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Trichet nos devuelve a la vida real

En la película Barrio, uno de los tres personajes comparte con sus amigos el mismo anhelo que repite una vez tras otra: '¿Te imaginas que del grifo saliese Coca-Cola?'. Para el chaval de extrarradio, sin dinero, estudios ni expectativas, con una familia deshilachada, la imagen de la abundancia es abrir el grifo y que salga Coca-Cola.

Las familias y las empresas españolas han disfrutado de una etapa de abundancia de dinero sin precedentes. Dice el refrán que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero hoy por hoy parece increíble que hace un par de décadas los tipos de interés estuviesen más cerca del 15% que del 10%. Increíble y, casi, olvidado, pues si aquellos niveles eran a todas luces excesivos, el 2% de hace tres años también lo era. España ha disfrutado de tipos reales negativos en una economía en expansión, una situación digna de emergencia económica pero provocada, en este caso, por la unión monetaria.

El dinero barato ha estimulado el endeudamiento; la compra de casas y la inversión empresarial. Pero ya pasó. Rasgarse las vestiduras porque los tipos pueden alcanzar el 4,5% a final de año es un engaño. La economía no puede funcionar siempre en modo de emergencias, aunque a nadie le guste que la letra de la hipoteca se haya encarecido y vaya a seguir haciéndolo. Más constructivo sería el plantearse los motivos que llevan al BCE a volver a su campo de batalla favorito: la eliminación sistemática de riesgos inflacionistas. Y tras las palabras de Trichet se esconde la fulgurante recuperación económica de Alemania, el presunto motor de Europa que llevaba lustros estancado. Alemania aún no alcanza los niveles de crecimiento de mercados periféricos, ni de momento parece haber contagiado a Francia o Italia. Pero la señal es positiva, y a España le viene que ni pintada una mejora de sus socios comerciales de cara a cambiar el modelo de crecimiento. También es bienvenida la claridad de los mensajes del BCE que, en contraste con los juegos de palabras de Greenspan, hace una aburrida labor de construcción de expectativas. Algo que los actores económicos deberían agradecer, siempre y cuando en Fráncfort no se pasen de frenada. Un riesgo que no debería minusvalorarse en un banco central que, como dijo un analista, 'está lleno de alemanes'. Pero de momento no es el caso. Durante muchos años del grifo ha salido Coca-Cola, pero ya es hora de ir cerrándolo. Poco consuelo para el hipotecado, pero es lo que hay.

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