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Tribuna
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El diálogo energético entre la UE y Rusia

La seguridad energética es un asunto central en los foros y reuniones bilaterales, lo que reitera, según el autor, el problema de dependencia que padece Europa. En su opinión, paralelamente al diálogo con Rusia, la Unión Europea debe financiar infraestructuras en los países vecinos

La semana pasada fue especialmente intensa en la aparición de piezas del puzle energético europeo. æpermil;sta arrancó con el preámbulo dominical en el que Angela Merkel visitó a Vladimir Putin en la ciudad sureña rusa de Sochi. Romano Prodi siguió el mismo camino el miércoles 24. En ambos casos, los problemas energéticos fueron centrales en las conversaciones entre los líderes políticos. En ambos casos, hubo referencia a los contratos de suministro a largo plazo de gas firmados y la construcción de almacenes subterráneos de gas. En el caso alemán se destacó su interés particular por la construcción del gasoducto del norte de Europa, mientras que en el italiano se subrayó el acceso de Gazprom a la red minorista de distribución de gas en Italia y el de Eni a la extracción de gas en Rusia.

Mientras tanto, entre el 22 y el 26 de enero, la Asamblea del Parlamento del Consejo de Europa se reunió en Estrasburgo. Los aspectos analizados fueron diversos, pero los energéticos ocuparon un lugar destacado. Estos se concretaron en el documento aprobado sobre El peligro de la utilización del suministro de energía como un instrumento de presión política. En este texto, uno de los aspectos más polémicos aludía a la garantía en el suministro energético, siendo el instrumento principal apuntado la firma y ratificación de la Carta Energética y el Protocolo de Tránsito. A este respecto, debe destacarse que tal recomendación se dirigía a Noruega, pero especialmente a Rusia.

Desde el miércoles 24 y hasta el domingo 28 ha durado el Foro Económico Mundial en Davos. También en este caso los problemas energéticos han ocupado un lugar muy importante. En este encuentro internacional se han suscitado interrogantes sobre el suministro energético a Europa, que fueron respondidos por el cabeza de la delegación rusa, Dmitri Medvedev, primer viceministro, presidente de Gazprom y probable futuro presidente de Rusia, subrayando que su país siempre había cumplido sus contratos (energéticos) y que no existía ningún indicio para sospechar lo contrario.

Todos estos hechos y discusiones reiteran el problema de dependencia energética de Europa. En ciertos casos tal dependencia puede generar vulnerabilidad, pero presenta dos fuentes distintas, en especial en cuanto al abastecimiento desde Rusia: la correspondiente a los países productores y la vinculada a los países de tránsito. Ambas vulnerabilidades tienen formas distintas de abordarse. La primera se resuelve diversificando mercados de compra, desarrollando las posibilidades del gas licuado o firmando contratos a largo plazo. El problema relacionado con los países de tránsito requiere la creación de infraestructuras, como la construcción del gasoducto del norte de Europa o de depósitos de almacenaje de gas y petróleo. Dentro de este grupo de medidas se encuentra también el apoyo a países donde existan infraestructuras estratégicas de abastecimiento a Europa alternativas a las que existen en Rusia. En este sentido una posición estratégica para Europa está ocupada por el eje mar Caspio-sur del Cáucaso-Turquía. Esta ruta puede adquirir más relevancia todavía si se consolida el acuerdo firmado la semana pasada para construir el Sistema de Transporte del Caspio de Kazajistán, pues transportaría, al menos, petróleo desde el centro de Asia hasta Europa, evitando el territorio ruso.

Parte del diálogo energético entre la UE y Rusia se ubica en la reedición del acuerdo de colaboración entre ambos socios que finaliza este año. Si se pretende que tal acuerdo se firme, debería excluirse de las discusiones la recomendación de la Asamblea del Parlamento del Consejo Europeo relacionada con la suscripción del Protocolo de Tránsito puesto que, en las condiciones actuales, resulta inaceptable para Rusia. Si se pretende establecer un diálogo realista entre la UE y Rusia deben tomarse como ejemplo las conductas de Alemania e Italia, puesto que los resultados están siendo muy positivos y pueden cambiar la situación actual. De hecho, el concepto de vulnerabilidad energética en Italia es muy distinto del mostrado en el Foro Económico Mundial, que si se utiliza como referencia puede conducir a elaborar una política energética europea más realista.

Paralelamente al diálogo energético con Rusia, una parte de la política energética europea requiere un soporte financiero adicional en forma de política de vecindad. Tal política debería orientarse en forma de apoyos económicos generales, pero especialmente para el desarrollo de infraestructuras energéticas fuera de la UE. En efecto, la seguridad energética requiere destinar una mayor cantidad de partidas presupuestarias a tales menesteres, que conduce a la necesidad de llevar a cabo una reforma radical en el presupuesto de la UE.

Antonio Sánchez Andrés. Profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia

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