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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Recetas contra la deslocalización

El anuncio del cierre de la planta de Delphi en Puerto Real (Cádiz) y la unánime respuesta contra la medida tomada por la multinacional de componentes del automóvil han vuelto a calentar un debate que en ningún momento se ha enfriado: la deslocalización de empresas. Desde el cierre en 1994 de Gillette -que se fue de Sevilla cuando lucía jugosos beneficios- pasando por el de Lear en Lérida, hasta las más recientes de Braun en Barcelona, La Toja en Galicia o San Claudio en Oviedo, el goteo de empresas que reducen su capacidad o desplazan íntegramente sus instalaciones de producción a países con menores costes es continuo, afecta a todos los sectores y se da en toda la geografía española.

Contra este fenómeno, extensible a gran parte de Europa, caben los primeros auxilios. Es el caso de medidas adoptadas por algunas empresas, en las que los empleados han llegado a aumentar su jornada laboral sin recibir por ello aumento en la retribución. Y es el caso también de notables desembolsos que, en forma de ayudas más o menos respetuosas con la competencia, desembolsan las Administraciones para atraer, primero, y después intentar retener instalaciones empresariales. Es innegable que la flexibilidad laboral es un notable atractor de inversiones, mientras que la simple ayuda económica, por cuantiosa que sea, no ejerce la función de retenerlas. Una prueba palpable es, precisamente, el caso de Delphi en Puerto Real.

La deslocalización es consustancial a la dinámica natural del mercado y, en plena globalización, también impulsa el desarrollo de los países menos industrializados. Es también un camino que transitan todos, y muchas empresas españolas lo han tomado. Por eso, el debate debe superar el simplismo de cómo retener empresas a cualquier precio y centrarse en crear el caldo de cultivo para potenciar nuevas actividades, con alto valor añadido, que proporcionen una competitividad sostenible. Esa es la receta para retener el empleo. Y uno de sus primeros componentes es potenciar políticas de I+D+i, pero que sean eficaces para las empresas.

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