Los planes de renta fija sufren un deterioro en su rentabilidad
La subida esta semana de los tipos a largo plazo ha agudizado un poco más las difíciles perspectivas que a corto plazo se le presentan a los planes de renta fija, los más numerosos del mercado, con notable diferencia, ya que por volumen representan en torno al 70% del total de los patrimonios que gestionan estas instituciones.
De los diversos tipos de planes de renta fija, los más afectados por el deterioro de los mercados de bonos, serán en principio los que invierten a medio y largo plazo, ya que es en ellos en los que la caída de precios está siendo más acusada. Las rentabilidades a largo plazo han superado hace algunos días la barrera del 4% y esta semana no han hecho sino consolidarla. Y cuanto más alta es la rentabilidad a largo plazo, más desciende el valor de los bonos. Es decir, menos valor tienen las carteras de los inversores que han apostado por este tipo de planes, que ven como las rentabilidades se reducen a la mínima expresión o incluso entran en zona de pérdidas. Parece que los tipos a largo van a seguir en alza durante unas cuantas semanas, quizás meses, hasta que cambie el signo del ciclo monetario actual, en el que los tipos a largo plazo suben al compás del fortalecimiento de la economía y con objeto de acompasar la política monetaria que, en circunstancias como las actuales, está vigilante ante los riesgos de inflación, lo que exige aplicar tipos más altos.
Las oportunidades que tienen los inversores de cambiar de plan sin coste adicional son altas, por lo que en las presentes circunstancias un traslado de parte del ahorro hacia planes que invierten en renta variable, incluso aunque tengan un perfil nítidamente conservador, parece lo más apropiado. La Bolsa quizás se quede este año lejos de repetir sus resultados de 2006 y de los tres años que le precedieron, pero aunque sea con ganancias modestas, todo parece indicar que la renta variable será un territorio más confortable que la fija para las pensiones.