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Tribuna
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La continuidad del negocio ante imprevistos

La disponibilidad de las redes y los sistemas críticos en las eventualidades en las que queda comprometida la continuidad de nuestros negocios atañe a la seguridad y fiabilidad de cada uno de los procesos. Lo que antaño llamábamos plan de contingencias se enfocaba en recuperar centros de proceso después de una catástrofe natural o provocada: la protección entonces ofrecida dista de ser la adecuada para los entornos informáticos distribuidos de hoy en día.

Tres de cada cuarto empresas del Reino Unido, si ocurriera un desastre en sus edificios centrales, vería seriamente afectada la continuidad de su negocio; sólo un tercio de las empresas españolas, alemanas o italianas así lo aprecia. De cualquier forma, el 95% de todas ellas se enfrentará en algún momento a una crisis imprevista -desastre natural, boicot o virus destructivo- que podría llegar a afectar a su imagen, reputación o a su cuenta de resultados.

En España, sólo un 8% de las empresas están preparadas para tales contingencias. Según la naturaleza de la catástrofe, afectaría de manera desigual a las pequeñas y medianas empresas. Con respecto a las grandes corporaciones, el daño y la agilidad de recuperación hace referencia a la existencia de un plan previo -lo que depende en muchos casos de si son delegaciones de multinacionales- del tipo y la naturaleza de su actividad, antigüedad y tamaño y, sobre todo, influye la forma en que ha crecido en los últimos tiempos con relación a la previsión e implementación de medidas.

La historia de los recientes desastres acaecidos en diferentes puntos del globo -alguno de ellos muy cercano, como el edificio Windsor en Madrid- nos ha enseñado a quienes tenemos que procurar un continuo flujo de datos entre directivos y empleados, clientes y proveedores, la necesidad de gestionar los medios oportunos para minimizar los costes nada marginales -y en ciertos casos irreparables- de interrupciones y pérdidas: no sólo de datos, también de beneficios. En nuestro momento socioeconómico globalizado existen soluciones para estas contingencias, económicas y con francas posibilidades de justificación en el presupuesto de un plan integrado de seguridad.

Otro problema a solventar atañe a la continuidad física de los empleados en sus puestos. Hoy en día, las bajas por maternidad o el absentismo generalizado por una circunstancial epidemia -de la que ningún país puede ya desmarcarse- podrían llegar a paliarse en un elevado porcentaje de casos. En los panoramas de interrupción de la actividad empresarial en que los empleados no pueden acudir a la oficina, es tecnológicamente factible proveer acceso remoto a los ordenadores de escritorio a través de internet, lo que permite obtener todas las aplicaciones y los datos que el personal necesita para ser productivo.

La simplicidad del acceso remoto a los ordenadores de escritorio mediante el modelo de software como servicio proporciona un beneficio final más que aceptable y, cara al usuario, la satisfacción de la continuidad de su labor. Todos somos susceptibles de necesitarlo en un momento u otro; este tipo de soluciones en entorno web habilitan una copia exacta de los ordenadores de escritorio y no requieren formación específica alguna. Además, son desarrollos independientes del tipo de ordenador que se utilice para acceder al servicio, y, siendo el proveedor quien se encarga del mantenimiento y la asistencia al cliente, la empresa queda libre de estas cargas.

No se trata de poner el parche antes de la herida. Debemos por el contrario procurar que, de producirse, el daño acontezca lejos de donde duele…

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