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La opinión del experto
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La vida en rosa

José Aguilar analiza, a partir del ejemplo de Edith Piaf, el contraste entre la corrección con la que muchos se desenvuelven en su entorno y la falta de contención con la que actúan ante las personas más próximas.

Una película reciente nos muestra un retrato de la genial cantante que llenó teatros y auditorios en Francia y otros países durante las dos décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. El título de este relato cinematográfico está tomado del de una de sus canciones más conocidas, La vida en rosa. Un completo sarcasmo, si cotejamos este color tan suave con la paleta de intensas tonalidades que nos muestran los diferentes episodios de la película: del negro que tamiza las secuencias más trágicas, al verde del sórdido ambiente en el que pasa su infancia y primera juventud, o al rojo que tiñe sus impulsos pasionales y los refugios que utiliza para evadirse de una vida dura (el alcohol y los narcóticos).

El personaje, magistralmente interpretado por Marion Cotillard, no suscita rechazo o antipatía. Los momentos en los que canta provocan admiración. El modo en que se transforma sobre el escenario es un buen ejemplo de cómo las mejores cualidades afloran cuando se crean las condiciones adecuadas. El apoyo y el estímulo que recibe de las personas de su entorno expresan con claridad la influencia benéfica de un buen equipo. El éxito de quienes apostaron por ella revela la rentabilidad de una política de selección basada en el talento.

Pero, por encima de estas consideraciones, lo que más conmueve es su fragilidad, a pesar de que la oculte tras un carácter fuerte, unas reacciones coléricas y una actitud distante ante quienes la rodean. El guionista nos muestra a la Piaf como una mujer incisiva en sus conversaciones, cauterizada por el sufrimiento y algo superficial. Pero más allá de estas apariencias, las escenas más impactantes dibujan una personalidad quebradiza, necesitada hasta el extremo de afecto y compañía.

Las contradicciones de la cantante, según los guionistas, son interesantes, no sólo por el efecto que producen sobre el espectador, sino por las reflexiones que suscitan una vez que las proyectamos a mundos más próximos. En primer lugar, aparece el contraste entre la corrección con la que se desenvuelve en su entorno laboral (el escenario) y la falta de contención con la que actúa ante las personas más próximas. Se produce un curioso desdoblamiento de la personalidad, característico también de algunos perfiles profesionales. En su oficina, son personas dialogantes y que promueven la participación, mientras que fuera del recinto laboral muestran un rostro menos amable e intentan imponer la autoridad de la que quizá carecen en el despacho. A veces, el proceso es inverso.

La consecuencia en ambos casos es un conjunto de comportamientos que se basan en la frustración: hay quienes intentan resarcirse en casa o en el trabajo, por lo que no han sido capaces de obtener en otros lugares (poder, reconocimiento, influencia).

La segunda contradicción tiene que ver con el carácter multitudinario de sus actuaciones y la profunda soledad con la que se enfrentaba a su público. Existe una soledad constructiva, que consiste en asumir personalmente las propias responsabilidades, sin diluirlas en estructuras o normativas anónimas; y hay también una soledad destructiva, bajo la forma del autoaislamiento y del corte de cauces de comunicación con el entorno. Edith Piaf se debate, a lo largo de la película, entre ambas modalidades de la soledad.

La contradicción más sugerente es la que se expresa con el tema final de la película, el célebre Non, je ne regrette rien. La letra de esa canción es el resumen en el que ella ve condensada su vida, cuando ésta se acerca a su fin. Es toda una declaración de desapego respecto de lo que los demás han hecho por ella. No echa en falta ni el bien ni el mal que le han dispensado. Parece como si quisiera recorrer su última etapa sin vínculos de agradecimiento ni de rencor. Es la actitud de tanto self-made-man cuando proclama pretencioso que él 'no le debe nada a nadie'. La contradicción reside en que, al contrario de lo que proclama en su canción, y como le ocurre a tantos profesionales innovadores y creativos, ella es enormemente dependiente del favor del público. Necesita de un continuo reconocimiento, que le aporta la seguridad de la que carece y le da fuerzas para continuar.

Los manuales de recursos humanos proponen, sin muchos matices, la conveniencia de reconocer frecuentemente los méritos y logros de los colaboradores, como palanca de refuerzo de sus comportamientos más positivos. No seré yo quien ponga en cuestión tan venerable principio. Pero tras ver La vida en rosa, confirmo mi impresión de que una política excesivamente pródiga en reconocimientos puede crear dependencias innecesarias y generar expectativas siempre crecientes.

Tal vez la madurez de un profesional resida en su capacidad de tomar muy en serio el juicio que los demás expresen sobre sus actos, pero tomar más en serio todavía la convicción íntima de que ha realizado un buen trabajo (cuando sea el caso), con independencia de que esa tarea provoque el aplauso de otros. Mujer, a veces, perpleja y asombrada.

José Aguilar. Socio director de Mindvalue.

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