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Tribuna
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Un poco de luz sobre la profesión de auditor

La auditoría es una profesión que en los últimos años ha perdido tirón, y esto lo han notado las empresas del sector, que cada vez tienen más dificultad para incorporar a sus plantillas ciertos perfiles, no tanto en los escalones inferiores, en los que también han notado cierta caída en la llegada de candidatos, si no en aquellos con dos o tres años de experiencia mínima, donde sí se presentan algunas dificultades. Entre los motivos fundamentales de esta pérdida de atracción destacan los interminables horarios, sobre todo en las temporadas altas de auditoría de las empresas, y los niveles salariales, que resultan más bajos que en otros sectores.

Durante los últimos años, se ha producido además un cierto efecto embudo para acceder a los puestos más altos del escalafón en las auditoras, es decir a los puestos de socio. Ello, unido a que los auditores con cierta experiencia siguen siendo muy valorados en el mercado para departamentos financieros de clientes finales, ha hecho que la rotación experimentada por estos perfiles profesionales en estos años haya sido mayor que en épocas anteriores.

Pero no todo son malas noticias para el sector. Ni mucho menos, puesto que desde el 29 de junio de este año ha entrado en vigor una nueva directiva europea que regula esta profesión, concretamente la Directiva Octava. Esta norma, en la que han tenido mucho que ver las grandes corporaciones españolas, permite a las firmas de auditoría la prestación de servicios multidisciplinares, evidentemente siempre que no comprometan su independencia. Además las exime de la obligación de rotar de clientes periódicamente y plantea la posibilidad (pendiente de estudio) de limitar la responsabilidad de la profesión en toda Europa.

Esto puede reactivar bastante la actividad de las firmas en todas sus áreas secundarias, entendiendo por éstas a todas aquellas que no son directamente auditoría de cuentas anuales y que muchas veces surgen como complemento de la auditoría o a causa de ésta, como pueden ser actividades de consultoría, asesoramiento legal o apoyo en operaciones especiales, entre otras.

Por otro lado, el hecho de no estar obligadas a rotar periódicamente de clientes, permite también a las firmas de auditoría aportar un mayor valor añadido a muchos de estos clientes, a los que por el hecho de auditar durante muchos años, conocen casi tan bien como sus propios empleados. Esto les posibilita a las compañías auditoras identificar con mayor facilidad las áreas de riesgo de sus clientes y, por lo tanto, planificar mejor el enfoque de la auditoría y de los distintos trabajos de campo a realizar en cada caso.

Las ventajas de la nueva directiva arrojan así un poco de luz sobre la actividad y su atractivo para los profesionales.

José Castellanos. Manager de Finanzas de Michael Page Madrid

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