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Columna
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Las paradojas de la percepción ciudadana

En el último Barómetro disponible del CIS, correspondiente a noviembre de 2006, un 40,1% de los ciudadanos destacaron el paro como uno de los tres principales problemas de España. Tan sólo hace dos años, este problema era señalado por un 57,3% de ciudadanos pero sigue ocupando el primer puesto en la percepción ciudadana a pesar del notable avance registrado en las contrataciones fijas y del aumento de un empleo que, entre otras cosas, ha sido capaz de absorber a centenares de miles de inmigrantes.

El segundo problema, según un 40,1% de ciudadanos, es la inmigración. No deja de sorprender que el CIS mantenga este fenómeno como problema cuando, como ponen de manifiesto determinados análisis, la llegada de extranjeros está contribuyendo al crecimiento económico y alivia auténticos problemas como el envejecimiento o el déficit de la seguridad social. Dejando de lado las perturbaciones que puede introducir en los resultados esta formulación semántica del término inmigración, cabe resaltar el notable aumento que ha registrado en la percepción ciudadana puesto que, también en el Barómetro de noviembre de 2005, sólo era señalado entre los tres principales problemas de España por un 19,3% de los ciudadanos.

El tercer problema en orden de magnitud es el terrorismo de ETA, señalado por un 25,4% de ciudadanos. Este problema hace dos años era destacado entre los tres primeros por un 42,1% de entrevistados y, previsiblemente, no registrará un salto espectacular hasta el Barómetro de enero, dado que las entrevistas de diciembre, según el calendario del CIS, habrán sido hechas antes del atentado en Barajas del día 30.

Sobre la percepción de este problema del terrorismo de ETA, cabe destacar que, incluso después del atentado del 11-M, existían porcentajes muy importantes de ciudadanos que lo colocaban entre los tres principales problemas de España, llegando incluso a ocupar el primer puesto en diciembre de 2004, donde fue señalado por un 55,1% de ciudadanos, a pesar de que en esa fecha se llevaba año y medio sin víctimas de ETA y de estar probado que este grupo terrorista no había tenido nada que ver con el atentado islamista.

En este caso, si bien no existen perturbaciones semánticas, puede haber influido en los resultados la propia clasificación de problemas con que trabaja el CIS, que introdujo el atentado del 11-M en la lista del Barómetro de mayo de 2004, añadiendo la coletilla de terrorismo islamista en el de marzo de 2005 y que no sustituyó este concepto por el de terrorismo internacional hasta un año después del atentado, en el Barómetro de abril de 2005. No obstante, los porcentajes de personas que señalaron este problema como uno de los tres principales de España rondan el cero en todos los Barómetros, lo que muestra que la percepción ciudadana del fenómeno terrorista se ha seguido centrando en ETA.

Este breve repaso de los tres principales problemas de España a juicio de los entrevistados por el CIS pone de relieve que la percepción ciudadana puede estar más influida por la propaganda que por la situación real, como se ve al pasar de preguntar sobre los problemas de España a hacerlo sobre los problemas que más afectan al entrevistado. En efecto, al incorporar esta pregunta elementos de objetividad -la situación real del entrevistado- los tres primeros problemas resultan ser la vivienda, los problemas de índole económica y el paro, bajando la inmigración al puesto quinto y el terrorismo de ETA al noveno, y ocupando lugares más importantes otros problemas como la inseguridad ciudadana, la calidad en el empleo o las pensiones.

De este hecho podría derivarse la conclusión de que los estudios de opinión pueden estar reflejando, en una medida importante, aunque difícil de determinar, la eficacia que han tenido las campañas propagandísticas en la mentalización de la opinión pública, más que verdaderas opiniones fundamentadas en informaciones objetivas y rigurosas de la realidad.

Nuevamente, por tanto, surge la necesidad de que los resultados de la investigación económica y social lleguen, a través de medios que tienen la obligación deontológica de ajustarse a la realidad, a una opinión pública que debe estar sustentada en informaciones verdaderas de cuanto ocurre en los diferentes campos de preocupación.

Es el único modo de evitar ese círculo vicioso que supondría el que, por un lado, las fuerzas políticas fuercen la percepción de problemas a través de su propaganda para después, por otro lado, basar sus propuestas electorales o sus decisiones políticas en esas supuestas demandas ciudadanas que ellos mismos han inducido y que se manifiestan, con más o menos fortuna, en los estudios de opinión.

José Aranda. Economista y estadístico

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