMC vuelven a punto muerto por las desavenencias en el ámbito industrial y el fin de la autorización a George Bush para pactar. Esta semana habrá nuevas propuestas, pero los negociadores hablan ya de 2008 como fecha del acuerdo.

Una de las grandes esperanzas de acelerar el proceso se diluyó hace poco más de una semana: las reuniones paralelas del llamado G-4 en Potsdam (Alemania). Ese grupo 'selecto', formado por ministros de la Unión Europea, Estados Unidos, India y Brasil, podía discutir de forma informal y llegar a acuerdos asumibles por el grueso de las naciones negociadoras. Hubo avances en el ámbito agrícola, pero el enquistamiento sobre el acceso a mercados industriales de los países emergentes dio al traste con esta vía rápida.

Alfredo Bonet, secretario general de Comercio Exterior, explica a este periódico que las negociaciones sobre agricultura e industria están muy vinculadas desde la cumbre de Hong Kong, en diciembre de 2005. Allí se sentaron bases como la eliminación de las ayudas agrícolas a la exportación en 2013, pero no hubo compromisos sobre las ayudas a la producción. Sigue sin haberlo, y la última decepción ha venido de la industria.

La negociación ha vuelto ahora al ámbito multilateral de Ginebra, con los 150 miembros de la Organización Mundial del Comercio en las conversaciones. El responsable de la mesa para la agricultura, Crawford Falconer, presentará esta semana un documento fijando los límites de la negociación, y hará lo propio el responsable industria, Donald Stephenson.

Bonet explica que 'según la redacción de los documentos, es posible que Pascal Lamy, el presidente de la OMC, haga suyas las propuestas, a la manera de Arthur Dunkell en la Ronda Uruguay'. La negociación de esa ronda (1986-1994), que dio lugar a la creación de la OMC en sustitución del GATT, fue más larga de lo que lleva acumulado la de Doha (desde 2001), pero el tiempo pasa sin acuerdo. Un acuerdo que, según el Banco Mundial, elevaría el PIB mundial en 300.000 millones de dólares anuales y sacaría de la pobreza a 140 millones de personas.

Paquete completo

En el supuesto de que se desbloqueara la negociación sobre agricultura e industria, se pasaría a abordar el sector servicios, porque, como recuerda Bonet, la negociación es por un paquete completo: 'Puede cambiar el nivel de ambición de los acuerdos, pero éstos tendrán que referirse a todas las materias'.

El hecho de que ayer concluyese el poder negociador del presidente de Estados Unidos supone una piedra más en el camino, pero Bonet no cree que por sí mismo pueda acabar con la ronda: 'Si Bush es capaz de presentar al Congreso estadounidense un preacuerdo significativo, es probable que éste le prorrogue en octubre el permiso para pactar'.

Aun así, los plazos apremian, y la luz al final del túnel se aleja. Es una historia recurrente desde 2005: las conversaciones pueden terminar a fin de año; luego, en el verano siguiente, y así sucesivamente. La penúltima ruptura difiere las cosas un punto más allá: 'Si todo va bien, en septiembre deberíamos tener un acuerdo sobre grandes cifras', explica Bonet. 'Después se desarrollarían las normas, para poder llegar a una conclusión de la ronda en los primeros meses de 2008'.

El secretario general confiesa que era más optimista antes de la ruptura del G-4, pero sostiene que 'cada vez hay más conciencia de la importancia del acuerdo y de los riesgos del fracaso para la credibilidad del comercio multilateral y de la OMC como reguladora de la globalización'. Si no hay acuerdo, se volverá a los pactos bilaterales.

Una tarea complicada en Washington

Suan Schwab ha pedido al Congreso más tiempo. La representante comercial de EE UU escribió la semana pasada una carta a Charles Rangel, líder demócrata del comité económico de la Cámara baja, para pedirle la renovación del fast track authority del presidente que expiró ayer, informa Ana B. Nieto.Este fast track es el poder que las cámaras delegan al presidente para que el ejecutivo negocie acuerdos comerciales internacionales que luego no pueden ser modificados por los legisladores, solo aceptados o rechazados. Con ello se agiliza la posición comercial de EE UU. En un ambiente en el que crece el proteccionismo como la actual, sin este poder las posibilidades de que una administración tan débil como la de Bush cierre algún acuerdo, incluido el de Doha, son mínimas.También son escasas las posibilidades de que el Congreso, mayoritariamente demócrata y más proteccionista que el anterior, renueve el fast track por mucho que estén presionando en este sentido no solo Schwab, sino otros miembros de la Administración como Condoleezza Rice, Henry Paulson y Carlos Gutiérrez. Desde sus respectivos departamentos han argumentado que está en el interés nacional y económico de EE UU cerrar acuerdos multilaterales y bilaterales y no perder la oportunidad de hacerlo cuando otros países estrechan estas relaciones.Rangel y otros demócratas contemplaron ampliar el poder de Bush si las negociaciones para la Ronda multilateral de Doha se hubieran encauzado y hubiera posibilidades de sacarlas adelante, algo que no ha ocurrido.Bush tuvo esta autoridad cinco años en los que ha llegado a acuerdos con Singapur, Chile, Australia, Marruecos, Bahrein y América Central. Antes de 2002 el Congreso no cedió el fast track durante ocho años.

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