Claves de la mejora de la empresa española
Los datos de la Central de Balances del Banco de España, publicados este mes, presentan a la empresa española en su mejor momento desde que esta publicación salió a la luz. La continuidad de un proceso de crecimiento con estabilidad monetaria se refleja en un margen sobre ventas del 7,6% logrado en 2005 y que parece mantenerse en 2006. Este resultado deriva de la combinación de descenso absoluto y relativo en el coste del crédito y de otras partidas cuyo peso relativo desciende respecto al total de ingresos.
Esto da lugar a cierta confusión porque cuando baja la proporción de ingresos destinados a amortizaciones o a costes laborales, a primera vista, parece que se han reducido las asignaciones correspondientes. Este efecto se conoce como paradoja de Solow, que la expuso al explicar algunos cambios en la distribución factorial de la renta nacional, y es válida para enfocar la cuenta de explotación agregada de las empresas no financieras.
La dotación de amortizaciones depende del volumen y de la composición de los activos de la empresa y de lo que determina la fiscalidad. Si la cifra es de 10 y las ventas son 100 es obvio que supone el 10%. Con ese mismo activo, si las ventas llegan a 200 el peso relativo de las amortizaciones cae a cinco y si las ventas se reducen a 50 las amortizaciones crecen hasta el 20%. En el entorno actual la economía crece y las ventas aumentan haciendo que el peso relativo de las amortizaciones baje (a pesar de la mayor inversión). Algo similar ocurre con el coste laboral.
Si se considera una tienda en momento de poca actividad, los dependientes tendrán menos trabajo que si tienen que atender la presión compradora de muchos clientes, de modo que su tiempo ocioso desaparece. El coste laboral es el mismo si se trabajan 6 horas o 7,45 horas, pero en el primer caso ese coste se diluye en menos unidades vendidas y su incidencia en el resultado es fuerte, mientras que en el segundo, una vez superado el punto muerto, el margen sube rápidamente.
En los casos anteriores no se produce deterioro en el mantenimiento de la capacidad de reposición del equipo productivo ni en la retribución del personal. Para apreciar si hay mejora o no de la situación de los empleados hay tres criterios relevantes: ¿aumenta el empleo?, ¿es mejor empleo en cuanto a estabilidad, horarios ? y ¿la retribución por hora trabajada permite un mayor poder adquisitivo? Si la respuesta a las tres preguntas es afirmativa, lo que le ocurra al reparto de la renta nacional es de poca importancia para esta finalidad.
En realidad, cuando la actividad económica cae y el paro sube suele suceder que la participación relativa de los costes laborales sube porque el margen se vuelve negativo, pero lo que más crece es la morosidad (en términos absolutos) y -aparentemente- las amortizaciones.
Si se compara la cuenta de explotación de 2005 con la de 1982, primer año de la serie de Central de Balances, el abaratamiento del coste del crédito explicaría unos dos tercios de la mejora en el margen sobre ventas. Ligado a lo anterior, el aumento en los ingresos financieros, derivados de la mejor posición de tesorería (que tiene retribución muy baja) y de los descuentos por pronto pago que no se han reducido en la misma proporción que el coste del crédito explica un 18% adicional. Esto, junto a los descensos relativos ya mencionados y la baja morosidad, permite multiplicar por cuatro la cuota del impuesto de beneficios, enjugar el paso de positivo a negativo de los ingresos extraordinarios y mejorar el margen último. La partida más importante, los consumos intermedios, en el último ejercicio sólo está tres décimas por debajo de la inicial y 2,3 puntos porcentuales por encima de la media.
Los tipos de interés suben y el euro se aprecia. Esto abarata las compras en el exterior y frena el aumento de los precios en el conjunto de la UE. Para España, que es un país con déficit exterior -en medida descendente, pero alta- ligado a productos no reemplazables, esta situación abarata las compras, pero las exportaciones se componen de productos manufactureros sometidos a intensa presión competitiva y el empeoramiento de la relación de intercambio no permite compensar la mejor posición compradora tanto fuera del país como dentro. Así, un euro fuerte, que comporta estabilidad de poder de compra en la eurozona, si lo es en exceso respecto a otras monedas puede generar distorsiones nacionales importantes en Europa.
Joaquín Trigo. Director ejecutivo de Fomento del Trabajo Nacional