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Columna
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Efectos del cambio climático sobre la salud

La reciente visita a España de Al Gore, presentador de la película Una verdad incómoda, ha servido para alertar sobre el problema del cambio climático mucho más que las denuncias que se han venido produciendo durante los últimos años por parte de la comunidad científica y de algunos grupos ecologistas. No está mal que el cine, en este caso de la mano de alguien tan famoso como un ex vicepresidente de Estados Unidos, contribuya a que se adopten medidas para reducir las emisiones de efecto invernadero, como las que ya se están tomando en España y las que debieran aplicarse en el propio Estados Unidos, principal emisor de gases y que insolidariamente no ha suscrito el Protocolo de Kioto.

Tener conciencia del problema es, sin duda, el primer requisito para encontrar una solución que, lejos de generar inevitablemente la crisis de algunos sectores, puede producir grandes oportunidades de negocio a través de los Mecanismos de Desarrollo Limpio y de Aplicación Conjunta, establecidos en el Protocolo de Kioto y que permitirán obtener beneficios mediante inversiones en tecnologías limpias y la modernización de los sectores económicos.

Sin embargo, esta conciencia ciudadana sobre tan grave problema como el que acecha al futuro de la humanidad se relaja al vaticinarse determinados desastres, como el aumento del nivel de las aguas o la desertización de amplias áreas geográficas, en escenarios tan alejados en el tiempo que difícilmente serán conocidos por muchos de quienes vivimos actualmente. Por ello, es importante no ocultar los males que ya están presentes entre nosotros para, de esta forma, evitar que se puedan presentar posiciones insolidarias con las generaciones futuras y conseguir que la sociedad sea consciente de que no se puede dilatar la toma de medidas para la mejora del medio ambiente.

Uno de los campos que más próximos resultan a las personas es el de su salud y existen datos que señalan la contaminación del agua y del aire, el ruido o la utilización de sustancias químicas peligrosas como posibles causas del aumento de alergias, enfermedades respiratorias, casos de cáncer o alteración de sistemas hormonales.

El Instituto Nacional de Estadística, en el libro La sociedad española tras 25 años de Constitución, se ocupó de este problema anunciando el proyecto estadístico de elaborar una batería de indicadores que midieran los principales aspectos medioambientales y su incidencia sobre la salud, bajo responsabilidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y con la colaboración de la Oficina de Estadística Europea (Eurostat). Pero el caso es que, cuatro años más tarde de iniciado dicho proyecto, se está lejos de contar con esos indicadores que, junto a lógicas dificultades metodológicas, tienen el problema añadido de que, caso de demostrarse relaciones de causa efecto entre determinadas emisiones y algunas muertes o enfermedades, podrían dar origen a la solicitud de indemnizaciones por parte de los afectados.

A la espera de esta batería de indicadores, y como ya se hizo en el libro mencionado, se puede observar qué está pasando con la evolución de determinadas causas de muerte que, a juicio de los expertos, se pueden suponer influidas por factores medioambientales.

Aprovechando los datos que ha publicado el INE recientemente sobre la estadística de causas de muerte correspondientes al año 2005, se observa que el total de fallecidos, que ascendieron a 387.355, multiplicaba por 1,3 las 289.344 muertes registradas en el año 1980, evolución razonable en función del aumento de población y del envejecimiento que registra la población española.

Pues bien, frente a este incremento, se aprecia que algunas causas de muerte que pueden tener relación con la desaparición de la capa de ozono, como las de la piel (excepto tumores), se han multiplicado en estos últimos 25 años por 6,1, los melanomas malignos de piel se han multiplicado por 4,6 como causas de muerte y el tumor maligno del aparato respiratorio se ha multiplicado por 2,2. También se aprecia que, desde 1980 hasta 2004 (se toma este dato por no estar aún disponible la clasificación detallada de causas de muerte de 2005), las muertes por linfoma NO Hodking se han multiplicado por 6,2, las producidas por leucemia por 1,7 y las causadas por mieloma múltiple por 3,3.

Que existan causas que casi quintuplican la evolución media de la mortalidad mueve a pensar en que, efectivamente, el medio ambiente precipita determinado tipo de enfermedades y en lo necesario que es, por tanto, avanzar en ese proyecto de indicadores que puede constituirse en una señal de alerta permanente de las consecuencias que su deterioro está teniendo sobre nuestra salud.

José Aranda. Economista y estadístico

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