Incógnitas en la era post-Gates
Queda inaugurada una nueva era en la industria tecnológica. La decisión de Bill Gates de renunciar a sus responsabilidades en Microsoft a partir de julio de 2008 ha sido, sin duda, la noticia más importante e inevitable de los últimos años. Importante porque Gates fue el primer gran visionario capaz de cumplir un sueño complejo: democratizar el uso del PC y el software entre consumidores y directivos de empresas. E inevitable, por marcar los últimos coletazos de un modelo cada vez más difícil de defender: el de estándares propietarios y el pago de licencias por usuario.
La marcha de Bill Gates hunde aún más a Microsoft en la tarea de redefinir su estrategia pero, sobre todo, deja al descubierto los tres grandes retos a los que se enfrenta la compañía en los dos próximos años: sus propios directivos, su modelo de negocio, y su capacidad de innovación. De cómo resuelva estas tres incógnitas dependerá su supervivencia en un mercado voraz donde compañías como Google o Yahoo! y toda una industria en torno a internet espera agazapada los errores del gigante de Redmond.
El primero de estos retos esta en sus directivos: el matrimonio Steve Ballmer-Ray Ozzie tiene todos los ingredientes para no funcionar sin el liderazgo de Gates. Mientras Ballmer sigue remando contra Wall Street, defendiendo inversiones a largo plazo que no acaban de cuajar (como AdCenter o Microsoft Media Center), el futuro chief software architect, Ray Ozzie, ha apostado por acelerar un cambio necesario: el software como servicio en la red. No hay duda de que la popularidad de Ballmer cae en picado. Incluso muchos de los 65.000 empleados de la compañía arremeten contra sus excentricidades y falta de visión en el blog extraoficial de la empresa 'Mini-Microsoft'. Sin el aura de Gates, ¿podrá Microsoft atraer nuevos talentos y evitar que sus mejores programadores huyan a la competencia? Difícil.
El segundo reto alude a un modelo de negocio herido que Microsoft está tardando demasiado tiempo en transformar. El lanzamiento de la plataforma Windows y Office Live, impulsada a raíz de la adquisición de la compañía de Ray Ozzie, Groove Networks, fue un gran movimiento, pero no es suficiente. Los servicios añadidos con Live son muy básicos tanto para consumidores (RSS o email en plataforma web) como para pymes (herramientas de colaboración limitadas), y además llegan con retraso al mercado. El giro de Microsoft hacia servicios web no es aún creíble ni efectivo, y menos para los programadores de la web 2.0. A Ray Ozzie le queda mucho trabajo y poco tiempo por delante.
El tercero de los grandes retos reside en su mermada capacidad de innovar con rapidez y efectividad por encima de la competencia. Office 2007, que se lanzará como plataforma de aplicaciones a finales de este año, representa uno de los esfuerzos innovadores más importantes de Microsoft en los últimos 10 años, mucho tiempo para una industria tan dinámica. La compañía necesitará un gran empuje de innovación tecnológica para aunar las ventajas de Vista y Office 2007 dentro de la propuesta de Live, y presentar así una potente oferta de servicios y aplicaciones web. ¿Será Microsoft realmente capaz de ganar el terreno perdido y liderar más allá del 2008? Quizás sólo una persona tenga la respuesta: Gates.
Manuel Á. Méndez es Research Manager en Penteo ICT Analyst