El capital riesgo eleva sus miras al comprar TXU
La liquidez ha dado alas a estos fondos de inversión alternativa que no hacen más que romper récords con sus operaciones
En 1988, la entidad de capital riesgo Kohlberg Kravis Robert (KKR) saltó a la escena de lo superlativo comprando RJR Nabisco por 25.000 millones de dólares (más deuda, lo que elevó la operación a 31.400 millones). Era el mayor acuerdo al que jamás había llegado el capital riesgo y sólo recientemente se ha superado. Ahora este instrumento de inversión alternativa disfruta de uno de sus mejores momentos, ya que sólo en 2006 se captaron en todo el mundo 434.000 millones de dólares por parte del capital riesgo. Así las cosas, con tanto capital disponible, era natural que KKR se pusiera de nuevo a la cabeza de los récords.
Lo hizo ayer en compañía de otro titán de esta industria, Texas Pacific Group (TPG) al anunciarse oficialmente la compra de la eléctrica Texas Utilities (TXU).
A primera hora de la mañana, esta eléctrica dio a conocer oficialmente las cifras del acuerdo. Los accionistas recibirán 69,25 dólares por acción, un precio que incluye una prima del 25% con respecto a la media del valor del título los 20 días previos al cierre del pacto. La compra está valorada pues en 31.800 millones de dólares a los que se suma una deuda que ronda los 13.000 millones algo que dispara el coste de la operación a unos 45.000 millones. Pendientes de la última palabra, en poder de los reguladores, las partes esperan cerrar la operación a mediados de 2007.
Curiosamente se ha planificado un calendario para que TXU reciba contraofertas. La fecha clave es el 16 de abril. Antes de entonces la penalización por romper el pacto es de 375 millones de dólares. Después, mil.
Goldman Sachs, Morgan Stanley, Lehman Brothers y Citigroup se repartirán una pequeña parte de TXU y ayudarán a financiar la deuda, algo en lo que también participa JPMorgan Chase.
Con la toma de control de la eléctrica tejana, KKR supera el esfuerzo inversor que hizo con Merrill Lynch en la toma de control de HCA, un gestor sanitario, por 33.000 millones de dólares (incluida deuda). Esta operación se hizo en julio y fue superada en valor apenas hace unas semanas con la compra del mayor inmobiliario de oficinas de EE UU, Equity Office. Blackstone firmó el cheque de 39.000 millones de dólares.
La compra de TXU es una de las operaciones más ambiciosas hechas por este tipo de inversores que ya han extendido su poder a casi todo tipo de empresas mediante compras muy apalancadas. La intención de las operaciones es cambiar la gestión, hacer las empresas más rentables, alejadas de la lupa de los inversores en Bolsa, y volverlas a vender, quizá mediante una nueva colocación en los mercados, para obtener beneficio. El capital riesgo está actualmente liderando casi toda la actividad de fusiones y adquisiciones con operaciones valoradas en 700.000 millones en 2006 y 50.000 en lo que va de año. Incluso cuando se maneja la venta de Chrysler por parte de la matriz alemana Daimler, se cuenta con que este pool de inversión esté interesado.
Hasta ahora, las firmas de capital riesgo únicamente se han fijado en eléctricas en territorios desregulados. Y no han tenido mucho éxito porque las autoridades han echado por tierra las operaciones. En 2003, TPG quiso comprar y no pudo Portland General Electric de Oregón y ese mismo año KKR quiso hacerse con otra eléctrica de Arizona. Tampoco allí las autoridades transigieron. Tras la negativa está el temor de las autoridades a que estas compañías, movidas por una estrategia que se percibe como cortoplacista y que no son responsables ante accionistas o clientes, se hagan con sectores clave en territorios desregulados y se disparen los precios, algo políticamente muy arriesgado.
Esta vez, ambas empresas han dado una vuelta a su estrategia y han comprometido una rebaja de precios de la energía del 10% para los clientes residenciales (algunos legisladores creen que no es mucho dado el alza de los precios en este mercado tras la desregulación) además de límites al alza hasta 2008. Además, y en un movimiento sin precedentes, se han comprometido a revolucionar la política medioambiental de TXU para ganar el apoyo de legisladores, público y grupos medioambientales.
Una operación muy verde
Bárbaros a las puertas es ya una imagen genérica pero a finales de los ochenta fue la que se proyectó KKR tras la compra de Nabisco. Casi dos décadas después, el capital riesgo quiere deshacerse de esa imagen vilipendiada popularmente a través del cine y la literatura y la operación de compra de TXU es un ejemplo.Para vencer las reticencias de los reguladores y los afectados, KKR, y TPG han intentado ponerse a los grupos de interés y autoridades de su parte antes de cerrar la operación y la clave ha sido el medio ambiente.Esta palabra se lee sin cesar en el comunicado de las empresas y ha dirigido parte de la estrategia de compra.El listón estaba bajo. John Wilder, consejero delegado de TXU (que mantendrá su puesto), hizo olvidar la crisis de la eléctrica en 2002 pero con métodos muy agresivos y una negativa política medioambiental. Su propuesta de construir 11 centrales de carbón estaba siendo protestada con manifestaciones y huelgas de hambre en Tejas. KKR y TPG han dado la vuelta a esta estrategia. Buscando la bendición de los ecologistas, se han comprometido a mantener solo tres de estas plantas (las más productivas) y además han dicho que invertirán 400 millones en energías alternativas y reducirán a los niveles de 1990 sus emisiones de dióxido de carbono. El movimiento verde, cada vez con más poder en EE UU fue el primero que supo de la operación puesto que se negoció con ellos a la vez.Políticos y consumidores pueden ser más duros de convencer. Los precios de TXU son los más elevados del país.