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Pequeños gigantes

Lanik, una empresa con las espaldas bien cubiertas

Los aficionados taurinos les están agradecidos. Adiós a la suspensión de la fiesta por las inclemencias meteorológicas, pero la iniciativa casi les cuesta la salud. Cuando los Choperas les ofrecieron en 1995 instalar una cubierta retráctil, la primera en España de sus características, en su nueva plaza de San Sebastián no imaginaban lo que se les venía encima. Con una experiencia de 18 años en estructuras metálicas para la construcción, los profesionales que crearon Lanik tras el cierre de una gran ingeniería donostiarra no podían pensar que nadie en el mercado iba ser capaz de suministrarles sistemas mecánicos para mover una cubierta de esas dimensiones. No se echaron atrás y movilizaron a todo su departamento técnico y encontraron la solución, aun a costa de colapsar la actividad de la empresa. Un contrato es un contrato y, como buenos vascos, no estaban dispuestos a romper su palabra.

Entonces contaron con el apoyo del CDTI, Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial dependiente del Ministerio de Industria, que impulsó el enorme esfuerzo en I+D, ayudó a amortiguar aquel salto al vacío y, posteriormente, ha colaborado en el proceso de internacionalización de aquellas cubiertas móviles.

Once años después sus cubiertas móviles amparan a decenas de miles de aficionados no sólo a los toros, sino a los conciertos, al circo y a todo tipo de espectáculos en media docena de plazas en España y Portugal. Una de las últimas de estas estructuras de quita y pon es la del Palacio del Hielo de Madrid. Y son muchas decenas de miles más los que se guarecen del frío y la lluvia bajo estructuras metálicas o de madera en veinte países, donde polideportivos, grandes centros comerciales y hoteles llevan cubiertas fijas made in Lanik, según asegura su director gerente, José Luis Azkue.

El rocódromo de Madrid que cobijó los Masters de tenis o el estadio en que se celebró la Copa Davis en Sevilla colocado en un tiempo récord de 40 días son algunos de los múltiples espacios que han cubierto las chapelas de Lanik. El parque de graneles sólidos del puerto de Santander, la estructura espacial más grande de España, con 60.000 metros cuadrados de vuelo, también es obra suya, al igual que el aeropuerto de Toluca (México), un reto para los ingenieros de Lanik por los enormes esfuerzos que tiene que soportar su estructura. El macropolideportivo de Túnez donde España ganó el pasado año el Campeonato del Mundo de Balonmano o recientemente una peculiar estructura en el puerto de Mónaco son algunas de sus obras. Y así cientos de estructuras que cobijan lo mismo bodegas de Ribera del Duero que piscinas y complejos deportivos de todo tipo, helipuertos o a los fieles de una iglesia como la de Aracena, en Huelva.

La capacidad de innovación y de adaptación de Lanik no admite dudas. Comenzaron su andadura en 1977 con estructuras metálicas convencionales, pero siete años después, viendo que la competencia era muy fuerte, decidieron ampliar su oferta con un material muy utilizado en el norte de Europa, la madera laminada, pero que no terminaba de convencer a los arquitectos españoles. Su apuesta contracorriente dio pronto resultados y de un mercado local dieron el salto poco después al nacional. Hoy en día participan en una empresa francesa que es la que fabrica las piezas de madera, mientras que Lanik diseña, suministra y monta las estructuras por medio mundo.

Facilidad de transporte

En 1989, la inquietud por diversificar de los creadores de Lanik les llevó a contactar con otro profesional, Juan Martínez, una eminencia en estructuras en España y que había ideado un sistema de estructuras espaciales, es decir, cuyos elementos resistentes no están en planos, sino que están en cualquier dirección del espacio.

El sistema aparentemente es sencillo, barras y esferas que unen esas barras. La patente es adquirida por Lanik, que incorpora también a su creador. Es un material fácilmente apilable y transportable que permite a la ingeniería donostiarra competir en el exterior en precio con otros fabricantes locales.

El penúltimo paso -el equipo de I+D de Lanik ya ha ideado un nuevo producto que todavía no ha sacado al mercado- fueron las cubiertas móviles que les llevaron a inventar su propio mecanismo de movilidad y a decidir crear un departamento de investigación y desarrollo fuera del de ingeniería, de modo que no se volviera a repetir el colapso que se produjo con la primera instalación de la plaza de los Chopera. Este año el gasto en investigación y desarrollo supondrá el 2% de la facturación, pero ha habido años en que ha alcanzado el 4%.

Y es que, a diferencia de lo que pudiera parecer, el negocio de estructuras tiene poco de mecánica y mucho de ingeniería. La nave industrial que la empresa Lanik posee en la localidad guipuzcoana de Asteasu (Guipúzcoa) ocupa a 20 operarios actualmente y dispone de 1.500 metros cuadrados, los mismos que sus oficinas centrales en San Sebastián y donde se encuentran las áreas administrativa, comercial y técnica de la empresa, con 40 trabajadores, en su mayoría ingenieros y delineantes. Hay que tener en cuenta que Lanik no vende bajo catálogo, sino que todas las instalaciones son diseñadas ex profeso y entregadas llave en mano.

Así, desde la capital donostiarra se transfieren de forma telemática los parámetros de fabricación a la planta de la localidad de Asteasu.

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